Esta teoría no tiene en cuenta el hecho de que las empresas pueden cambiar sus ofertas para maximizar sus beneficios, de manera que lo que disponen para sí mismas esta semana, puede ser un mal negocio para sus clientes la próxima semana. También da por hecho que los cabezas de familia comparten el espíritu competitivo y no tienen nada mejor que hacer que buscar en Internet un nuevo acuerdo que sea mejor que el anterior. El sistema también ignora a las personas que no saben utilizar un ordenador, entre las que probablemente se incluyen aquellas que más necesitan la energía a un precio razonable, como los pobres y los ancianos.
La celebración del funeral de Nelson Mandela en presencia de cerca de un centenar de los llamados hombres de estado de todo el mundo, a pesar de las espantosas condiciones climatológicas, nos recuerda el extraordinario calibre de este hombre. Mandela salió, tras todos esos años de encierro, creyendo en las posibilidades de las personas que trabajan juntas, ya sean amigos o enemigos. La competitividad o enfrentamiento de unos contra otros, no para el bien común, sino para convertir a las personas en adversarios y dividirlas en ganadores y perdedores, no estaba en su naturaleza. Él vio el futuro de Sudáfrica en términos de una mancomunidad.
«Consenso» y «cooperación» son mejores palabras que competencia y buenas intenciones. Su significado asume que las personas pueden trabajar juntas por el bien común. Son palabras liberadoras y creativas y pueden constituir el medio y el foco de un propósito común. Deberíamos intentarlo.