Paseando por Soria

El verano pasado hice un viaje a tierras de Soria. No había tenido nunca la oportunidad de conocer ni la ciudad ni su provincia así es que aproveché unos días de asueto para hacer la visita. Llegué a Soria un poco antes del mediodía. Me dirigí directamente al centro buscando un parking público donde dejar el coche. Lo encontré en la plaza del Olivo, al comienzo de la calle que lleva a la subida al Castillo, cerca de la Iglesia de San Juan de Rabaneda y cerca también de la Diputación Provincial.
Soria es la ciudad de los tres poetas, Machado, Becker y Gerardo Diego. Eso dicen los folletos de promoción turística, pero además es una ciudad rica en Arte Románico. Soria es una ciudad cargada de elementos artísticos, históricos y nostálgicos y al ser una ciudad pequeña puedes disfrutar de todos ellos simplemente dando un paseo. Puedes contemplar las portadas románicas de las Iglesias de San Juan de Rabaneda y de Santo Domingo, el palacio renacentista de los Ríos y Salcedo o la concatedral de San Pedro, con un claustro románico del siglo XII bellísimo pero que yo no pude ver porque tan sólo lo muestran los sábados y domingos. La nostalgia está presente en el Instituto de Enseñanza Media Antonio Machado y en su entorno, los paseos por la Calle del Collado o por la plaza de Ramón Benito Aceña, llamada también de los Herradores, sitios habituales tanto de Machado como de Gustavo Adolfo Becker. Pero el paseo más nostálgico que puedes hacer es por las riberas del rio Duero. Pasada la concatedral de San Pedro, al final de la calle de San Agustín y antes de cruzar el rio puedes ir a la derecha, caminando por una senda arbolada que discurre entre el rio Duero y la ladera del castillo, hasta el paseo de San Prudencio. Si optas por cruzar el rio tienes a la izquierda, a unos pocos metros, los Arcos del Claustro de San Juan de Duero, un impresionante monumento formado por cuatro arquerías románicas con influencias mudéjar y árabe de los siglos XII-XIII, que se conserva con todo su esplendor. También puedes ir a la derecha para visitar la ermita de San Saturio, un edificio emblemático en la ciudad, levantado sobre la gruta en la que dicen vivió el anacoreta Santo Patrón soriano.
Los sorianos, sin embargo tienen su zona predilecta para pasear. Por la tarde todo el mundo se concentra entre la Alameda de Cervantes, llamada también la Dehesa, y El Collado, pasando por supuesto por la plaza Ramón Benito Aceña. La Alameda de Cervantes es la zona verde de la ciudad. Es un parque muy agradable, con muchos bancos para sentarse que aprovechan sobre todo las personas más mayores y con un gran carrusel o tiovivo para deleite de los más pequeños. El Collado, donde está el casino frecuentado por Machado, es la arteria principal de la ciudad y conduce a la Plaza Mayor donde se encuentra el Ayuntamiento. En su entorno están los comercios y las tiendas más concurridas. La Plaza Ramón Benito Aceña es el núcleo central del tapeo, con bares y restaurantes que la ocupan casi al completo con sus mesas y veladores y parece que es el lugar preferido por los jóvenes para “quedar”.
Hay muchos sitios para comer bien en Soria, pero yo no tuve suerte en mi elección. Entré en el restaurante Iruña Plaza, recomendado en casi todas las guías especializadas, pero según me dijeron no había mesa libre. Tuve que comer en el bar sentado en un taburete, con la oferta de la carta del restaurante, pero eso sí, también con los precios altos del restaurante. De todas formas, paseando por la ciudad encuentras muchos bares de tapeo que están bastante bien. En la misma plaza, el Bar Capote por ejemplo, ofrece montaditos y tapas muy ricas a precios bastante bajos y es un sitio que debe estar de moda, dada la cantidad y diversidad de clientes que tiene a todas horas.
Ya tarde, al concluir el paseo y antes de retirarme a dormir, compré mantequilla soriana en Mantequerías York, establecimiento publicitado en grandes vallas a la entrada de la ciudad y que está situado en la Plaza Mariano Granados, en pleno centro y en sitio de paso para sorianos y forasteros. Fueron tan amables que me proporcionaron una bolsa isotérmica para conservar la mantequilla y evitar que se derritiera antes de terminar mi viaje. Gracias a ello he estado degustando en mis desayunos mantequilla dulce soriana durante unos cuantos meses.

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  1. Anónimo 12 años ago

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