¿Frío o calor contra el dolor?

¿Quién no ha sufrido un dolor muscular o un golpe? ¿Frío o calor? ¿Qué el lo mejor para cada caso?

El calor y el frío son las formas más comunes de terapia para aliviar el dolor. Que se utilice uno u otro va a depender de si el dolor es nuevo o recurrente.

 

Normalmente una nueva lesión causa inflamación e hinchazón, por lo que hay que aplicar frío para el dolor, justo después de un golpe o una caída.

El frío disminuye el flujo de sangre a la zona de la lesión y por tanto alivia la sensación de dolor agudo y reduce la inflamación. 

Mientras que el dolor que se repite (crónico o recurrente) debe ser tratado con calor.
El calor hace que llegue más sangre a la zona que duele y promueve la cicatrización. Aplicaremos calor en el caso de dolores musculares o en las articulaciones en las que no haya inflamación. 

Terapia de calor contra el dolor

El calor abre los vasos sanguíneos, lo que aumenta el flujo de sangre y el suministro de oxígeno y nutrientes para reducir el dolor en las articulaciones, relajar los músculos doloridos y mejorar la flexibilidad de los ligamentos y tendones.
El calor también disminuye los espasmos musculares y mejora la capacidad de movimiento. 
Se debe aplicar calor cuando existe dolor articular o muscular crónico, es decir cuando no está asociado con un traumatismo puntual.
El calor puede ser seco o húmedo. Se puede aplicar calor usando una manta eléctrica, una bolsa de agua caliente, bolsas de gel o con baños de agua caliente. Es importante tomar algunas precauciones al aplicar el calor como: 
  • No debe aplicarse demasiado caliente, ni directamente sobre la piel. Lo mejor es utilizar una toalla fina.
  • No aplicarse calor durante más de 20 minutos.
  • Hay que evitar aplicar calor si hay hinchazón. Primero aplicar frío, y cuando haya desaparecido la inflamación el calor.
  • No debe usarse calor si hay mala circulación o diabetes, ni si hay una herida abierta o puntos de sutura.

Terapia con frío para el dolor

El frío se debe utilizar durante las 24 a 48 horas después de una lesión, ya que ralentiza el flujo de sangre a la zona lesionada, y por tanto reduce el dolor y la inflamación, el espasmo muscular y el dolor. 
La terapia con frío está indicada para esguinces, torceduras, golpes, contusiones, dolores de cabeza y ataques agudos de gota. Se debe utilizar si la zona está hinchada o amoratada.
Se debe aplicar en las zonas lesionada durante no más de 20 minutos, descansar durante 10 minutos y volver a aplicar de nuevo. 
El frío altera la sensibilidad y puede provocar quemaduras, por lo que es importante no colocarlo directamente sobre la piel, y vigilar la zona cada pocos minutos para comprobar la integridad de la piel. 
Se puede aplicar frío utilizando: una bolsa de alimentos congelados (guisantes), cubitos de hielo en una bolsa, paquete de gel congelado, máscaras frías para aplicarlas sobre los ojos (muy útiles para aliviar las migrañas) o utilizando una toalla empapada en agua fría. 

 
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