Los pólipos son crecimientos anormales que se desarrollan en la superficie del colon
Los pólipos pueden variar en tamaño y forma, y aunque la mayoría son benignos, con el tiempo pueden llegar a ser malignos y acabar provocando un cáncer de colon.
Los pólipos intestinales no suelen producir síntomas, pero en algunos casos pueden causar sangrado, diarrea, estreñimiento e incluso en ocasiones dolor abdominal.
La colonoscopia es considerada la herramienta de detección más precisa para detectar pólipos, ya que permite examinar todo el colon y eliminar cualquier pólipo que se encuentre durante el examen. En la mayoría de las ocasiones se utilizan un colonoscopio flexible, y se realizan de forma ambulatoria con sedación para evitar cualquier tipo de molestia durante el procedimiento.
Si durante la colonoscopia se detecta la presencia de algún pólipo, se elimina inmediatamente durante el examen, atrapándolo con un asa de alambre que se pasa a través del colonoscopio.
Los pólipos pequeños pueden ser destruidos por simple contacto con una corriente eléctrica coagulante. Aunque en algunos casos puede que sea necesario más de un tratamiento o intervención quirúrgica adicional para su completa eliminación debido al tamaño o a la posición del pólipo dentro de la mucosa intestinal.
Una vez que el pólipo se ha eliminado, normalmente no vuelve a aparecer, aunque en las personas que han tenido pólipos anteriormente, se desarrollarán nuevos pólipos en el 30% de los casos.
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