Vayas por donde vayas en Salamanca, siempre tienes que estar levantando la cabeza para poder ver su extraordinario patrimonio. Sólo desde la otra ribera del rio Tormes o si subes a una zona alta de la ciudad puedes tener una imagen completa de los edificios, cuyas torres y cúpulas dominan el paisaje de la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988.Parece como si desde siempre hubiera habido una competencia para ver quién construía la torre más alta o la cúpula más grande. Así, el campanario y la cúpula de la Catedral Nueva, siglo XVI y posteriores, intentan ocultar el bonito cimborrio de la Catedral Vieja, siglo XIII, y la cúpula de la iglesia barroca que se conoce con el nombre de La Clerecía, construida por los jesuitas durante los siglos XVII y XVIII, intenta a su vez ganar en altura al campanario de la Catedral Nueva.Pero los edificios tienen su interior y en algunos, que no suelen ser los de torres más altas, se encuentran unos claustros maravillosos. Uno de ellos es el claustro de la catedral vieja que, aunque el primitivo claustro románico desapareció casi totalmente a causa del terremoto de Lisboa de 1755, conserva a su alrededor unas bonitas capillas con una marcada tradición universitaria, como la de Santa Bárbara o la de Santa Catalina que fueron utilizadas en un tiempo como aulas de enseñanza. Otro claustro muy interesante es el del Convento de las Dueñas, monjas dominicas, que se encuentra en la parte baja de la ciudad muy cerca del Convento de San Esteban. El claustro, construido en el siglo XVI, es de estilo plateresco. Está muy bien conservado y lo más interesante son los adornos de los capiteles de la galería alta. Vale la pena detenerse un buen rato comprobando la diversidad y cantidad de los motivos utilizados que a veces casi se entremezclan en capiteles contiguos.
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