El otro día me pare a pensar… ¿por que me pongo de mal humor al exponerme a la sociedad? Y la conclusión fue: el miedo.
Estaba en un centro comercial y un señor pretendía entrar en el ascensor que estaba yo con mi bebé en el carro y mi otro bebé de la mano: obviamente, señor, no le conozco de nada… no va a subir conmigo y mi familia en un espacio cerrado hasta la 6° planta, gracias. Pues aún se disgustó y aún me pitan los oídos.
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Otra de las situaciones fue con mis vecinos, he hecho como un filtro: vecinos aptos y no aptos jejeje no comparto ascensor, si zona cercana en piscina y evito incluso coincidir.
He creado zonas que considero “seguras” y cuando me las invaden, ataco!
Estar en una cola, de donde sea, y sentir que invaden mi espacio vital, o distancia social, llamémoslo como se… me pone de muy mal humor, empiezo a ponerme nerviosa, a moverme y no, no me siento en absoluto cómoda.
Sigo sin abrir la puerta a repartidores, compra y otros servicios online que sigo pidiendo que dejen en el felpudo y ya cogeré yo más tarde.
Fui a la peluquería, lo necesitábamos tanto madre como hijo. El confinamiento nos dio por ser creativos y teníamos que arreglarlo. Pues bien, primero solos, la chica con mascarilla… luego jefa y siguiente cliente, sin mascarilla. Tuve que quejarme y pedir que hubiese más separación, mi hijo de 2 años con una mascarilla fpp2 infantil por estar en un sitio cerrado y sin obligación y una señora, que a saber de donde venía de todo el día, hablando y sin mascarilla y… vamos, le falto tosernos!
Abrazo poco, lo hago diferenciado entre personas que he catalogado en mi cabeza como seguras y…. otro grupo de personas, a los que abrazo con codo o simplemente mantengo distancia.
En fin, sí, he desarrollado miedo a los desconocidos y he clasificado a mi entreno en “seguros” o “no seguros”. Es una de las consecuencias del covid-19.
María P.
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