Unas horas en Carmona

Después de estar varios días por la provincia de Huelva iniciamos el regreso a casa el sábado. Teníamos que ir a dormir a Écija, pero antes de llegar le hice caso a otro buen amigo, José Antonio, y paramos a comer en Carmona. Fue un acierto. Entramos caminando a la parte vieja de la ciudad por el Alcázar de la puerta de Sevilla. A pesar de estar la puerta en obras de restauración, seguía transmitiendo la sensación de que entrabas en una fortaleza. A los pocos metros, en la Parroquia de San Bartolomé, nos sorprendió la celebración de una boda. Los novios fueron recibidos con vítores y arroz a la salida de la iglesia y a continuación se subieron a un camión, adornado al efecto, para ser paseados por las calles de la ciudad con gran algarabía por parte de los invitados.
Carmona tiene un patrimonio histórico excepcional con gran cantidad de edificios de arquitectura civil y religiosa de estilos diferentes, mudéjar, renacentista o barroco. Apenas pudimos estar en la ciudad tres horas, justo el tiempo de dar un paseo por el casco histórico y almorzar. Lo hicimos en el restaurante El Tabanco a espaldas del Hotel Alcázar de la Reina, donde nos ofrecieron una paletilla de cordero, deshuesada, que no estaba nada mal. El sitio tiene su encanto ya que nos pusieron en un rincón del restaurante que se llama “el rincón de la cacharrería”, decorado con fotografías de cantaores y motivos artesanales que te hacían más agradable la estancia.
Después de almorzar aproveché para hacer algunas fotos antes de partir hacia Écija. A la salida de la ciudad nos cruzamos con un entierro. Un lento desfile de automóviles seguía a un coche fúnebre. Qué cosas, un alegre recibimiento y una triste despedida. Esto nos hizo prometernos que volveríamos a la ciudad para disfrutarla con más sosiego, y si es posible alojarnos en el Parador de Carmona, que según dicen es el más bello de Andalucía.

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