lunes, julio 31, 2006

COMENTARIOS SOBRE UNA PROVOCACIÓN

Mi estimado compañero:

Hoy me gustaría transmitirte mi comentario a propósito de un artículo que aun no ha perdido la frescura de la actualidad . Es la ventaja de tener un Blog. Teniéndolo a tu alcance actúas con libertad y, como no dependes de ninguna fuerza oculta que te condicione, salvo tu propia conciencia, escribes y te quedas tranquilo. Es la mejor paga que puedes recibir, te lo juro.

Pues bien: Resulta que la semana pasada y en EL SEMANAL (nº 978 del 23 al 29 de julio-07) que acompaña a varios periódico el domingo, el ilustre Carlos Herrera escribió sobre “La clase de Zidane”.

Herrera es un hombre que pertenece a lo que yo llamo el“ clan de los intocables” del que algún día te hablaré, y a quien sigo, esporádicamente, ahora en su Onda Cero. Y yo, como tantos otros, soy testigo de su crecimiento en arrogancia, zigzagueo político y, últimamente de su inigualable atrevimiento a opinar sobre todo lo divino y lo humano. Y es que este Señor sabe de todo. Y a mí me parece bien que si sabe de todo y tiene a diario un altavoz, que llega a todos los rincones, opine de lo que le venga en gana. Pero si bien en sus opiniones políticas puede alinearse con quien mejor le acoja, (algo muy discutible en una profesión en la que la independencia y objetividad de lo que se informa se tiene como cualidad imprescindible) no es de recibo que a través de sus comentarios, a los que tiene el mismo derecho que yo, descalifique a los que no piensan como él.

Cosa que no sólo practica a diario sino que además lo hace, y con cajas destempladas, al contestar a algún oyente que, con la mejor intención y haciendo uso de su libertad , discrepa del Sr.Herrera. Será por eso o porque funciona el sistema de filtros, lo cierto es que el oyente que sale a las ondas en un 90% alaba y adora a Carlos, como le llaman sus parroquianos.

En su escrito sobre Zidanne Carlos Herrera opina, como yo, que técnicamente ha sido un jugador excepcional, que le ha dado una dimensión de belleza a su juego inigualable y que es un” figura” que permanecerá en la memoria de los amantes del fútbol durante muchos años. Lo compara con los personajes históricos y lo pone, ahí no opino porque no sé tanto, en la cima más alta.

En cambio se pasa bastante en frases como “ha hecho del fútbol una de las bellas artes” ó “Tener clase es ir vestido de futbolista y parecer que estás jugando con chaqué”. (sic)
Olvida que todos vemos el fútbol y sabemos de las marrullerías, empujones, zancadillas piscinazos, quejas de muerte para que el contrario sea penalizado, etc. etc.

Y tener clase, opino es ser sobre todo limpio, transparente y honrado. Se tenga o se vista uno de chaqué o vaya de prestado. Y Zidanne, a quien admiro como futbolista, ha utilizado muchas, muchísimas veces, esas artimañas ratoneras que forman parte integrante del fútbol. Mejor dicho, de las miserias que componen el juego futbolístico Lo hemos visto todos a traves de sus partidos, lo que ocurre es que de eso no se habla.

En cuanto al tristísimo y célebre cabezazo al pecho del contrario, que todo el mundo vio, comenta:

“....pero no debemos quedarnos en un arranque rabioso ante las provocaciones de un italiano marrullero.” Pues mire Ud. yo sí me quedo. Todo juego reglado tiene su “fair play”. Algo muy difícil de conseguir pero fundamental en todo deporte. Y ser deportista completo, ejemplar y excepcional, lleva consigo aguantar, sufrir, hacer oídos sordos e incluso perdonar. Todas las semanas vemos durante los partidos agresiones, patadones injustificados o insultos. Y también todas las semanas disfrutamos del apretón de manos, el abrazo y el aquí no ha pasado nada. Y esto ocurre simplemente entre deportistas sean o no famosos Ahí está la grandeza del deporte.
Pero después del último partido de un Mundial que vieron millones de espectadores no se puede otorgar un premio, que presupone una acción excepcional y ejemplar a quien propinó una descarada agresión física como respuesta a una provocación de palabra, aunque ésta venga de un “italiano marrullero” La generación de mis nietos no lo perdonarían.

Sigo pensando, querido amigo, que Zinedine Zidanne, es uno de los grandes que debe pasar a la historia por su bellísimo juego y su depurada y elegante técnica pero no como deportista ejemplar.

Y como esto no se lo diré a Carlos Herrera en la radio me evitaré una bronca por pensar de modo distinto al del Señor de las Ondas.

Oye, que a lo mejor él tiene razón. Pues con su pan se lo coma y todos tan contentos. ¡Así es de “chula” la libertad!

Hasta otro día, amigo..

sábado, julio 29, 2006

PARASITOS DE LA SOCIEDAD

Mi querido desconocido:

Una de mis grandes aficiones ha sido, y es, la jardinería. Esta inclinación me ha inducido al estudio, como aficionado, de las plantas a una gran curiosidad por conocer su vida, sus dificultades para subsistir y reproducirse y, sobre todo, a cómo usarlas para mi disfrute y el de los demás. Tan es así que fundé una empresa dedicada a viveros y paisajismo que, afortunadamente pervive en manos, ya, de mis hijos. Pero de esa aventura te hablaré otro día.

