Galicia y España
España es diferente, definitivamente sí. No hay nada más que ir a Galicia. Esa Galicia industrial, moderna, de empresarios globales como Amancio Ortega, el propietario de Zara. Y esa misma Galicia es la de Fraga y el BNG. La de Francisco Vázquez y el Depor.
Una de las capitales de Galicia es Santiago de Compostela. Estaba yo en el Parador de los Reyes Católicos -quizás el mejor establecimiento de la red de Paradores, todavía guardo las fotos de Santiago -no son una gran cosa- y en aquella inquietante tranquilidad de unos maravillosos muros que mandaron a construir los Reyes Católicos me pregunte si Galicia era lo más parecido a España.
Mi mente no iba buscando similitudes con los paisajes, las gastronomías, las lenguas o las gentes. Era más bien, si tanta contradicción, tanta disparidad no tenía uno de sus mejores albergues, uno de sus mejores reflejos en Galicia.
Cuiña, sus zonas rurales, Vigo industrial, la Coruña socialista, Santiago, Toñi Vicente, el albariño, el lacón con grelos, los pimientos del padrón, el marisco… Aquí nadie te da instrucciones de cómo cocer el marisco. Se come y ya está. Imposible dar explicaciones de nada.
Manuel Fraga
Para explicaciones, habrá que explicar porqué Fraga, tras la Galicia del Prestige y el chapapote, nacido en 1922, ministro de Franco, fundador de Alianza Popular, presidente del Partido Popular, padre de la Constitución democrática española y tras quince años siendo Presidente de Galicia, a sus más de 82 años, no ha continuado con la mayoría absoluta por sólo unos miles de votos.
¿Pero lo asombroso son la razones afirmativas o negativas? ¡Ah! es que de eso se trata.
Sin duda, Don Manuel Fraga es un político excepcional. Y Galicia, también… como España.