Acabo de leer una encuesta de la Escuela de Negocios de la Universidad de Phoenix que muestra que más de la mitad de los estadounidenses son propietarios de un negocio o aspiran a ello. El estudio no hace sino confirmar que uno de los principales activos de la economía de los Estados Unidos sigue siendo los empresarios, emprendedores, startups tecnológicas, e incluso mucho más: los ecosistemas de innovación tipo Silicon Valley que generan…
Los empresarios y emprendedores en países como Estados Unidos son un icono del país, tienen consideración y respaldo social, sus opiniones son generalmente respetadas. Son la base de una economía fuerte, competitiva y con capacidad de afrontar un futuro complejo, de cambios disruptivos e incertidumbres..
Ser empresario en España
¿Exagerado? No tanto. Hemos creado un país de cultura «papá Estado lo resuelve todo |
¿Qué pasa en países como España? La percepción no parece óptima. Y utilizo éste término para ser «suave». Actualizo (21/02/2015): Según un informe de Young Business Talents los jóvenes españoles, son los que menos quieren emprender del sur de Europa, una tercera parte quiere convertirse en funcionarios (32%), por encima de italianos (17%), griegos (13%) y portugueses (11%). Algo que nos debería hacer pensar y preocupar.
Ser empresario en España -lejos del reconocimiento social de otros países- se debate a menudo entre el menosprecio y la sospecha. Entre los que más respetan el ámbito de la empresa, «hacer negocios» es sinónimo de «matarse a trabajar» y enfrentarse a mil dificultades. En el lado opuesto «ser funcionario» es consolidar nuestra zona de confort y sinónimo de «enormes derechos «mínimas obligaciones».
Hay 10 verdades incomodas de escuchar, son quizás una visión pesimista, pero ahí van (imágenes seleccionadas por colaboradores).
1. Hay una tendencia a generalizar el perfil de «empresario corrupto» con amplio eco mediático.
Es evidente que una parte de los empresarios, tras 14 años de burbuja, especulación
inmobiliaria y de corrupción han generado una pésima imagen. Hay una tendencia social a meter todo en el mismo saco. En España hay empresas modernas internacionales muy competitivas, empresarios innovadores y talentosos de los que se habla muy poco y que, generalmente, quedan cuanto menos eclipsados ante la popularidad de los corruptos. Paradójicamente no se toman medidas relevantes para atajar la corrupción (Ley de Contratos del Estado, inspección efectiva, transparencia, controles efectivos…). A nadie se le escapa que la corrupción está anidada en el ámbito de la relación entre la empresa y el sector público.
La corrupción no escandaliza: hemos aprendido a convivir con ella y a votar a los corruptos, Imagen: cruzadacentrocultural.org |
2. Falta conciencia social sobre las reglas de juego del sistema de mercado y de la globalización.
Empecemos por el hecho de que hay una escasa conciencia social de las implicaciones y exigencias de una economía del mercado y la globalización. Y también de sus alternativas. Algunas propuestas políticas, sindicales o mediáticas parecen sacadas de un cuento de ciencia ficción. Si fuéramos conscientes de las reglas del juego seríamos mucho más productivos, por ejemplo, a la hora de plantear salidas efectivas y responsables a la crisis económica. Temas sobre cómo aumentamos nuestra tasa de emprendimiento y la viabilidad de las empresas (o lo que es lo mismo, la reducción de su mortalidad) son claves. Las exigencias de competitividad internacional de las empresas tendrían que estar muy presentes en la mente de todos. Máxime ante la apremiante necesidad social de generar empleo masivo y reducir el paro de larga duración. Frente a esto nos entregamos a un discurso demagógico sobre el estado del bienestar sin anteponer cómo se financia.
