La Catedral de Huesca

Frustrado por mi visita a San Pedro el Viejo, me dirigí a visitar la Catedral. Desde la plaza López Allué, calle arriba, por un lateral de la Oficina de Turismo, se llega a una plaza recoleta en la que aparecen, uno enfrente de otro, dos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el Ayuntamiento y la Catedral.
Antes de comenzar la visita a la Catedral levanté la mirada durante unos segundos hacia el alero exterior del Ayuntamiento para contemplar su magnífico artesonado de madera.

Para entrar en la Catedral hay que hacerlo por el Museo Diocesano que está justo al lado y adosado a ella. En el mismo vestíbulo me recibió una señora que dijo ser voluntaria del Museo y que muy amablemente me indicó el acceso a las distintas salas así cómo a los dos claustros, el románico y el gótico, y a la nave central de estilo gótico.
Al comentarle que había leído en la prensa que con motivo de la celebración del Día Internacional de los Museos, el día anterior, cuatro personas de relevancia de la sociedad oscense, entre ellas el alcalde, habían explicado a los visitantes el Museo, me dijo. “Sí, cada uno explicó una pieza y el alcalde, que es primo mío, explicó muy bien el retablo de los Reyes Magos”. “¡No me diga!”. “Sí, y esta tarde hacen lo mismo otras personas. Por si quiere usted venir…”. La señora me contó entonces que el retablo de los Reyes Magos, de alabastro, muy bello y no muy grande estaba en el interior del óculo del retablo del altar mayor de la catedral, que también es de alabastro. Se podía acceder a él por la parte de atrás del altar subiendo por una escalera que había en la Sacristía, pero en un momento determinado decidieron mostrarlo al público en una vitrina del Museo. El óculo es un agujero que hay en el centro del retablo del altar mayor y que por prerrogativa del Papa Luna, Benedicto XIII, pueden tener todas las catedrales aragonesas. Me explicó también que estábamos justo en lo que había sido una mezquita árabe y que allí mismo había un aljibe cuya existencia habían querido poner de manifiesto, en la última restauración del museo, mediante la construcción con losetas de mármol blanco de una circunferencia de unos cinco metros de diámetro. Jaime I ordenó la construcción de la catedral, justo al lado de la mezquita y está acabó dedicándose al culto católico llegando a convertirse en lo que los aragoneses llaman la Parroquieta, hasta la apertura del Museo Diocesano. La señora me dijo entonces que aparte del retablo del altar mayor, las capillas más interesantes son las del Cristo de los Milagros, Cristo con una larga cabellera humana al que tienen mucha devoción los oscenses pues parece que salvó a la ciudad de una peste allá por el año 1497 y la capilla bajo la advocación de San Orencio y de Santa Paciencia, pues en el ábside de la misma dicen que está pintada, con forma de ángel, Catalina de Gastón, esposa de Vicencio Juan de Lastanosa, que junto con su hermano Juan Orencio, canónigo de la catedral, fueron próceres de la ciudad y mandaron construir la capilla allá por el año 1645. Parece ser que Catalina murió de sobre parto al dar a luz a su hijo número doce, aunque hay quien dice que la muerte ocurrió con el número trece.
Después de recorrer las distintas capillas y las dependencias donde se conservan desde objetos litúrgicos hasta la sillería del coro que en un momento dado fue apartada de su lugar natural con el fin de dar más amplitud a la nave principal di por concluida la visita a la Catedral. Tan sólo me quedaba ya por ver el escenario donde se supone que habían ocurrido los hechos que dieron lugar a la leyenda de la Campana de Huesca.

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