Por qué correr nos hace más felices

Un subidón de felicidad

Si preguntas a algún corredor regular por qué le gusta correr, probablemente te dirán que le hace más feliz. Y aunque puede sonarte algo extraño, no lo es tanto.

¿Sabías que…

Caminar 30 minutos en una cinta puede levantar inmediatamente el estado de ánimo de alguien que sufre un trastorno depresivo mayor. O que un ejercicio moderado de sólo 30 minutos al día, durante 3 días a la semana mejora la calidad del sueño y la concentración durante el día.

Por qué correr te hacer más feliz

Correr es como una droga.

Correr de forma regular promueve la liberación de endorfinas en el cerebro. 

Las endorfinas son sustancias químicas producidas por el propio organismo y que estructuralmente son muy similares a los opioides (opio, morfina, heroína) pero sin sus efectos negativos. Son unas sustancias que produce nuestro cuerpo para conseguir atenuar el dolor y/o producir una sensación de bienestar. Por es por lo que se las conoce como hormonas de la felicidad.

Estas moléculas desencadena el mismo tipo de adaptaciones neuroquímicas en los circuitos de recompensa del cerebro que las drogas adictivas. 

Estudios más recientes han desvelado que la anandamida, un compuesto endocannabinoide (homólogo al cannabis), también jugaría un papel fundamental en la reducción de la ansiedad y la tolerancia al dolor en los corredores. Este compuesto alcanzaría el cerebro más fácilmente que las endorfinas generando sensación de felicidad y aumentando la capacidad de resistencia del cuerpo frente al ejercicio.

Además de estas dos sustancias, parece que en la sensación de bienestar, de libertad y de energía extra que los corredores experimentan también participa la dopamina. Este neurotransmisor es el que contribuye a la euforia y a la adicción que, incluso varias horas después de correr, muchos corredores sienten.

 

El mejor sitio para correr.

Investigadores de la Universidad de Stanford estudiaron el impacto de la actividad física en la rumiación, o lo que es lo mismo, pensamientos nocivos que no dejan de rondar por nuestras cabezas. Que aparecen una y otra vez generando un sentimiento de frustración, y que asociado con un mayor riesgo de depresión y otras enfermedades mentales.

Los participantes del estudio completaron una caminata rápida de 90 minutos, un grupo lo hizo en un entorno natural y el otro en un entorno urbano.

Al regresar al laboratorio, los que habían hecho la caminata en la naturaleza no sólo disminuyeron la rumia, estudios de resonancia magnética del cerebro mostraron una disminución de la actividad neuronal en la corteza prefrontal subenual, un área del cerebro asociada con la enfermedad mental.

Éstos beneficios no aparecieron en los participantes que dieron la caminata en un entorno urbano.

Hacer actividad física al aire libre, en un entorno natural, disminuye la preocupación, la ansiedad y otros pensamientos negativos.

No se conoce el mecanismo exacto por el cual la naturaleza provoca estos cambios en el cerebro. Los autores de la investigación piensan que a diferencia de las zonas urbanas, donde hay mucha gente, tráfico y ruidos fuertes nos hacen sentir amenazados, los entornos naturales nos ayudan a apagar nuestra respuesta al estrés.

 

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