LLENAR EL TIEMPO
Tengo dos tipos de amigos-amigas. Aquellos que, como yo, descubrieron con su
jubilación un mundo nuevo y aquellos para los que el pasado siempre fue mejor. Los primeros viven de cara al futuro, sin plantearse cuan largo va a ser su recorrido. Los segundos estiman simplemente que no tienen futuro.Son pasivos ante su futuro.
A los primeros me los encuentro en el gimnasio, en las librerías, en la calle, en los supermercados y en las pizzerías; siempre atareados. Nos citamos, compartimos tertulias y libros, y planeamos viajes juntos. Simplemente vivimos y nuestras caras transmiten optimismo porque no damos trecho a la tristeza.
A los segundos apenas los veo y, cuando esta rareza ocurre, me cuentan que apenas salen, que se encuentran aburridos, que practican el sillón-ball y que “ mis nietos me van envejeciendo día a día”. Nuestra mayor oportunidad de charrete es el Tanatorio porque este nuevo y trágico hotel se ha convertido, más que en cita obligada de condolencias, en lugar de tertulia y chismorreo.
Evidentemente estoy simplificando en caricatura a mis amigos pero, es sabido, que tras esos dibujos informales se esconden rasgos importantes de la realidad.
La primera pregunta, no exenta de agobio y preocupación, que se le presenta al jubilado, justo al dia siguiente del salto mortal de la renuncia, es el de “ Y.. ¿ Que voy a hacer ahora?”.
No voy a caer en la tentación de aconsejar porque llenaría más de zozobra a quien necesita más que nunca serenidad y calma.
LA ACTITUD ES LA CLAVE
Llenar el tiempo, cuando es más que nunca nuestro, es cuestión de actitud ante la vida.
Y actitud es acción, voluntad de querer, posicionamiento decidido de puertas abiertas para que entre el aire de la vida que traiga la modernidad.
Según la ciencia los niños no se plantean cómo andar. Es la misma vida, el crecimiento del cerebro, la necesidad de salvar las distancias, el deseo de alcanzar lo que está lejos, seguir a la madre o jugar con el gato crean en el bebé un impulso interior que, desde al cerebro, activa el movimiento. Movimiento al principio lento y torpe y, con el tiempo…“corre que te pillo”. .
Llenar el tiempo del jubilado es tarea que le corresponde sólo a él. Depende sólo de él y sus circunstancias. Se trata de crear la necesidad de salvar la vida. Por ello sería absurdo que un desconocido tratase de hacer un programa .
Yo pienso que, inexcusablemente, ha llegado el momento de decidirse a sacar del baúl las viejas aficiones, las cosas que siempre nos gustaron, recuperar las amistades olvidadas; aquello que uno siempre deseó hacer o vivir y que, la rutina y la disciplina del trabajo, le impidieron realizar.
Por otra parte la curiosidad de conocer, de saber más, de descubrir nuevas aficiones, de encontrar nuevos mundos, que tal vez nunca atrajeron nuestra curiosidad, ha de aprenderse como el niño aprende a caminar aplicando el instinto con esfuerzo y con voluntad.
UN PROYECTO DE VIDA
La jubilación es un proyecto de vida y como tal supone un planteamiento de cara a un objetivo que cumplir y unos medios para alcanzar el objetivo de VIVIR CON PLENITUD, asumiendo con sinceridad que ese proyecto es sólo mío y como tal debo enfocarlo.
Estaré en el camino para alcanzar las cotas más altas para poder disfrutar del día a día sabiéndome útil y activo. Pensar, reflexionar, en una palabra enriquecer nuestra mente, tiene un papel tan decisivo que yo me atrevería a decir que sin una actitud activa y positiva no puede haber una senectud como premio a una vida de trabajo.
Llegar a la etapa final de nuestra vida con las nostalgias de tiempos pasados es llegar al frente de la lucha por la supervivencia, derrotados y vencidos.
La actitud positiva y eficaz es la de mirar la vida con ilusión de seguir. Y esto no se conseguirá sin una mirada nueva y distinta, exenta de pesos del pasado.
A mis aburridos amigos les pesa en demasía la nostalgia. No les vendría mal aprender de Epicúro que “La manera de librarse del temor a la muerte es vivir”
Recalqué en otros escritos de esta serie que la jubilación suponía un duro y difícil esfuerzo para llegar a cerrar la puerta del pasado y abrir otra, mucho más luminosa, que contempla el futuro.
Me reafirmo en lo dicho después de haber leído muchos libros de autores especializados
que tratan con profundidad el tema del jubilado desde una perspectiva más científica.
Se suele afirmar que la vejez de cada uno es proporcional a la vida que se ha llevado previamente, en la etapa de madurez. Es cierto; pero también lo es que la voluntad, el esfuerzo y el deseo de disfrutar de un mundo, que todavía nos pertenece, puede y debe corregir lo que no se hizo a tiempo: puede y debe cambiar la mente y con ella la actitud.