La anorexia en el embarazo

La anorexia en el embarazo

El embarazo y los trastornos alimentarios.

 
El aumento de peso recomendado durante el embarazo debe estar en torno a los 10-15 kilos, algo que la mayoría de las mujeres no tienen ningún problema en alcanzar (de hecho, a veces hay incluso dificultad para permanecer dentro de este rango).
 
Sin embargo, para las mujeres con trastornos de la alimentación, ganar esta cantidad de peso puede ser muy complicado. Para algunas mujeres con trastornos de la alimentación, ganar este peso durante el embarazo pueden ser tomado como un sacrificio por una causa importante, pero para otras, tener que engordar puede sumergirlas en una profunda depresión.
Durante el embarazo, el bebé en desarrollo recibe todos los nutrientes que necesita del cuerpo de su madre. Cuando las reservas de hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas, minerales y otros nutrientes son bajos, el cuerpo de la mujer se resiente. Si las reservas no se restauran suficientemente a través de una alimentación saludable, la madre puede llegar a sufrir una desnutrición grave, que puede conducir a la depresión, al agotamiento y a muchas a otras complicaciones de salud que pueden ser graves.
Se deben consumir comidas saludables y equilibradas, y mantener un peso saludable durante varios meses antes de concebir y durante el embarazo para proteger la salud de la mujer y del bebé. Por lo que es recomendable que las mujeres con trastornos de la alimentación intenten resolver su problema con la alimentación antes de quedarse embarazada. Y en el caso de que se quedan embarazadas deben buscar ayuda médica y psicológica especializada e informar al médico obstetra acerca de estos problemas lo antes posible.
 
¿Qué pasa si una mujer con un trastorno de alimentación se queda embarazada?
A pesar de tener un trastorno de la alimentación puede disminuir las posibilidades de embarazo, una mujer con anorexia puede dejar de ovular, si se consigue un embarazo tienen más riesgo de:

  • Trabajo de parto prematuro.
  • Bebé con bajo peso al nacer.
  • Mayor riesgo de muerte fetal.
  • Aumento del riesgo de parto por cesárea.
  • Crecimiento fetal retardado.
  • Bebés con problemas respiratorios.
  • Diabetes gestacional.
  • Complicaciones durante el parto.
  • Aborto involuntario.
  • Preeclampsia e hipertensión arterial.
  • Aumento del riesgo de depresión postparto.
  • Bajas tasas de éxito de la lactancia.
Por lo que es imprescindible ser honesta con el médico y contarle cualquier problema que haya habido o haya con la alimentación ya que será necesario un seguimiento más exhaustivo en relación con el crecimiento y desarrollo del bebé.
 
Una buena idea es consultar con un nutricionista antes o inmediatamente después de quedar embarazada, ya que esto permitirá poder hacer un plan de alimentación saludable y un control del aumento de peso, lo que puede ayudar a lidiar con las preocupaciones y temores relacionados con los alimentos, el aumento de peso, la imagen corporal y el nuevo rol de la maternidad.

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