Eso es el titulo de un libro escrito por Sandor Marai el cual acabo de leer. Originalmente fue publicado en Hungría en 1942 y ahora ha sido traducido al inglés por Carol Brown Janeway y fue publicado en Inglaterra en 2002. Es uno de varios libros escritos por este autor los cuales han sido reeditados. Marai sobrevivió la segunda guerra mundial pero después de estar perseguido por los comunistas huyo a Italia y mas tarde fue a los Estados Unidos donde permaneció.
Nunca he leido nada parecido. La novela no contiene ningún argumento. Básicamente se trata de la amistad entre dos hombres quienes amaron a la misma mujer. Gran parte del libro se trata de las reflexiones un personaje llamado ‘el General’ el mayor de los dos hombres después de ver su amigo después de un intervalo de cuarenta años. Durante esa época no hubo ninguna comunicación entre ellos. Tienen una conversación que dura toda la noche hasta el amanecer cuando el mayor de los dos llega a un tipo de resolución pero la amistad no esta restaurada.
Es un libro poderoso con mucho ambiente pero para mí esta marcado por un pesimismo que encontré inquietante, especialmente cuando el carácter principal refleja sobre el tema de envejecer.
‘Envejecemos despacio. Primero nuestro placer en vivir y otra gente disminuye, gradualmente todo empieza a parecer real, entendemos el significado de todo, todo se repite en un tipo de aburrimiento inquietante…Es en función de la edad…Después nuestros cuerpos envejecen, no todo a la vez. Primero los ojos, las piernas o el corazón. Envejecemos poco a poco. Y de repente nuestro espíritu empieza a envejecer, aunque tenemos cuerpos viejos nuestras almas recuerden y buscan y celebran y añoran la alegría. Y cuando eso desaparece el único cosa que permanece es la memoria o la vanidad y después estamos finalmente realmente viejos. Nada puede pasar que nos sorprenda jamás…y ya no queremos nada ni bueno o ni malo. Eso es lo que significa ser un anciano’.
Mientras reconozco algo real en lo que dice este autor su referencia en todo repitiéndose ‘en un aburrimiento inquietante’ es algo que me choca. Espero que no sea verdad para mí. El problema es que reconozco la posibilidad de que mi vida sea así. Podría pasar. Mientras envejezco el reto de mi agenda diaria es llenar cada día con cosas para hacer dado que ya no trabajo.
Los brasas son lo que permanezca cuando el fuego se apaga, pero siguen quemándose. El anhelo para la alegría a que se refiere Marai es para mi mas que eso. Si es cierto. Incluso la experiencia que permanece, algo de que no habla Marai, es el amor y la habilidad de amar. Eso es para mí el motor y la razón de la vida sea cual sea tu edad.