Visita corta a Guadix

Parada en Guadix

Si entras en Andalucía por la parte de Levante, desde Puerto Lumbreras puedes ir hacia Almería o hacia Granada. Si vas hacia Granada debes de pasar por Guadix. Allí hicimos la primera parada del viaje para descansar un poco y comer algo pues ya se había hecho la hora de almorzar.

Guadix es uno de los asentamientos humanos más antiguos que se conoce en la península ibérica. Su fundación como ciudad se debe a Julio César allá por el año 45 antes de Cristo, y su nombre actual es de origen árabe. Es famosa la ciudad por las cuevas trogloditas que se encuentran en sus afueras y que están habitadas desde tiempos inmemorables. Dicen que el origen de estos habitáculos proviene de la época de la Reconquista por los Reyes Católicos, aunque parece más probable que las primeras cuevas fueran horadadas en la roca por algunos moriscos de lugar que regresarían de forma clandestina después de su expulsión por Felipe II en 1570.

La ciudad cuenta con una Alcazaba árabe del siglo XI, declarada monumento nacional y una grandiosa catedral, con una esplendida fachada barroca, que en algunos aspectos está considerada como una réplica de la catedral de Granada. Pero a mí el espacio que más me gusta es la plaza del Ayuntamiento y su puerta de entrada. Enclavada frente a la Catedral, toda ella porticada, rectangular, manteniendo un espacio libre, peatonal, en su centro desde el que se puede contemplar el clásico frontispicio del edificio del Ayuntamiento en cuya parte alta está grabada una larga leyenda que recuerda el año en que se construyó y quien era el corregidor de la ciudad en ese momento.

Comer en Guadix

Nos sentamos en la terraza del bar Liceo, en un lateral de la plaza, pero no pudimos estar allí más de diez minutos. Era martes de la semana de Pascua. Una señorita muy amablemente me explicó que iban a cerrar ya, pues tan sólo habían abierto para dar desayunos y estaban todos muy cansados por la Semana Santa lo que hacía que ese día se lo tomaran como descanso en casi todos los bares y cafeterías de la ciudad. Menos mal que los clientes se habían levantado tarde, pues era bien pasado el mediodía y el que alguno estuviera desayunando todavía nos permitió poder tomar una cerveza con relativa tranquilidad.

Fuimos a comer al Hotel Comercio. Habíamos estado allí hacía años, en nuestro primer viaje a Doñana y teníamos la garantía de que estaba el comedor abierto. El hotel Comercio es un hotel de cuatro estrellas reformado no hace mucho, con Spa, piscina cubierta, sala de audiciones y todo lujo de modernidades según reza en su folleto promocional. Sin embargo, su restaurante tiene un cierto aire retro que contrasta con lo anterior. Nos encontramos con algunos de los mismos comensales con los que coincidimos hace años, me pareció a mí, que además hablaban de lo mismo que entonces. Tres mesas ocupadas por dos parejas y un caballero solo, todos ellos bastante ancianos, que hablaban entre sí comentándose asuntos familiares y despidiéndose puesto que todos ellos partían de viaje ese día o al siguiente. Por un momento me recordó alguna escena de la excelente película Mesas Separadas que en el año 1958 protagonizó David Niven y que se desarrolla en un hotelito de la costa de Inglaterra. Se notaba que eran clientes habituales que habían ido a pasar la Semana Santa y que por razones familiares debían pasar temporadas más o menos largas en Guadix. Al rato empezó a llegar más gente, funcionarios destinados en la localidad, empleados bancarios y algún turista que, como nosotros, no había encontrado sitio donde comer. En total dieciocho personas pasaron ese día por el comedor. Lo sé porque le encargamos a Rubén, para que no se aburriera, que contara el número de comensales y fuera restando y sumando según se iban marchando o llegando al comedor.

Pero lo más curioso de la comida fue su menú. Costaba 11,77 euros, impuestos incluidos, y podías elegir entre tres o cuatro primeros platos y tres o cuatros segundos. Pero daba igual. Tú elegías y el camarero te traía lo que se le ocurría. Conmigo no acertó ni en el primero ni en el segundo plato. Una vez terminado el almuerzo reemprendimos la ruta no sin antes hacer unas cuantas fotos del hotel y sus aledaños.

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Lo lamentamos. No hay nada que mostrar aún.

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