Calatañazor

¿Calatañazor o Catalañazor? Así comenzaba la clase correspondiente de Historia Medieval el profesor de mi Instituto. Parece una tontería, pero consiguió que no se nos olvidara ni Almanzor, ni su tambor, ni el nombre de la batalla donde lo perdió que, según nos explicaba, tuvo una importancia extraordinaria en la época de la Reconquista. Después, de mayor, te enteras de que posiblemente no hubo tal batalla. Que Almanzor, ya mayor, de vuelta de saquear San Millán de la Cogolla en Logroño, se puso enfermo por estas latitudes y fue llevado en parihuelas hasta Medinaceli donde murió. Que el llamado valle de la sangre debe su color no a la sangre derramada por los sarracenos en su huida sino a los matices rojizos de las tierras que lo conforman que contrastan con el color azul profundo del cielo. Y que lo del tambor tiene su origen en una copla que al parecer cantaba por aquel entonces un anciano poeta sarraceno por tierras de Córdoba.
Pero Calatañazor existe. Es un pequeño y bonito pueblo medieval en la cima de un peñasco desde el que se domina el valle y que está muy cerca de la carretera nacional que une Soria con Burgo de Osma, a unos 20 Km. de esta última localidad. El pueblo es básicamente una calle que sube en cuesta hasta la plaza del castillo del que tan solo se conservan algunas ruinas. Para visitarlo es conveniente dejar el coche en la misma carretera, a la entrada del pueblo, donde hay una pequeña zona de aparcamiento y recorrer la calle caminando sin dejar pasar a mitad de calle, a la izquierda, su antigua parroquia de origen románico. Sus habitantes han conseguido mantener la estructura medieval en sus casas y sobre todo en sus chimeneas cónicas, que aunque algunas son de reciente construcción imitan a la perfección a las genuinas. Hay una o dos posadas y bastantes casas rurales, que según me dijeron están a tope de ocupación en Otoño por aquello de las setas, que aquí parece haber en abundancia.
Una vez visitado el pueblo me dirigí por la carretera que lleva a Muriel de la Fuente a visitar el sabinar de Calatañazor, a unos cuatro o cinco kilómetros, y La Fuentona, no sin antes parar en el Centro de Interpretación de la Reserva Natural de la zona ubicado en La Casa del Parque, un antiguo palacio rehabilitado para tal fin, donde me dieron todo tipo de información: El sabinar es una zona boscosa, no muy grande, de sabinas, arboles considerados como reliquias del Terciario, alguno de los cuales alcanza los 20 metros de altura y más de 6 metros de diámetro troncal. Una de las causas de este crecimiento es que el terreno está dedicado al pastoreo con lo que se impide la aparición de arbustos y de otros tipos de especies. La Fuentona es un paraje declarado Monumento Natural que se puede visitar caminando tranquilamente por senderos llanos y bien señalizados en el que destaca la laguna, Ojos de la Fuentona, de la que nace el rio Abión y que es una zona de espeleología subacuática explorada e investigada en el programa de TV “Al filo de lo imposible”. Los documentales correspondientes se pueden ver en el Centro de Interpretación.
Ya casi a la una del mediodía el calor apretaba de lo lindo por lo que di por terminada la visita y apresure el regreso para, protegido por el aire acondicionado del coche, intentar llegar a comer a Burgo de Osma.

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