3. Culto popular y reconocimiento al futbolista, al juez, al profesional público…
La cultura popular de la calle olvida que para la recaudación de impuestos es clave la actividad económica privada. No hay gasto público sin recaudación de impuestos y sin empresas. La demagogia de determinados argumentos políticos es asombrosa. El Estado del Bienestar y el gasto público que lleva consigo (educación, sanidad, servicios públicos) se financia con los impuestos que pagan las empresas y las personas que trabajan en las empresas. Ganar dinero y pagar todos los impuestos no genera reconocimiento social, a veces todo lo contrario. Aquellos que más ganan más financian la educación o la sanidad. Pero en España parece como si aquel que gana dinero estuviera bajo sospecha. Demonizar el dinero tiene raíces culturales históricas que afloran con facilidad. Al mismo tiempo que se entrona al futbolista millonario que no paga impuestos, se demoniza al empresario que cumple con sus obligaciones tributarias. Un empresario puede llegar a pagar más 45 euros de impuestos por cada 100 € de actividad económica que genera en su negocio (*). Un país inteligente debería ponderar «mimar» 100 «amanciosortegas» que pagen cada año sus impuestos (incluso menos) que no uno al que amenazamos cada año con subírselos o repartirnos el capital en una suerte de revolución bolivariana.
Imagen: log.koldcast.tv |
4. Culto al defraudador y a la cultura de la picaresca.
Entre un empresario que respeta la legalidad y paga impuestos y otro que nos pide que le paguemos en negro nuestra comprensión y simpatía se decanta con frecuencia por el segundo. Hay funcionarios (cuyo empleo y sueldo depende de los impuestos) que siguen el juego a «profesionales» defraudadores con ingresos superiores o similares a las suyas. La economía sumergida está bien vista en España, cuenta con la mayor complicidad y comprensión social. Frente a esto, los empresarios que pagan impuestos son algo así como unos «super-explotadores» capaces de generar márgenes y ganancias enormes y, ante la opípara abundancia de beneficios, pagar impuestos es el «castigo merecido». No hay conciencia de que el fraude grande o pequeño corrompe al sistema (y acaba beneficiando más a los grandes)..
5. Los empresarios y emprendedores son sospechosos antes de empezar.
En el mundo hay dos sistemas para la creación de empresas. El inteligente: las administraciones inteligentes que dan todo tipo de facilidades (permisos, incentivos, rapidez..) y posteriormente tienen eficientes métodos de inspección y de control. El torpe: Las administraciones burocratizadas que exigen trámites complejos, lentísimos e inútiles y, una vez creadas las empresas en su territorio, la inspecciones y los controles son nulos, débiles o insuficientes. No hay que indicar dónde se ubica España. Cualquier proyecto empresarial es visto a priori como potencial infractor de cientos de normas irrelevantes en el terreno real. Un vez pasados estos incómodos filtros no hay medios suficientes que disuadan a los que tienen la tentación real de delinquir a través de su empresa.
5. Se prima lo público sobre lo privado, aunque el primero sea escandalosamente ineficiente.
En España, en las últimas décadas, bajo el paraguas de lo público, se han cometido atrocidades de gestión con altísimos costes. Se olvida que el sistema bancario que ha requerido el famoso «rescate» con cuantiosos fondos públicos ha sido el gestionado «públicamente» (cajas de ahorros) y sus Consejos de Administración controlados políticamente. Pese a esto algunos reclaman una «banca pública». Por no hablar del derroche de innumerables inversiones públicas sin sentido que pese a ser muy divulgadas (aeropuertos sin aviones, autopistas sin coches o vagones de alta velocidad sin pasajeros, construcciones faraónicas…) no crean conciencia del problema.
Imagen: regeneraciondemocratica.com |
6. No hay conciencia del exigente entorno de la empresa.
Seis millones de parados exigen muchos empresarios y empresas competitivas dispuestos crear empleo. Aunque es conocido hasta la saciedad que una empresa española, por ejemplo de muebles, se enfrenta a una muy dura competencia con una durísima pinza por arriba y por abajo (definida por arriba con las empresas de los países desarrollados -sus «Ikeas».capaces de generar competitividad con innovación, diseño, logística avanzada y, en general, abaratamiento de costes vía conocimiento. Y por abajo, empresas chinas, indias, brasileñas… con muy bajos costes salariales y precios que hunden el mercado), socialmente se exige a las empresas que generen buenos puestos de trabajo, indefinidos, bien remunerados… pero no toma de conciencia de la fuerte competencia mundial y generalmente hay poca implicación de los trabajadores (esto comparado con países como Japón hace mucho daño a las empresas españolas).
