¡Se vuelve a hacer pipi!

Por qué se vuelve a hacer pipi

¿Qué hacer? ¿Le vuelves a colocar el pañal?

Hay niños que cuando ya llevaban un tiempo controlando los esfínteres, de repente vuelven a hacerse pipí.

Es algo bastante frecuente.

Volver a tener accidentes, o incluso negarse a usar el baño, después de haber finalizado con éxito el aprendizaje de control de esfínteres se llama regresión, y es uno de los aspectos más frustrantes del aprendizaje del niño.

Mi hijo se vuelve a hacer pipí

¿Qué desencadena la regresión?

La regresión puede ocurrir por muchas razones, pero por lo general suele estar relacionado con el estrés.

Un cambio brusco en la rutina, como puede ser el comienzo de la guardería, la bienvenida a un nuevo bebé o cualquier otro cambio de vida del niño. Muchas veces es la forma en la que el niño intenta llamar la atención.

A menudo algunas de estas regresiones también ocurren justo antes o después de una nueva fase del desarrollo.

A veces también puede estar relacionado con una experiencia desagradable relacionado con usar el baño, como un movimiento de intestino doloroso (retortijones), ser objeto de burla por un accidente en la guardería, o podría ser también consecuencia de una infección.

En algunos niños mayores ocurre porque no quieren dejar de jugar para ir al baño y acaban yendo al baño demasiado tarde.

Para poder manejar con éxito estas regresiones, y que éstas constituyan un episodio lo más llevadero y fugaz posible, es necesario entender por qué se producen.

 

El refuerzo positivo es la clave

En cambio, el castigo puede tener un efecto negativo en el progreso del niño.

Hay algunas cosas simples que puedes hacer para que este tiempo de transición sea más fácil para todos.

Preguntar, sin insistencia, en varias oportunidades durante el día si quiere ir al baño.

Cuando ocurren accidentes, podemos alentar al niño a participar en el proceso de limpieza.

A escoger su ropa interior limpia y a ayudar a limpiar lo que se ha ensuciado. Con paciencia y comprensión todo será más fácil.

La regresión puede ser un momento muy frustrante tanto para los padres como para el niño, por lo que hay que intentar ser lo más flexible y más relajado posible.

 
 
 
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