Si has pensado en viajar a Portugal, te conviene saber que 15 cosas todo portugués añora cuando está lejos de su tierra. Algunas quizás te sean indiferentes. Pero otras te ayudarán a disfrutar y conocer aquello que es más añorado por quienes mejor lo conocen.
Todo emigrante añora cosas de su tierra cuando pasa tiempo lejos de ella. Y no sólo cosas importantes como la familia u otros seres queridos. Para su sorpresa, descubre que siente nostalgia por cosas que ni se habría imaginado; cosas pequeñas e incluso triviales de la vida diaria, a las que en condidiones normales nunca habría dado ninguna importancia, pero que con la distancia van ganando relevancia… Te ayudamos a conocer esas cosas.
Estas son algunas de las cosas que todo portugués suele echar en falta cuando vive alejado de su patria:
1. Los platos con frases divertidas
En Portugal es habitual ver colgados en las paredes de las casas y locales públicos unos platos decorativos en azul y blanco con frases divertidas. Quizás creas que es una chorrada, pero es un souvenir con un poco del alma de este sencillo y a la vez singular país de peculiar idiosincrasia. Algunos ejemplos:
– “Tenha cuidado com o dono, que o cão está preso” (Tenga cuidado con el dueño, que el perro está preso).
– “Quem nesta casa entrar, na língua tenha cautela, pois pode entrar pela porta e sair pela janela” (Aquel que entre en esta casa, deberá tener cuidado con lo que dice, pues podría entrar por la puerta y salir por la ventana).
– O la típica que se suele encontrar en las paredes de los bares: “Se bebes para esquecer, paga antes de beber” (Si bebes para olvidar, paga antes de beber).
2. “Uma casa portuguesa con olor a albahaca” de Amália
Trata de conocer una casa portuguesa como la que Amália Rodrigues habla en su canción de una casa blanca con un Santo representado en azulejos, “pão e vinho sobre a mesa” (pan y vino sobre la mesa) y olor a albahaca y rosas en el jardín. La letra de la canción nos lleva indudablemente a rememorar el cliché de la típica casa portuguesa, por lo que al escucharla, todo portugués que se encuentra lejos de su país natal, incluso si no le gustan los “fados”, la canturrea con una sonrisa en los labios y los ojos humedecidos por la emoción. Tendrás otro trocito de alma portuguesa.
3. La denominada “língua de Camões”
Cuando estamos alejados de nuestro país durante un tiempo, al volver nos damos cuenta de lo bello que es caminar por una calle y reconocer los sonidos que nos rodean y que asociamos con las palabras y los acentos con los que crecimos. Como dijo en su día el famoso escritor portugués Fernando Pessoa: “A minha pátria é a língua Portuguesa” (mi patria es la lengua portuguesa).
En realidad, hay más de 170 millones de personas en todo el mundo que hablan portugués, incluyendo los nativos de Brasil, Timor Oriental o Macao y los del denominado PALOP, conjunto de países africanos de habla portuguesa, como Angola, Cabo Verde o Mozambique, entre otros. Sin embargo, cualquier portugués alejado de su país no puede evitar sonreír al escuchar un acento portugués europeo tratando de encontrar el metro en ciudades como Nueva York, París o São Paulo.
Es un sonido muy musical. Disfrútalo cuando pasees por la calles y escuches a sus gentes. Ya tendrás otro trocito del alma portuguesa.
4. Escuchar “o meu José e a minha María”
Para un padre o madre portugueses, usar el posesivo antes del nombre de su hijo/a no implica posesión, sino mucho amor. Lo dicen con todo su corazón y simplemente es un modo cariñoso de referirse a ellos. También se utiliza con otros seres queridos. Y por supuesto, para todo portugués es siempre mucho mejor escuchar su nombre precedido del posesivo “mi” que seguido de su segundo nombre. Después de todo, ¿qué portugués no ha temblado al oir “María Conceição vem cá já imediatamente!” (¡María Conceição ven aquí inmediatamente!)?
Si puedes hospédate en alguna casa portuguesa o con alguna familia, será una experiencia que te llevará a conocer mejor el entrañable ambiente y la personalidad familiar de sus gentes.
5. Las “sardinhadas” veraniegas
Para cualquier portugués, el verano no es un verano de verdad sin una “sardinhada”, una reunión de amigos o familiares en las que se prepara una buena parrillada de sardinas y “carapaus” (jureles), acompañada de una gran ensalada con pimientos verdes a la brasa. Por desgracia, aquellos portugueses que se aventuran a vivir en diferentes países han tenido muchos «no veranos», pero todos saben que no hay mejor combinación para el sol y la playa que el olor del pescado a la parrilla.
Hay muchos bares y restaurantes en los que puedes degustar estas sardinas. De veras que son deliciosas y, generalmente, a muy buen precio. No dejes de degustarlas.
6. Las sopas de mamá
La mayoría de los niños odian la “sopa Juliana”, típica sopa de verduras, pero de adultos y, especialmente, “lá fora” (allá por el extranjero), todo portugués añora las sabrosas sopas de su madre, llenas de vitaminas y tan típicas del país, como la “sopa de espinafres” (sopa de espinacas), la “sopa de nabiça com grão” (sopa de nabos con garbanzos) o la “sopa de pedra” (similar al caldo del cocido). Ahora, gracias a Internet, muchos consiguen la receta y prueban a preparar desde donde se encuentran alguna de esas añoradas sopas, mientras intentan imaginar que están de vuelta en casa.
Si te hospedas con una familia o en una casa rural pide que te hagan una de estas sopas. Aparte de ser muy saludables, sabrás porque hay tanto amor en la familia y en la cocina.
