Golpeados por el presupuesto

Ha habido mucha controversia en el Reino Unido sobre el Presupuesto, anunciado por el Canciller la semana pasada. Editor de Economía de The Guardian lo llamó «cínico, engañoso y regresivo». Hoy, en The Observer, Will Hutton (Presidente del Big Innovation Centre) señala que el presupuesto estuvo «plagado de disimulo y, en ocasiones, próximo a la mentira’.

La pregunta habitual sobre quién sale mejor parado con el presupuesto se ha centrado este año en si los ganadores son los ricos y los perdedores los pobres, especialmente los pensionistas más pobres. Gran parte del contenido del presupuesto se filtró durante varias semanas. Pero con una excepción. El recorte de 3.250 millones de libras en las pensiones de los 5 millones de ciudadanos de la tercera edad, conocido comúnmente ahora como el «impuesto de las abuelas», era una mera nota al pie en el discurso del Canciller. La prensa se ha mostrado inusualmente unida en su condena a este recorte, descrito casualmente por George Osborn como una mera «simplificación tributaria».

Muchos jubilados se encuentran en la pobreza y el presupuesto hizo muy poco para remediar esta injusticia, algo más imperdonable cuando se compara con la reducción de impuestos a los ricos y los diversos incentivos a la comunidad empresarial. «Mejores negocios» es el mantra de este gobierno, como si todos los males de la sociedad se pudieran solucionar si hay más empresas emprendedoras libres de una restricción fiscal excesiva.

Hay 10,3 millones de personas en el Reino Unido que tienen más de 65 años, casi una de cada seis de la población. No obstante, la mayoría de los pensionistas de mi generación son afortunados. Tenemos atención médica gratuita, viajes gratis en autobús, licencia de TV gratuita y pagos de combustible en invierno. Yo tengo una asignación relacionada con la edad y esto es lo que Osborn va a restringir a partir del próximo año. Debido al bajo interés de nuestros limitados ahorros, nuestros ingresos provenientes de esa dirección son efectivamente nulos, pero el corolario es que el interés de nuestra hipoteca también es bajo. Cuando nuestras hijas fueron a la Universidad lo hicieron sin ningún coste para nosotros o, como es el caso de los jóvenes en la actualidad, como deudores del Estado. También somos más propensos a votar en las elecciones que otros sectores de la opinión pública.

Sin embargo, hay flagrantes omisiones en el presupuesto tan alarmantes como la legislación que afecta a los ciudadanos de la tercera edad. No se anunciaron medidas para hacer frente a los millones de jóvenes que están sin trabajo y hay nuevas restricciones en los pagos de asistencia social a los desempleados o discapacitados, en algunos casos, calumniados por el gobierno como «vagos». Para ambos grupos, así como para los pensionistas, hay pocas oportunidades de mejorar su situación.

Bryan

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