La Vall de Boí

En el pirineo leridano hay una estación de esquí muy frecuentada por los aficionados a este deporte que dispone de unas instalaciones deportivas y residenciales muy aceptables. Se llama Boí-Taüll y está situada en lo alto de un pequeño valle donde están las poblaciones de Boí y de Taüll que junto con otros pueblos, en el que podríamos denominar valle principal, como Erill la Vall, Durro o Barruera conforman el municipio de La Vall de Boí en la comarca catalana de la Alta Ribagorza. Yo no he ido allí a esquiar nunca, pero es una zona muy rica en románico lombardo catalán y la gran cantidad de albergues y apartamentos rurales que han proliferado por todo el valle a causa del esquí, hace que sea un destino muy agradable para pasar unos días en verano.
Estuvimos hospedados en Barruera, el primer pueblo grande que encuentras ya adentrado en el valle, después de haberte desviado de la carretera de Francia a la altura de Pont de Suert. Barruera es la capital administrativa del municipio y dispone de bastantes servicios, lo que hace que sea un buen sitio para tomarlo como base en los desplazamientos por la zona. La carretera atraviesa el pueblo de punta a cabo dejándolo como partido en dos largas mitades. El rio Noguera de Tor, que baja desde los lagos de los Pirineos, discurre casi paralelo a la carretera y al pueblo. Dos amplios senderos situados en ambos márgenes, unidos por pequeños puentes colgantes que cruzan el rio, invitan al paseo. El rio lleva suficiente agua como para permitir la pesca controlada en algunos puntos, aunque los mosquitos que aparecen al caer la tarde pueden hacer algo molesta esta actividad.
El conjunto de iglesias del valle está declarado patrimonio de la humanidad desde el año 2000. Todas ellas están construidas en los siglos XI y XII y están catalogadas como ejemplos de lo que se denomina románico lombardo. La mayoría destaca por su torre campanario de varios pisos que apunta hacia el cielo desafiando a las nubes que siempre abundan en estos valles. En alguna de ellas, sus paredes interiores están decoradas con pinturas al fresco muy bellas, que son una reproducción bastante fiel de las pinturas originales, la mayoría de las cuales fueron trasladadas para su mejor conservación al Museo Nacional de Arte de Cataluña y al Museo de Vic. El pantocrátor de la iglesia de San Clemente de Taüll es el ejemplo más paradigmático de estas pinturas.
En total son nueve iglesias en siete poblaciones distintas: Taüll, Boí, Erill la Vall, Barruera, Durro, Coll y Cardet. No sabría ordenarlas por su importancia o belleza pero sí que me atrevería a aconsejar la visita a Santa Eulalia de Erill la Vall, pues justo al lado de la iglesia se encuentra el centro de interpretación del arte románico del valle. También es muy interesante visitar la ermita de San Quirce en Durro y la iglesia de Santa María de Cardet, que no tiene torre campanario, pero si una irregular espadaña en su portada y un ábside que está construido sobre un barranco, dando la impresión de que se vaya a desprender del edificio en cualquier momento. En Taüll, la población que se encuentra a más altitud, 1482m., hay dos iglesias. Casi en el centro del pueblo está Santa María, pero es San Clemente, situada casi al borde de la carretera que conduce a la estación de esquí, la iglesia más visitada, ya que está considerada como la que posee mayor riqueza artística del conjunto de las iglesias del valle. Siguiendo esta carretera, nada más pasar Taüll, se encuentra el restaurante El Caliu en donde se pueden degustar la cocina de la zona. Allí fuimos después de realizar la visita a las dos iglesias de Taüll y comimos de maravilla en un luminoso comedor con un ambiente familiar muy agradable. Tomamos para empezar ensalada tibia de mollejas de pato y después pollo con setas. Ambos platos estaban deliciosos.

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