Dejemos atrás la metáfora del vaso. Es el momento de replantear el verdadero significado del Optimismo
Seguro que has oído más de una vez eso de que el optimista ve el vaso medio lleno y el pesimista medio vacío. Pues es una comparación estúpida.
Definido de esta manera, el optimismo significa darle a tu experiencia de vida un giro emocional positivo, mientras que el pesimismo implica dar un giro negativo.
Si la única diferencia entre el optimismo y el pesimismo es tu percepción emocional, entonces realmente no importa cuál es tu punto de vista. «Está medio lleno, y soy feliz por ello» no es mucho mejor que «Está medio vacío, estoy triste por ello». Los dos son una aceptación pasiva de la situación.
Tal y como yo lo veo, la verdadera diferencia entre ser un optimista y un pesimista no es el cambio emocional. Es la creencia de que puedes, debes y tomarás la acción para cambiar las cosas.
Un verdadero optimista ve las cosas como son, visualiza cómo podrían ser mejor, y luego pasa a la acción para que sean así. Un verdadero pesimista no sólo observa desde un punto negativista las cosas desde un principio, sino que además espera que empeoren y no hace nada al respecto para tomar acción.
En otras palabras, el pesimista se queda mirando al vaso medio vacío mientras se pregunta «¿Por qué yo?» y el optimista mira la copa y dice: «Voy a añadir un poco de hielo y beberme ese copazo».
Si quieres indagar más sobre este tema te recomiendo el libro Optimismo Inteligente. Yo aprendí grandes cosas de él y verdaderamente me sorprendió muchísimo el gran mundo que hay detrás del verdadero optimismo.
Yo, como siempre, os espero en la próxima. Un gran saludo y un abrazo, Andrea.
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