No cometas el ERROR de visitar Venecia en verano…

El nombre la ciudad italiana de Venecia está asociado a romanticismo y belleza.

Y, efectivamente, la ciudad es impresionante. Sus edificios y la cercanía del agua… pese a todas las críticas posibles es difícil borrarle sus atributos.

visitar Venecia en verano

No obstante, si eres un turista sensible, quizás debas abstenerte de visitar este lugar utópico, romántico y bello en verano.

Relatamos nuestra visita de 6 horas un jueves 12 de agosto…

La llegada a Venecia

Llegamos en tren desde Florencia (apenas 2 horas) a la estación de Santa Lucia (Stazione di Venezia Santa Lucia), por cierto, en sus inmediaciones está el Puente de la Constitución, diseñado por el español Santiago Calatrava.

Allí, ante las larguísimas colas del Vaporetto, tomamos un taxi-lancha con motor (50 €) y a través del Gran Canal experimentamos el mejor momento de la visita. Una sucesión de hermosos edificios bañados por el agua de los canales. La luz y los colores, hacen que parezca una estampa mágica y única.

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Pasamos por bajo el puente de Rialto, y el barco-taxi nos dejó en sus inmediaciones, cerca del Restaurante Alla Madonna, donde nos dirigimos a comer.

La comida en Venecia

Como en todos los sitios interesantes para comer Alla Madonna estaba cerrado (en Italia, muchos de los mejores restaurantes cierran en agosto o abren solo para cenar).

Dado que la hora era avanzada, entramos en un sitio tentador: los precios públicos que anunciaban eran bajos, las vistas inmejorables, al lado del Gran Canal y viendo el puente de Rialto.

Un pescado compartido con espaguetis (sin especificar y de una mediocre calidad) nos salió por 40€, más el servicio (12%) otros 21,30 €.

En definitiva una cuenta que por los precios de la carta (a base de espaguetis y pizzas) hacía presagiar no más de 100 €, salió la cuenta por la friolera de 198,80€ (tres niños y dos adultos ver detalles en la reseña de Paola: Ristorante Gran Canal).

Visita turística hacia La Plaza San Marcos y canales menores

Concluida la comida nos dirigimos, cruzando el Puente de Rialto hacia la Plaza de San Marcos. Cruzar el Puente fue una heroicidad. Es un mérito que todavía resista el peso de tanta gente…

Todo el trayecto desde Rialto hasta la Plaza de San Marcos -siguiendo cualquier alternativa- era un discurrir de una afluencia tan masiva que nos obligó a una estrategia de reagrupamiento para no perdernos… Sedientos, compramos en un quiosco unas botellitas pequeñas de agua mineral (2 € la unidad).

Por fin llegamos a la Plaza de San Marcos (oportunamente las autoridades planificaron obras de mantenimiento y limpieza en agosto), así que una parte de los edificios no se podía ver.

Pero lo más impresionante era el público, bajo un sol y calor bastante avasallador, la plaza estaba repleta de turistas. Imposible tomar una foto que no pareciera una manifestación anti o pro Berlusconi. Colas inmensas para todo.

En un momento de lucidez, se nos ocurrió preguntar el precio de un paseo en Góndola. No hizo falta al lado unas turistas japonesas lo hacían y exclamaron un ¡¡¡ooohhhh!!!, al oír 200 € la hora, y eso pese a que una gran cantidad de gondoleros, en plan giggolo, no parecían tener mucha prisa por ponerse al trabajo.

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Un deseo innato de supervivencia nos instó a seguir por vías más marginales ya adentrarnos por callezuelas y canales menores.

No por eso encontramos con facilidad lugares más tranquilos, incluso, observamos que los gondoleros se sucedían con alguna dificultad en algunos canales, una especie de overbooking gondolero. Tuvimos que alcanzar calles bastante marginales para lograr una cierta tranquilidad.

Al acercarse la tarde nos volvimos a la Plaza de San Marcos y sus inmediaciones. El público no había disminuido. Pero como estábamos cansadisimos nos propusimos otra prueba de fuego: tomar unos refrescos en una terraza cercana… ¡¡Las coca-colas a 8,5 €!!

Los aseos de la elegante terraza perteneciente a un elegante edificio histórico -colindante con la plaza de San Marcos-, con camareros uniformados elegantemente, fue otro episodio.

Unos aseos cutres, que tras pasar por un pasillo estrecho donde trabajan los camareros, llegabas a unas escaleras sucias, y finalmente subías para disfrutar de un sucio lavabo, un inodoro sin tapa y con una «piscina» en el suelo.

Con la primera referencia bastó, el resto del grupo decidió esperar a los servicios de la estación de Santa Lucia.

De vuelta a la estación de Santa Lucia

Tomamos otra lancha-taxi de vuelta a la estación de trenes de Santa Lucia. La entrada había sido nuestro mejor momento y queríamos salir de Venecia guardando una agradable y bonito recuerdo.

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Esta vez, desde las inmediaciones de San Marcos, la tarifa era de 60€, pero aún así, prevalecía el deseo de quedarnos con bellas imágenes y recuerdos de Venecia. Así fue durante los 10 ó 15 minutos que duró el trayecto.

Llegados a Santa Lucia, nuestra principal obsesión era encontrar los servicios, de pago, 0,90 € persona…

Ya en el tren, de regreso a la tranquilidad de la Toscana, nos quedaba una percepción contradictoria. Bellas imágenes, pero una rara sensación… ¿Un domingo de agosto en las playas de Benidorm? No, mucho peor.

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One Response

  1. Anónimo 9 años ago

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