El cuidado de la gente

A salvo del destino de tantos otros organismos paraestatales, la Comisión de Calidad de la Atención Sanitaria (C.Q.C., por sus siglas en inglés) en el Reino Unido no sólo ha sobrevivido a los recortes del gobierno de coalición, si no que ha visto incrementados sus poderes. Desde su creación en el 2009, la Comisión ha tenido a menudo problemas de falta de liderazgo y desempeño irregular, pero ahora su último informe, publicado la semana pasada, está causando problemas.

Basado en 13.000 inspecciones de residencias de ancianos y hospitales el informe es positivo sobre la competencia general de la atención médica y domiciliaria. Sin embargo, sus resultados negativos han atraído la atención de los medios de comunicación. Incluso el ministro de Salud, Jeremy Hunt, lo ha mencionado. Le oí decir en la televisión «es una llamada de atención»; y añadió: «pero no es un problema de dinero». Si eso es lo que piensa, tiene que despertar. Hay muchas cosas involucradas, pero la financiación inadecuada es una de ellas.

La C.Q.C. descubrió que el 15% de los hospitales y el 20% de las residencias de ancianos no podían garantizar que los residentes tuviesen suficiente comida y bebida y que no se encontrasen en peligro de sufrir desnutrición. La escasez de personal, en casi el 25% de las residencias de ancianos y el 16% de los hospitales, están poniendo en riesgo la calidad y la seguridad de la atención. La falta de personal y la escasa formación a menudo implica que los pacientes y residentes están siendo tratados como «un conjunto de síntomas», en lugar de como seres humanos vulnerables y, posiblemente, asustados.

Más de 400.000 ancianos viven, hoy en día, en el Reino Unido, en 18.000 residencias y tres cuartas partes de ellas son privadas. Un estudio de tres años llevado a cabo por el programa ‘My Home Life’, ha analizado lo que son buenas prácticas en las residencias. En su informe del mes pasado ofrecieron una recomendaciones clave sobre cómo mejorar la vida de las personas mayores que viven y mueren en estos centros, argumentando que el progreso está siendo frenado por una cultura de «negatividad» y «estigma» inculcada tanto en los trabajadores como en las personas mayores en sí, al carecer, la mayoría de las residencias, de compromiso con su comunidad local y del apoyo de los servicios de salud y las autoridades locales.

Tom Owen, codirector de la agencia My Home Life señaló: «Si bien sabemos que hay un montón de buenas prácticas por ahí, demasiadas residencias experimentan la desconfianza de la comunidad y los servicios legales, lo que únicamente sirve para aumentar su sentimiento de aislamiento y reducir su capacidad para ofrecer una experiencia positiva a los ancianos. La calidad en las residencias de ancianos tiene que ser responsabilidad de toda la comunidad, no sólo del personal». Y, del gobierno, añadiría yo.

He visitado muchas residencias como parte de mi trabajo y desde mi jubilación y en ellas he tenido muchas experiencias buenas y, en ocasiones, terribles. La atención a la creciente población de personas mayores en los hospitales, en las residencias y en casa es, ahora, un problema social importante. Y es necesario abordarlo con urgencia.

Bryan

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