gracia y dejan a un lado los problemas del mundo para cuidar de sí
mismos, pero yo no soy una de ellas. Mi esposa y yo damos un modesto
apoyo a varias organizaciones benéficas. Ellas nos mantienen al
tanto de sus actividades y su necesidad de más apoyo. En la mayoría
de los envíos hay nuevas peticiones de ayuda de organizaciones de
caridad y estamos en la lista de correo electrónico de varios grupos
que luchan por la justicia. Tratamos de estar al día de las crisis
humanitarias masivas que se producen en el mundo, pero nos gustaría
tener el poder, la oportunidad y la energía para hacer más, para
estar al tanto de las noticias, pero no sentirse lastrados por
ello.
Siria es fácilmente olvidada por los medios de
comunicación, pero entonces un área concreta de necesidad salta a
los titulares: por ejemplo, las familias amontonadas en un
alojamiento temporal que empieza a ser permanente. Hoy hay un largo
artículo en The Guardian con una imagen de una zona devastada de
Damasco, antiguos hogares de la gente que ahora son sólo escombros.
¿Cómo va a acabar esto? ¿Y cómo alguien como Assad permite que
todo su país se destruya lentamente a sí mismo y mate a su gente?
La sensación de que el mundo está gobernado por locos se refuerza
con cada nueva tanda de noticias.
Yo soy simpatizante de
Friends of Sabeel, una organización cristiana que pide la paz en
Israel y justicia para los palestinos. Me resulta doloroso leer la
información que se envía por correo electrónico cada semana y
difícil de responder la invitación a orar por ello. De un boletín
reciente: «Mientras el mundo se centra en los numerosos
disturbios del Medio Oriente parece haberse olvidado de Palestina. Y
sin embargo a nosotros que vivimos aquí nos hacen todos los días
conscientes de las continuas dificultades de la vida bajo la
ocupación. Sólo esta última semana, se destruyeron casas, se
detuvieron personas y se confiscaron tierras. 40 miembros de una
familia se quedaron sin hogar cuando su casa fue demolida en Beit
Hanina, 80 civiles palestinos fueron detenidos en Cisjordania,
incluyendo 8 niños y 3 miembros del Consejo Legislativo Palestino».
Hace poco leí una autobiografía ‘En busca de Fátima’ de Ghada
Karmi, cuya familia huyó de la ocupación de su país por
inmigrantes judíos en 1948. En el proceso, ella perdió un sentido
de identidad que nunca recuperó.
El Boletín de Sabeel de
hoy, que acabo de recibir, comienza de la siguiente manera: «Señor
Dios, venimos a ti de nuevo hoy con las preocupaciones que nos
oprimían la semana pasada, el mes pasado, incluso el año pasado.
Sabemos que trabajas a nuestro alrededor, pero estamos cansados.
Por favor, renuévanos con esperanza para cada día». Esa frase:
‘Estamos cansados’, me conmueve mucho; y la pasión y la
persistencia de ese grupo hace que mi preocupación por la necesidad
en el mundo parezca trivial, y mi enojo por la forma en la que mi
país está siendo despojado de su equidad y justicia por el actual
gobierno se pone en perspectiva.
Bryan