7. Universidad y la dificultad de digerir la cultura del emprendimiento.
El empresario del siglo XXI debería ser el empresario del conocimiento. El saber es el input fundamental para promover la innovación y la competitividad. Pero la universidad en muchos casos atrofia -no desarrolla- las escasas vocaciones empresariales. Los jóvenes universitarios optan mayoritariamente por la carrera funcionarial. ¿Cómo es posible crear empresas basadas en el conocimiento de espaldas a las universidades? ¿Cómo hacer posible que las universidades no rechacen la cultura empresarial?
8. La reacción social y el sentimiento de los jóvenes.
«Podemos» y su forma de calar en la sociedad, especialmente en los jóvenes es todo un indicador. Es comprensible y loable su intolerancia con la corrupción y su sentido de la austeridad pública. Más difícil es comprender la solidez de sus planteamientos de política económica. Imaginar un diálogo entre el líder de Podemos y Angela Merkel no es difícil. Nada que no haya ocurrido antes. Pongamos por caso entre Francois Hollande y Merkel, o entre el mismo Rajoy y Merkel. Esto es: un «no más ajustes» frente un «¡ah muy bien pues haber como se las arreglan ustedes!» pero no cuente con el ahorro de los alemanes. Resulta que los gobiernos democráticos que han elegido los españoles se han endeudado en 1 billón de euros: el 98,6% del PIB. Nadie presta dinero a alguien que va camino de ser insolvente. A Merkel también la eligen los alemanes y es lógico que su cosechadora de votos tenga como lema: «El ahorro alemán ya no financia más adquisiciones de segunda-tercera residencia, aeropuertos sin aviones, trenes sin pasajeros, carreteras sin coches, sanidad y educación gratuitas superiores a las germanas». Frente al discurso demagógico de los recortes, sin embargo, no se clama al cielo por los miles de valiosísimos jóvenes españoles que se marchan a diversas partes del mundo desde el Silicon Valley a Bangalore a desarrollar su talento y creatividad. Pocos piensan en qué hay que hacer aquí para retenerlos.
9. Las organizaciones empresariales son un apéndice más del poder político.
No hay reivindicación de intereses empresariales con entidad y voz propia, La mayor parte de la organizaciones empresariales están notablemente burocratizadas (miles de liberados sin funciones relevantes), polítizadas y ancladas en un discurso tópico. Es más un lobby de intereses particulares que una plataforma capaz de transmitir prestigio, reputación y solidez en sus discursos y reivindicaciones. No lo digo yo. Este sentimiento está muy extendido entre los jóvenes emprendedores españoles.
Imagen: http://eldesvandelailusion.blogspot.com.es/ |
10. A la búsqueda de una nueva generación de empresarios en nuestro país.
Quizás proceda regenerar la «especie». España tienen que encontrar a los nuevos iconos del mundo empresarial. Hoy hablamos de emprendedores, de jóvenes que con conocimiento, tecnología, creatividad desarrollan proyectos e ideas de futuro. Son los «empresarios del saber» aquellos de los que hablaba Peter Drucker como protagonistas del la sociedad del conocimiento. Son los que harán frente a innovaciones disruptivas continuas y su competitividad dependerá del talento y su adaptabilidad al cambio. Es una «nueva especie» muy diferente del perfil de empresario de las última décadas que ha reinterpretado las reglas del mercado como su ecosistema particular para preservar sus intereses y perpetuar sus incapacidades. Casos como Gowex hacen mucho daño porque desde la nueva economía se proyectan la pésimas practicas de una parte de la vieja economía. Urge una regeneración real.
Seguir Leyendo: Ser multimillonario sin título universitario.
(*) Nota aclaratoria: un empresario con éxito en su actividad (beneficios anuales en torno a 100.000€), paga impuestos en torno al 45-50% para que los beneficios lleguen a su bolsillo (persona física).
