La gratificación instantánea que acompaña a las etiquetas de precio irresistible en la ropa nueva, zapatillas de deporte a la moda y joyas caras satisface lo suficiente como para ser considerado una adicción real.
Pero es crucial que recordemos la importancia de invertir en experiencias vitales más que derrochar el dinero en el próximo vestido de nuestro diseñador favorito.
Es cierto eso de que el dinero no puede comprar tu felicidad. De hecho, parece que la gente más feliz de este mundo está alejada de la adicción a las compras y los gastos innecesarios.
Estas personas invierten su dinero en viajes, experiencia y recuerdos, y sin duda merece la pena.
Si todos empezamos a invertir en nuestro futuro más que en nuestras zapatillas, nuestra vida será mucho más hermosa y feliz que cualquier cosa que el dinero pueda comprar.
La vida va de recuerdos, no de diamantes
Piensa en ello. Al final de tu vida, ¿pensarás en que tenías un iPhone 6 mientras todos los demás aún utilizaban el 5, o vas a acordarte de todos esos buenos momentos vividos con la gente que más quieres?
Un estudio publicado en la Journal of Positive Psychology (Revista de Psicología Positiva) muestra que las personas que hicieron compras caras de productos en lugar de inversiones experienciales solían devaluar el valor del nuevo producto minutos después de comprarlo.
Los investigadores de la Universidad Estatal de San Francisco encontraron, de hecho, que las personas entendían que la vida tenía que ver con los recuerdos que creamos, pero que están tan atrapados en las compras que se dejan llevar por la corriente para luego lamentarse por ello.
Incluso antes de hacer sus compras los participantes del estudio dijeron que las experiencias de la vida serían más beneficiosas que cualquiera de las grandes y caras cosas que tenían en su lista de deseos. Después de comprar lo que desearon, todos los participantes se dieron cuenta que habrían preferido invertir ese dinero en una experiencia, lo que habría aumentado su felicidad por un periodo mas largo de tiempo.
Concéntrate en lo que te hace feliz, no en lo que te hace popular
Investigaciones de la Universidad de Cornell muestran cómo los Milennials (generación de consumidores nacidos en los 80’s, 90’s y 00’s) se ven tentados a comprar por la influencia de la sociedad, que convierte los relojes de oro y diamantes no sólo en productos muy caros, también atractivos y a la moda.
Somos un producto de nuestra sociedad. Lo que nos diferencia de nuestros antepasados es que estamos envueltos en el mundo de las redes sociales, y casi cualquier cosa que compramos es fotografiada para la auto-promoción descarada.
El doctor Thomas Gilovich es profesor de psicología en la Universidad de Cornell y ha estado buscando una relación entre dinero y felicidad. Dice así,
«Compramos cosas para hacernos felices, y lo logramos. Pero sólo por muy poco tiempo. Las cosas nuevas son muy interesantes para nosotros al principio, pero luego nos adaptamos a ellas».
Gilovich concreta en este punto,
«No estoy diciendo que dos semanas duras de trabajo no se compensen con un traje nuevo y una cena, pero nuestras mayores inversiones deben ir a experiencias que creen recuerdos para toda la vida en lugar de productos que perderán en unos años (con suerte) su atractivo para nosotros».
Givolich termina diciendo,
«Nuestras experiencias son más parte de nosotros mismos que nuestros bienes materiales. Te pueden gustar tus cosas materiales. Incluso puedes pensar que tu identidad está conectada con esas cosas, pero igualmente siguen estando separadas de ti. Por el contrario, tus experiencias forman parte de ti. Somos la suma total de nuestras experiencias».
Olvida el precio. Explora el valor del mundo que te rodea
¿Por qué comprar el último móvil cuando puedes invertir esos 400€ en un billete de avión a una país que nunca has visitado?
Las personas que viven constantemente con su vista puesta en las metas futuras, en sus inversiones, y en la felicidad en la vanguardia de sus mentes tienden a vivir vidas mucho más felices que el resto de consumidores inundados de productos y cosas.
Es hora de dejar de pasar la tarjeta y empezar a pensar en los recuerdos que podrías crearte con un poco de ahorros y una hoja de ruta.
Yo, como siemre, te espero en la próxima. Un gran saludo y un abrazo, Andrea.
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