Vall de Gallinera. La flor del cerezo

Saliendo de la autopista que bordea el mediterráneo español a la altura de Denia, puedes ir hacía el interior, hacia Pego, y desde allí seguir la carretera CV700 hacia Adsubia, para encontrar, nada más pasar esta población, un bonito valle en el que se encuentra el municipio de Vall de Gallinera. En poco más de 12 Km. de recorrido vas pasando por las poblaciones de Benirrama, Benialí, Benisiva, Benitaia, La Carroja, Al Patró, Llombai, hasta llegar a Benisili, ya en la parte alta del valle. Todas estas localidades constituyen el citado municipio que pertenece a la comarca de la Marina Alta de la provincia de Alicante. La mayoría de los nombres de los pueblos te indican que estás en tierra de moriscos. En efecto, los pobladores árabes de la zona se convirtieron al cristianismo después de la llamada Reconquista, pasando a denominarse moriscos hasta que fueron expulsados por Felipe III en 1609, no sin antes ofrecer una gran resistencia que les costó la vida a muchos de ellos.
Despoblado el valle y abandonadas sus tierras de labor, fue repoblado unos pocos años más tarde por familias cristianas mallorquinas traídas hasta aquí por el Duque de Gandía, dueño y señor de estos lares.
El cultivo fundamental del valle es el cerezo y sus frutos, las cerezas, han alcanzado bastante fama hasta el punto de crearse la denominación de origen “cerezas de la Montaña Alicantina”. Más o menos por San José, el 19 de marzo, los cerezos florecen y el valle está en todo su esplendor. Al bonito paisaje se le añaden entonces las pinceladas blancas de las flores del cerezo lo que le confiere un aliciente extra para realizar una visita por esas fechas. Además de disfrutar del paisaje, te puedes acercar caminando, o en todo caso lo puedes observar desde la carretera, al forat o agujero de la sierra de la Foradada que sirvió de referencia para edificar un monasterio franciscano en el siglo XVII, hoy en ruinas, cerca de Benitaia. Según parece la elección del sitio para construir el monasterio fue debida a que allí da directamente la luz del sol al pasar por el forat el día 4 de Octubre, festividad de San Francisco, durante unos dos minutos a media tarde. Esta alineación también ocurre el día 9 de marzo por la tarde. También puedes entrar en Llombay, pueblo abandonado desde hace tiempo, que está pegadito a Al Patró y en el que según cuenta la leyenda el último habitante era un refugiado alemán buscado por su pasado nazi y que un buen día desapareció sin dejar rastro.
En Vall de Gallinera hay sitios para comer bien, sobre todo en verano. En Al Patró, hace ya un tiempo, Emilio el del estanco de atrás de la Iglesia daba en su bar un arroz con costra cocinado por su mujer que estaba extraordinario. En Benialí, llegué a comer hace unos años jabalí estofado muy bueno en el bar que hay en la carretera a la entrada del pueblo. Pero “Sabors”, en Benialí, es el sitio para comer. Tony y Germán, que antes estaban en L`Aplec, ofrecen unos platos sorprendentes de una calidad extraordinaria. Como aperitivo las morcillas de arroz, las virutas de pollo, las albondiguitas caseras y la ensalada de flores de cerezo y de plato fuerte la paletilla de cordero o el cordero amb xocolata, depende del ánimo que tenga Tony ese día. Vale la pena detenerse un largo rato para degustar estas exquisiteces.
Para terminar la visita al valle puedes dar un paseo por cualquier sendero jalonado de cerezos, en los aledaños del pueblo, para después visitar el Museo Etnográfico que está situado en una antigua almazara en Al Patró. Para efectuar el regreso es aconsejable llegar hasta arriba del todo del valle, pasado Benisili, y desviarte a la izquierda para, dejando bien cerquita la aldea de Margarida, coger la carretera CV712 que pasa por Vall de Ebo y te conduce de vuelta a Pego por un valle paralelo al anterior en el que se puede disfrutar de un paisaje espectacular y también digno de ver.

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