Es decir, si le va bien y gana dinero con su actividad, Hacienda se le exige la mitad. Si le va mal, los empresarios no tienen derecho a prestación por desempleo. Y si el empresario, aparte de arriegar sus ahorros ha pedido financiación bancaria, o por ejemplo, ha tenido que hipotecar su hogar, su futuro… ¿Hay alguién en su sano juicio que quiera ser empresario?
¿Que los universitarios quieres ser funcionarios? ¿Por qué será?
¿Será porque en el mundo aburrido y burocrático de la función pública no les humillan con contratos de 400 euros al mes, con idiomas y experiencia?
¿Será porque les ofrecen un camino de carrera claro y garantías de no dejarles en la estacada si se ponen enfermos, se embarazan o simplemente le dejan de caer bien al jefe?
¿Será porque no les vienen con la cantinela de "esto lo haces como yo lo digo a cambio de cacahuetes y si no hay 100 más en la puerta?
¿Será porque (por lo menos) todos los que están por encima de ellos en la jerarquía de la empresa han tenido que superar una dura barrera de entrada en forma de oposición?
¿Será porque se valora realmente una carrera universitaria, los títulos y los idiomas?
¿Será porque no tienes que estar defendiéndote continuamente de intentos de estafa en tu propia empresa?
¿Será porque te permite compaginar la vida personal con la profesional?
¿Será porque es la única manera de acceder a remuneraciones altas, a un cierto prestigio social y al éxito?
¿Será porque pasas a pertenecer a una empresa realmente potente que puede aguantar los vaivenes de la economía?
¿Será porque día sí y día también se confirma que los servidores públicos se están forrando en muchos casos, mientras que profesionales liberales o pymes acaban en el cubo de la basura?
¿Será porque día si y día también se ve que gente antiguamente emprendedora, luchadora o antisistema acaba asentando su orondo culo en jubilaciones doradas en empresas participadas públicamente?
¿Por qué será, será?
Hay funcionarios magníficos médicos, profesores, jueces que ejercen su trabajo honestamente con eficiencia.Y también hay un altísimo "empleo público" generado por amiguismo, clientelismo, servilismo, endogamia, nepotismo, etc. etc. Y la masa de este "empleo público" (que abarca designaciones a dedo y también funcionarios que sacan sus plazas sin ninguna transparencia, ni concurrencia) son un coste que empobrece a todo el sistema, a todo un país en su conjunto.
A nadie se le debería escapar que países en los que "funcionariza" el 100% de la población todo es un desastre, la ineficiencia se apodera de casi todo (quizás con la excepción de la educación y la sanidad).
¿Por qué será?
Solo hay que pensar en Cuba, en todos los países del "este" y cómo han acabado. O Cómo China debe converger hacia la empresa privada para poder salir de la pobreza y el subdesarrollo.
HAY QUE TOMAR NOTA: la vida" de lujo" de los funcionarios que describes muy bien, con 1,001 derechos y casi cero obligaciones (al menos un porcentaje muy alto de empleados públicos) es sostenible porque hay un sector privado competitivo internacionalmente que paga sus impuestos. Con estos se financian los sueldos de los funcionarios. A más salarios y número de funcionarios, más impuestos deben pagar las empresas y probablemente más recortes deben hacer las empresas de sus costes, incluidos los sueldos.
Un país como España tiene dos opciones que para que se comprendan bien las haré extremas.
-Una que todos seamos funcionarios con esos derechos y ventajas tan aplastantes. Eso es, que nos convertimos e Cuba. Y sin ir más lejos ¿no hemos tomado nota de los que le ha pasado a las Cajas de Ahorros en España, dirigidas por políticos y con empleo cuasifuncionarial?
-Otra que seamos un país creativo, innovador con empresas modernas y competitivas. Que en vez de tener un 100% de jóvenes que quieren que todo les caiga del cielo y les pague el "papá Estado", un alto porcentaje cree empresas serias que creen buenos empleos y paguen sus impuestos.
Y esto es lo que hay, puede gustar o no. Por supuesto todos queremos ser funcionarios, pero eso, al final estaremos en Cuba, y una vez que sólo haya que repartir miseria, a coger pateras e irnos a países que tengan "empresas privadas".