La isla de Tabarca – Alicante

La isla de Tabarca está en el mar mediterráneo a unos 20Km frente a las costas de Alicante. Tiene una superficie de 20ha y en la actualidad es una pedanía del municipio de Alicante. El punto más cercano de la península es el cabo de Santa Pola que se encuentra a 2.4 millas.

El nombre de la isla es realmente Isla Plana pero desde que se produjo el asentamiento, en 1770, de sesenta y nueve familias genovesas procedentes de la isla de Tabarka, situada frente a las costas de Túnez, al ser liberadas de la esclavitud a la que se habían visto sometidas por el soberano tunecino en 1741, pasó a llamarse Nueva Tabarca y posteriormente, para abreviar, todo el mundo la llama Tabarca.

Se puede acceder a la isla desde el puerto de Alicante en el que, sobre todo en verano, hay varias barcas de paseo y catamaranes que realizan excursiones todos los días. Pero el trayecto más corto en distancia y tiempo es desde el puerto de Santa Pola. Durante todo el año, un servicio de catamaranes realiza el trayecto en poco más de veinticinco minutos, existiendo además la posibilidad de poder alquilar barco-taxis que te llevan a la isla en un santiamén.

La isla es alargada, con dos zonas bien diferenciadas separadas por un istmo en cuya cara norte, más abrigada, está el puerto y en la otra, encarada al mar abierto, está su playa más extensa y concurrida. Al este se encuentra la zona más extensa, yerma y escarpada, con tan sólo dos edificaciones, el faro y un torreón que en su día se utilizó como cárcel, y el cementerio. En la zona oeste están la iglesia y el pueblo, que todavía conserva una bonita puerta de entrada y restos de su muralla defensiva.

En invierno quedan muy pocos habitantes, la mayoría descendientes de las primeras familias genovesas, pero en verano su actividad crece frenéticamente pues se alquilan muchas casas a veraneantes y además hay dos o tres pensiones y un hotel habilitado en un caserón que en tiempos fue la casa del gobernador de la isla. El hotel tiene pocas habitaciones pero está abierto todo el año.

Foto: pixabay.com

Lo más interesante de la isla es el “caldero tabarquino”. Solo por degustar tan esplendido manjar vale la pena ir de excursión, aunque sólo sea ir para comer y regresar al atardecer después de la comida. Hay muchos restaurantes en la isla, unos que sólo abren en verano y están, nada más desembarcar en el puerto, en un pequeño alto desde donde se contempla la playa y otros, ya en el pueblo, que abren todo el año o por lo menos durante los fines de semana. En cualquiera de ellos se puede degustar un buen “caldero”. El secreto del caldero estriba en hacer un buen caldo con pescados como la gallina y/o la lechola del que se emplea una parte en guisar unas patatas y otra parte en hacer un arroz. Se sirve primero, en una fuente, el pescado troceado y las patatas, bañado todo en el sabroso caldo y después, por si te has quedado con ganas, se toma el arroz al que le puedes echar para hacerlo más jugoso parte del caldo sobrante.

Todos los años, a finales de septiembre, me invita mi amigo Agapito a tomar un caldero. No sólo a mí, sino a un montón de amigos y el caldero lo preparan en el restaurante Los Pescadores con los peces que él junto a Paco y Andrés, y yo creo que con ayuda de un viejo pescador del lugar, se han encargado de pescar con anterioridad. Este año ha sido un exquisito caldero de lechola y además nos ha deleitado con un aperitivo a base de chipirones de potera, dejados caer en la plancha y de sabrosas rodajitas de denton frito. Delicioso.

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