Brett y John y su hijo Ben nos advirtieron que además de los animales domésticos era muy frecuente al anochecer y entrada la noche que la granja recibiera la visita de zorros, ciervos, conejos, buhos, tejones, erizos y otros animales salvajes.
Cada noche, armados de una linterna y con todo el silencio que éramos capaces de guardar, intentamos descubrir alguno de los visitantes nocturnos. Establecimos un turno de vigilancia activo entre los miembros de la familia, e intentamos identificar cualquier signo de perturbación en la granja. Un relincho de un caballo, un aviso de cacareo nervioso de las gallinas o un ladrido de los perros pastores. Lo malo de estos últimos es que Ruby y Kate parecían encantados con los visitantes externos y su sueño nocturno no era perturbado ni por los zorros. Jasper, el perro más pequeño, quizás estaría viendo la TV cómodamente en la casa de los granjeros.
Los animales no domésticos en libertad
La gran cantidad de vehículos que pasan por las carreteras locales de las áreas rurales se convierte en un arma letal severisima para los animales que viven libremente en la zona. Es impresionante y entristecedor ver la cantidad de animales muertos en las cunetas de estas carreteras. Pudimos ver ciervos, tejones, zorros, multitud de conejos, erizos y otros muchos animales. Para nosotros fue una forma triste de confirmar su inequívoca presencia por aquellas tierras y animarnos a proseguir su búsqueda. En un hermoso anochecer, por uno de los caminos de la granja mi mujer tuvo la suerte de avistar nuestro primer animal. Un hermoso ciervo que cruzaba lenta y sigilosamente, como deseando no llamar la atención. Nos miramos con regocijo, pero sin poder exclamar la emoción que nos produjo esta primera visita para no espantarlo y poder observar mejor. Los ciervos en libertad y en su entorno natural son de los animales más bellos y majestuosos, parecen como una continuación del paisaje. Fue una visión efímera pero muy estimulante para toda la familia, pese a que con la excepción de mi mujer, para el resto fue un visto y no visto.
Nuestro segundo animal fue un hermoso faisán, que también nos visitó en otro anochecer mientras cruzaba uno de los prados cercanos a la casa. Esa misma tarde habíamos visto una convencción de cuervos en el mismo sitio. Más de un centenar de estos pajarracos concurrieron asambleariamente con su plumaje negro y su aspecto inquisitivo. La verdad que su presencia era perturbadora y evocadora de escenas del castillo negro en la conocida serie «Juego de Tronos». Desaparecieron y la presencia del faisán vino a dar un aspecto más tranquilizador al prado. En la finca había multitud de especies de pájaros, sólo había que mirar a los prados, a los árboles o al cielo. El cielo inglés, incluso con nubes, es muy bello durante los veranos.
Los días de buen tiempo salen globos de la cercana ciudad de Bath, añadiendo al paisaje un elemento más de singularidad y belleza. Aunque lo seguimos intentando noche tras noche, lo cierto es que no vimos más animales. Sin embargo, nuestra persistencia sería compensada una de las noches con otra sorpresa inesperada. Y es que cada noche, aparte de las linternas, llevamos un poco de leche y migas de pan para los erizos., que tuvimos la suerte de descubrir en otra granja dos años antes. Y fue entonces cuando en ese preciso momento nos percatamos mirando la inmensidad del cielo, un fenómeno que nos sorprendió a todos.
No solo es peligroso por los pobres animales sino que también puede serlo y mucho para los conductores.