Las noches en la casa de granja

Algunos pueden pensar que las noches en una granja pueden ser aburridas y que en las ciudades son mucho más divertidas. Esto no tiene porqué ser así.

Tras un día de actividades en el campo el cansancio de la noche es placentero y te sueles ir muy pronto a la cama,. Hay otra razón para ello: amanece muy temprano y la vida granjera de las mañanas te induce a levantarte muy pronto, disfrutar de un estupendo desayuno

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Por otra parte, ya hemos hablado de algunas aventuras nocturnas en nuestra granja como A la búsqueda de zorros, ciervos, conejos, buhos… y también Lluvia de estrellas.

Las noches en la casa de granja Hay que decir que en la casa había de todo: películas para niños y mayores, libros, cartas, juegos para niños… De hecho en un par de noches en los que la temperatura bajo por debajo de los 12º (mes de agosto) y el viento soplaba con un poco de fuerza, encendimos la chimenea de leña y nos pusimos a ver una película con palomitas de maíz recién hechas (en el microondas).

La TV disponía de una especie de canal + inglés por el que accedías a multitud de canales y programas. Pero la verdad es que encendimos la TV muy poco. Algunas noches se quedó a dormir en nuestra casa de la granja una prima de nuestros hijos, Isabel, también de una edad similar a la de Joaquín y David.

La gran capacidad para inventar historias de Isabel y el entorno de la granja permitía hacer volar la imaginación de los niños con juegos realmente deliciosos que hacían reir hasta la exageración, incluso a los no participantes. Ese era mi caso, intentando trabajar con mi ordenador un par de horas al cabo del día para contar en euroresidentes la historia de nuestras vacaciones y otros menesteres.

Los ruidos de la casa La casa tiene mucha madera en su cálido interior. Parqué de madera en todas las habitaciones, también una escalera de madera para acceder a las habitaciones de la planta superior, e incluso los muelles de las camas que, sin ser de madera, parecían sumar su «musicalidad» con los ruidos que se originaban al pisar el suelo de madera de toda la casa. En resumen, era muy difícil pasar inadvertido si alguien osaba moverse por las noches, incluso para ir a un baño. Esto fue objeto de juegos y mucha diversión. Isabel, David y Joaquín inventaron innumerables aventuras que consistían en pasar inadvertidos o detectados por el «enemigo».

Había que cruzar el salón, subir o bajar por la escalera, esconderse en alguna dependencia de la casa para desarrollar historias increíbles imaginadas por los niños. La casa se convertía en mil escenarios diferentes. En uno era una cárcel en la que había que liberar a presos detenidos por fuerzas enemigas sin ser detectados por estas, en otra una nave espacial, en otra una cabaña en la selva… Una vez más recuperamos juegos sencillos imaginativos y divertidos.

Cuando se agotaron los escenarios para no hacer ruido, iniciamos el transporte de pequeños insectos en nuestros barcos de papel que hacíamos navegar en la bañera o abordábamos la captura de una araña invasora que había osado entrar por las ventanas que se abrían por el techo en toda la casa. Hay que decir que costaba cierto trabajo apagar las luces para ir a dormir. Temas relacionados:

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