CORRUPCION

Corrupción y democracia

Pocas cosas hay que dañen tanto a la democracia como la corrupción institucionalizada. Aquella que se mueve entre los entresijos de los vacíos legales, del conformismo político y de una presumible complicidad.

Cuesta trabajo entender la polémica del 3% en los términos que se desenvuelve. Cuesta trabajo entender a un Presidente de la Generalitat, con muchos años de experiencia política, que en una sesión del Parlament lo suelta como arma arrojadiza.

Ante los rumores, transparencia

Si es un rumor a gritos en la calle se supone que la máxima autoridad catalana debería tomar medidas urgentes y eficaces para esclarecer hasta el último extremo las sospechas, evidencias o rumores… Incluso, si fueran de este último género, hay una obligación política de eliminar fulminantemente la base que los alimenta. No hay eliminación posible sin transparencia, publicidad y el desarrollo de normas y medidas eficaces.

Nada de esto hemos oído estos días. La sombra de dudas, de sospechas de este género, sin que se tomen iniciativas, daña la democracia. Quizás el problema sea de una gravedad mayor de lo que a la clase política quiere admitir.

Hoy la prensa se hace eco de la noticia de que un pequeño constructor denuncia supuestos pagos en dinero negro del 20% de comisión por obras que efectuó en los dos últimos años para una empresa pública de la Generalitat encargada de la rehabilitación de viviendas.

El empresario asegura que hizo los pagos «en negro» a un pariente lejano del entonces conseller de Política Territorial i Obres Públiques, del gobierno de CIU. «Estoy deseando que me llame la Fiscalía Anticorrupción», afirma.

El actual sistema blinda la corrupción

Los expertos saben muy bien que el actual sistema supone un blindaje en toda regla para la corrupción. Pocos empresarios se atreverían a tomar la iniciativa de confesar ante un juez que han pagado una comisión. Tan culpable es el corrupto como el que corrompe. Esta es la base de la mayor complicidad.

La contratación ilegal de mano de obra, la existencia de un entramado complejo de pequeñas empresas, autónomos, inmigrantes… la generación de una economía irregular, casa muy bien con la capacidad de generar comisiones en el sector de la construcción a través de los reformados, revisiones de precios, liquidaciones, indefiniciones de proyectos y oscurantismos en los procesos de licitación y adjudicación. Es un secreto a voces. En el actual sistema hay más capacidad de controlar los impuestos de un funcionario o un jubilado que a los miles y miles de millones de euros que mueven las empresas constructoras.

Se nos podrá decir que en este país se ha enviado a la cárcel a altos cargos políticos por corrupción o por el uso de fondos reservados. Esto, sin duda, le ha dado credibilidad al sistema judicial y a la democracia en España. Paradójicamente, en esta credibilidad se estaría sustentando un conformismo y un exceso de confianza a la hora de evaluar la capacidad actual de los controles de la administración y la justicia para hacer frente a un corrupción mucho más sofisticada y difícil de desenmascarar por las propias reglas que la definen.

32 Respuestas

  1. Anónimo 20 años ago
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  5. Euroresidentes 20 años ago
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  9. Anónimo 19 años ago
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  13. angel-6 19 años ago
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  29. Anónimo 17 años ago
  30. Anónimo 16 años ago

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