¿Cómo motivarme a estudiar?
Para muchos de nosotros el estudiar para un examen puede ser definido en una sola palabra: pánico.
Te quedan 18 horas, estás agotad@ ahí sentado mirando una hoja llena de jeroglíficos y galimatías. ¿Por queeeeeé? ¿Por qué no habré empezado antes?
Muy sencillo:
1. Estás anticipando que será un trabajo duro
Los seres humanos somos tacaños cognitivos: conservamos recursos mentales siempre que sea posible, especialmente cuando nos enfrentamos a tareas vistas como «esenciales para nuestra supervivencia». En otras palabras, nos despojamos de estudiar hasta el último minuto porque:
- Sabemos que el trabajo es duro y requerirá mucha energía mental.
- Hasta que no haya una amenaza real de suspender el examen (y por tanto ser humillad@ públicamente) no estamos suficientemente dañados emocionalmente como para motivarnos a empezar a estudiar.
Solución: Organiza el tiempo para ti mism@ primer@ y luego rellena los huecos con tiempo de estudio
Como Niel Fiore dice en su libro «El hábito del ahora«, parte de la razón por la que posponemos las cosas es porque no vemos el final. Piensa la diferencia entre una carrera de 100 metros y una maratón. En el primer caso eres capaz de hacer el máximo esfuerzo porque ves la línea de meta y sabes que acabará pronto. Un corredor de maratón no tiene tanta suerte. Sabe que hay un largo camino por delante lleno de dolor y cansancio, y subconscientemente conserva su esfuerzo para asegurarse que llegarán a la meta.
Si sabes que vas a holgazanear un rato con tus amigos después de estudiar es mucho más probable que eso de estudiar no se vea tan catastrófico e inviertas tu energía en ello. Además, te aprovechas de la Ley de Parkinson. Debido a que tienes un tiempo asignado para hacerlo, a través de programarte menos tiempo para el estudio, realmente te estás convirtiendo en alguien más productivo y concentrado.
2. No duermes lo suficiente
Los estudiantes que se pasan semanas y semanas durmiendo de 4 a 6 horas se deterioran muchísimo, sobre todo en 2 aspectos: en la motivación y la vigilancia.
Los estudios muestran que dormir mal afecta negativamente a la motivación. Pero en realidad nadie necesita un estudio para decirte lo mala que es tu visión de la vida cuando has dormido poco. Y la vigilancia, la capacidad de mantener la atención concentrada durante largos periodos de tiempo, también se reduce significativamente durante periodos de privación del sueño.
Solución: Márcate una alarma de final de jornada
Estudiar en periodos más cortos de tiempo no perjudicará a ts horas de sueño. En realidad es una cuestión psicológica.
Hay un millón de cosas que preferimos hacer antes que ir a la cama después de un día lleno de clases. Y encima cuando nos levantemos tenemos que seguir haciendo lo mismo. Este es un problema pescadilla-que-se-muerde-la-cola: «sino consigo dormir procrastino estudiar, pero si me voy a la cama tendré que levantarme luego y estudiar».
Una vez más: perder-perder. ¡Tienes que romper el círculo! Márcate una alarma. Pero no por la mañana. Pon tu despertador 45 minutos antes de que te vayas a dormir. Permítete dormir 8 horas. Si te acostumbras a ello verás cuántas horas de tiempo libre parecen materializarse.
3. Tienes una falsa sensación de seguridad
Esto es lo que llamamos aprendizaje pasivo, y es la mejor manera de asegurarte que vas a gastar mucho tiempo y esfuerzo intentando entender algo nuevo, sin llegar a ser capaz de retenerlo.
Solución: Autoevaluarse
No te dejes engañar por las explicaciones excesivamente lógicas de tu profesor. Él ya conoce el material, por lo que le resulta bastante fácil explicarlo para que otros lo entiendan. El verdadero desafío es si tú puedes hacer lo mismo.
Cuando te preguntes si realmente has entendido algo, autoevalúate. O mejor aún, explícaselo a alguien (o a ti mismo). Como a Einstein le gustaba decir: «Si no puedes explicarlo de una manera simple, es que no lo has entendido lo suficientemente bien».