7. El pan
Todo buen portugués adora el pan en la mesa, pero no le sirve cualquier pan. Darían cualquier cosa por volver a tomar un buen “pão de milho” (pan de maíz) con la comida, un “pão de mafra” (mezcla de trigo y centeno) caliente empapado en mantequilla Milhafre para merendar o un “pão alentejano” con sopa para la cena.
Disfruta de estos panes tradicionales. Si los portugueses los echan de menos es porque no son cualquier cosa, desde luego.
8. La maravilla gastronómica de unos “caracois” bien preparados
Todo el mundo conoce los “escargot” (caracoles) a la francesa, pero para un portugués no hay nada como un plato a rebosar de caracoles hervidos, aderezados hábilmente con orégano y piri piri; salvo, por suspuesto, disfrutar del plato en una explanada, cerca de un acantilado con vistas al Atlántico, en un día caluroso.
Si te gustan no te prives.
9. Los debates espontáneos con el café
Todo portugués lejos de su país añora “beber café com a malta” (tomar café con los amigos) después de cenar. Ese momento perfecto para hablar de los amoríos del vecindario, actuar como políticos, ser entrenadores de fútbol, debatir sobre teorías para salvar el mundo o, simplemente, discutir los planes para el fin de semana.
Aunque no seas tertuliano, prueba a hacerlo con tus amigos. Portugal ha tenido acceso privilegiado a los mejores productores de café tanto en África como en América (Brasil), disfrútalo.
10. El pan con “doce de tomate”
Cuando un portugués habla de los maravilloso que es comer una rebanada de pan casero con mermelada de tomate acompañado de una taza de “café Pensal”, muchos mueven la cabeza con incredulidad. Cuanto más incrédulos se muestran los demás, más probabilidades hay de que llame a casa y pregunte por la antigua receta familiar de la abuela. Una horas más tarde, la dejará casualmente sobre la mesa, a sabiendas de que sus mentes están a punto de experimentar una sensación sublime.
No dejes de hacerlo con el café anterior y para un desayuno y/o merienda.
11. “As festas e romarias da aldeia”
A pesar de que alguno pueda haberse criado en la ciudad, por sangre y tradición todo portugués que se precie ha disfrutado de alguna de esas típicas fiestas y romerías de aldea y ha bailado al ritmo alegre y cursi de la “música Pimba”, una música típica portuguesa con la que ninguno se atrevería a bailar a la luz del día. En estas fiestas no puede faltar la visita al “quermesse” (a los puestos de la fiesta) para comprar algún boleto para la rifa y, en caso de tener suerte, volver a casa con algunos premios, riéndose de la poca utilidad que tiene lo que ha ganado. Y cuando el hambre aprieta, se busca un puesto de “pão com chouriço” (choripán) para luego cantar “se elas querem um abraço ou um beijinho nós pimba” (si ellas quieren un abrazo o un besito, nosotros se lo damos) con una “fartura” frita en la mano.
Nada te impide si vas como turista a Portugal, mezclarte con sus gentes en las fiestas locales y en la romerías. Hazlo y toma el choripán, la fartura y lo que se tercie.
12. “A bola de Berlim”
Hay muchos pasteles típicos que un portugués puede añorar cuando está lejos de Portugal, como el “pão de lo”, el “pastel de nata” o el “pampilho”, pero hay uno en concreto, con forma de bola y relleno de una crema de huevo que haría las delicias de cualquier portugués: la bola de Berlín. Sobre todo por el recuerdo de asociado de estar en la playa sintiendo el calor del sol en la piel y oír la llamada a gritos del vendedor “é para o menino e pá menina!” (¡Para el niño y la niña!).
Ni lo dudes. En cualquier playa, a la mínima que oigas «a bola de Berlim», lláma al vendedor y compras una o dos. No te arrepentirás.
13. La lealtad a Nestum, Cerelac o Pensal
Todo portugués, independientemente de su edad, tiene un tipo favorito de cereal para bebés. Y no hay ninguna vergüenza en decirlo en voz alta o en bromear entre amigos discutiendo cuál es el mejor.
Tampoco pasa nada si los pruebas. En serio.
14. Cualquier forma de “bacalhau”
Al abandonar su país, algunos portugueses pueden tener la suerte de aterrizar en un país con unos buenos “enchidos” (embutidos), un buen queso y un buen pan para acompañarlos, pero lo más importante y añorado, aquello sin lo que ningún portugués puede vivir, es el “bacalhau” (bacalao) en cualquiera de sus formas favoritas como “bacalhau à Brás”, “bacalhau à Gomes de Sá”, “bacalhau com natas” o un pequeño “pastel de bacalhau”. Una vida sin “bacalhau” es un sacrificio realmente insoportable.
Hay más de 200 formas de hacer bacalao. Algunas son magistrales. No dejes de tomar platos de bacalao siempre que puedas.
15. El Mar de Portugal
No existe en ningún mapa, pero se refiere al agua que baña los acantilados y la costa de Portugal. En realidad, no pertenece a Portugal, pero los portugueses lo consideran suyo porque durante cientos de años las caravelas y barcos de pesca zarparon para alimentar a sus familias y sus sueños. Sin él no existiría la “portugalidad”, fusión cultural global resultante de esas navegaciones a lo largo de los años que todavía perdura hoy en día en lugares como Brasil, Mozambique, Timor Oriental o Malacca. Como dijo Fernando de Pessoa en su poema Mar Português: “Deus ao mar o perigo e o abismo deu, Mas nele é que espelhou o céu” (Dios dio al mar el peligro y el abismo, pero también reflejó el cielo en él).
Algunas playas y sus acantilados están entre las más bellas del mundo. Si tuviéramos que recomendarte algunas sería difícil decidir. Aquí tienes un buen ejemplo de las playas del sur del Portugal y una Guía Rápida sobre el Algarve.
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