Los bebés con problemas de sueño son más propensos a convertirse en niños con problemas de sueño.
En un estudio, publicado en la revista Pediatrics, se siguió a parejas mamá-bebé durante tres años para determinar si los problemas de sueño eran persistentes en los niños. Comprobaron que los niños que se despiertan con frecuencia o duermen muy poco a los 6, 12 o 24 meses tenían entre 3 y 5 veces más probabilidad de seguir durmiendo igual a los 2 años.
Un estudio previo, también publicado en la revista Pediatrics, encontró que los bebés con problemas de sueño, que se definen como los que necesitan más de una hora para conciliar el sueño o los que se despiertan por lo menos tres veces cada noche, a los 8 meses de edad tuvieron aproximadamente el doble de probabilidad de tener los mismos problemas con el sueño cuando crecieron.
Aunque estos datos pueden resultar desalentadores, ahora un nuevo estudio muestra que aproximadamente el 30% de los bebés y niños pequeños con problemas de sueño siguen durmiendo mal cuando tienen uno o dos años. Pero, esto significa que el 70% de los bebés comienzan a dormir mucho mejor a la edad preescolar. Es decir, es muy probable que los niños que duermen mal acaben durmiendo bien.
De hecho, un estudio realizado en 2006 encontró que la mayoría de los niños entre los 8 y 24 meses comienzan a dormir mejor, y sólo el 6% tiene problemas de sueño persistentes.
Pero siempre surge la pregunta de si estos problemas de sueño se deben a la naturaleza propia del niño o al tipo de crianza.
En el caso de los niños que aunque crezcan siguen teniendo problemas para dormir, probablemente el temperamento y la personalidad del niño tienen parte de la culpa, pero el ambiente también influye. La falta de una rutina de sueño también puede interponerse a la hora de conseguir que el niño descanse toda la noche tanto cuando es un bebé como durante la edad preescolar.
Una cosa son los problemas de sueño típicos, como resistencia a la hora de dormir o el despertarse muchas veces durante la noche, pero en ocasiones pueden existir problemas clínicos que no se pueden ignorar. Los niños con problemas de sueño persistentes, por ejemplo, los que están crónicamente privados de sueño y duermen muy pocas horas cada noche tienen un mayor riesgo de problemas de conducta, e incluso de obesidad y diabetes.Temas relacionados con: Sueño y bebés