Interrogándote a ti mism@ te obligas a enfrentarte con la realidad de si sabes o no. No hagas como el resto. No esperes hasta la noche anterior del examen para darte cuenta de que no has entendido nada de lo que diste.
4. No todo el tiempo de estudio es igual
Solución: Reparte tu tiempo de estudio
El cerebro usa una tonelada de energía (20% de nuestra tasa metabólica en reposo). Para maximizar tu retención del material nuevo tienes que aprovechar tanto el aprendizaje activo como la recuperación. Debido a que el sueño consolida nuevas conexiones neuronales durante el sueño, especialmente durante el sueño REM, cuanto más ciclos del sueño intercales entre tus horas de estudio, más probabilidad habrá de que retengas el material.
5. La falacia de la planificación
Los humanos sobrestimamos lo que podemos lograr a corto plazo y subestimamos lo que se podemos lograr a largo plazo. Irónicamente (y por desgracia) sólo tenemos este problema evaluando nuestras propias tareas.
Las de los demás somos capaces de verlas desde una manera mucho más objetiva. «Ey tío acabo de terminar con este problema. Sólo necesito un par de días para repasar. Pero tú estás jodido Dani, enciérrate en la biblioteca o nunca lo aprobarás».
Solución: Usa la regla del 50%
Estima por lo alto cuánto tiempo vas a dedicar a estudiar para el examen asumiendo que empezarás temprano y trabajarás constantemente. ¿Ya? Vale, ahora añade el 50% de esa estimación (te debe dar el doble de tiempo). Ahora tienes una idea más exacta de cuánto tiempo vas a necesitar para empezar a estudiar.
6. Crees que tienes más tiempo que el que tienes
Observa tu horario de domingo. ¿Qué ves?. «Oh! Parece que tengo una gran cantidad de tiempo libre de 1 a 7. Perfecto, voy a exprimirlas a tope estudiando 5 o 6 horas». …Inténtalo otra vez.
Este es otro tipo de planificación errónea: sobreestimar la cantidad de tiempo productivo que podemos extraer de un periodo concreto de tiempo. Tendemos a olvidar que: tenemos que comer, tenemos que dormir, habrán interrupciones… Y encima pasa otra cosa que no somos capaces de explicar: el cuerpo pasa por ciclos activos de 90 a 120 minutos (ritmo ultradiano). Da igual que estés memorizándote 4 horas el libro, a la hora y media/dos horas ya no podrás absorber más material eficazmente. El cuerpo ha entrado en un periodo de descanso.
Solución: Corta tus horas estimadas por la mitad
Si piensas que el domingo después del partido tienes 8 horas para estudiar, olvídalo. Realmente tienes 4 o menos si tienes en cuenta que tienes que comer, descansar, y hacer tus actividades diarias normales.
7. No consigues motivarte ni concentrarte
Muchos de nosotros tendemos a sentarnos y esperar… Esperar que la ola de motivación nos sorprenda. Aquí está el problema: la motivación viene va, pero las exigencias de la escuela y tu vida cotidiana siempre están ahí. Si confías en que tu motivación te solucionará la vida te equivocas, todo lo que estás haciendo va a estar en un estado continuo de retraso y último minuto.
Solución: Centrarse en el progreso con el fin en mente
¿Por qué estás estudiando? ¿Por qué quieres un título? Ten claro qué es lo que te motiva, qué es lo que te hace moverte hacia delante.
Pensar en el futuro no es suficiente. Esa visión del futuro que impulsa tu intensidad emocional debe estar vinculada a tus actividades diarias (por ejemplo: «Cada vez que estudio estoy más cerca de ser médico y poder ayudar a las personas») ¿Cuál es el conjunto de tus actividades diarias que prácticamente garantizan tu éxito académico? ¿Y qué puedes hacer para organizar tus días, crear incentivos, pasar de las cosas sin importancia, para garantizar que vas a hacer un conjunto de actividades diarias, a pesar de la motivación?
Mira, ya sabes a qué puedes dedicar tu próxima hora.
Yo, como siempre, te espero en la próxima. Un gran saludo y un abrazo, Andrea.
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Me haz dado un zarpazo en la cara… merecido. Gracias, me impulsas a ser mejor estudiante