Lo cierto es que ilustrarme en estos temas me llevó a conocer y combatir a los enemigos que, de continuo, las asedian. Hay que estar en continua vigilancia y alerta sobre todo a los parásitos, es decir a aquellos bichejos que se nutren a expensas de los tejidos y de la savia de las plantas y medran gracias a ellas. Los pulgones, las cochinillas, los ácaros, los hongos atacan cuando las condiciones les son favorables y, si te descuidas, acaban con la vida del hospedador que es como científicamente se llama a la víctima.

Igualmente se dan estos parásitos en la vida animal. Todos los seres vivos padecen la misma lacra. Pero en la naturaleza la necesidad de mantener el equilibrio ecológico los justifica ya que, a su vez, alimentan a sus depredadores naturales o actúan de inigualables purificadores de los restos de los perecidos en la lucha por la supervivencia

Pero hablemos del parasitismo entre animales racionales: del caso en que tanto el hospedador como el huésped son humanos, son personas.

Seguro que, tanto tú como yo, conocemos a personajes a los que, genéricamente pero con toda facilidad podríamos integrar dentro de la parasitología humana. Evidentemente si existiese esa ciencia (no me consta) habría que acudir a una clasificación, al menos personal, de las variantes y las categorías de esos humanos que viven a costa de otros o que se arriman al prójimo para vivir a sus expensas.

Probablemente hemos sido victimas alguna vez de los que en la categoría más simple llamaríamos gorrones, sablistas, buscavidas, simples timadores, vividores... Y tantos y tantos personajes que llenan la picaresca humana. A estos al final se les ve venir y uno se escabulle como puede de su proximidad.

Pero hay tipos más curiosos. Hace unos días, hablando con un amigo, padre de varios hijos, me comentaba que estaba muy orgulloso de sus hijos porque habían trabajado duramente para abrirse camino en la vida para conseguir una situación desahogada y estable. Eso, sí, habían sufrido mucho para situarse: estudios, carreras difíciles, oposiciones, oficios especializados...... menos uno que, sin estudios y sin ningún esfuerzo había logrado vivir como un privilegiado millonario: “ Es un tío bien plantado guapo y simpático donde los haya, conoce a todo el mundo, tiene amigos hasta en el infierno y lo mismo te vende un piso que un coche, o una bicicleta. No sé cómo se las arregla pero le cae tan bien a la gente con mucha “pasta” que igual le invitan en invierno a la nieve que en verano al barco y es ahí de donde le salen los negocietes con los que se forra. Y mujeres las que quiere. Se lo rifan. Y sus viajes en” business o en jet.”.¿Qué te crees?
Y...... a mi amigo se le caía la baba hablando de las excelencias de su hijito.

Yo añado: también debe ejercer de “metrosexual” tan a la moda, y estoy seguro que no se pierde ni una inauguración ni un cóctel ni una recepción. Porque es en esos ambientes donde campea a sus anchas, el que tiene mano; el cada vez más admirado influyente.

Cuando nos separamos, tuve la sensación de que mi amigo, me había dejado la foto del pícaro de hoy, de uno de los parásitos del siglo XXI.

Desde que los hombres, en su evolución, se organizaron en tribus, existe el líder, el que tiene la responsabilidad del grupo, el que ejerce el Poder, con mayúsculas.

Con el tiempo la sociedad ha ido arbitrando las diferentes instancias de ese Poder hasta llegar a la sociedad democrática actual donde el mando, delegado del pueblo y, a su vez compartido, se ha demostrado como el más eficaz para el buen gobierno de las gentes.

Es humano, aunque no sea tolerable, que el que ostenta cualquier parcela de poder tienda a perpetuarse en su sillón y, para ello, entre las innumerables argucias que ejercita está la de rodearse de sus incondicionales. No me refiero, evidentemente, a los que defendiendo la ideología del grupo hicieron posible su elección, sino a los que el mandatario elige, con su omnipotente dedo, saltándose las normas éticas a la torera, simplemente por asegurar su servilismo personal. No importa si están preparados para el cargo o no, tampoco si son eficaces o inútiles y mucho menos si trabajan o son escaqueadores de oficio. Lo importante es que adulen al omnisapiente mandatario para que se crea lo que no es. Al ser ávidos de la riqueza, a la que no podrían acceder por otros medios, son proclives a las corruptelas propias de su puesto que defienden con uñas y dientes aún a costa su propia estima. Dinero y prebendas que caigan de donde caigan, serán siempre bien recibidas,

No pienso sólo en el ámbito político, aunque es ahí donde prospera y mejor se desarrolla este “chupóptero “. Dada su versatilidad está muy difundido y, aunque más raramente, también habita en la empresa. Conozco apoderados generales y directores empresariales que confunden, para su desgracia, el equipo de colaboradores con la tropa de sumisos. Al que se manifiesta como disconforme o defensor de teorías diferentes a las que sostiene el amo, en fin, al que tiene personalidad destacada se le borra de un plumazo y. a otra cosa. Para eso el Consejo de Administración tiene confianza en sus directivos.

Y, aunque probablemente lo adivinas, te prevengo del parásito mas enmascarado.

Del hombre de los negocios oscuros con apariencia impecable. Del corruptor emboscado que compra a cualquier precio tanto a los responsables de las decisiones que pueden afectar a sus negocios como a la información oculta que le dará la ventaja ante sus competidores legítimos. Del insaciable que pasa por encima de su propia dignidad, y la de sus semejantes, con tal de engordar su cuenta de resultados.

Merece la calificación de parásito porque corroe a la sociedad a la que debió servir y de la que se sirve para su propio provecho. Algunos caen en manos de la Justicia pero los más se libran gracias a que son especialistas en borrar las huellas de sus inconfesables peripecias.

Y así podría llenar muchas cartas con sujetos del orden para-científico al que yo denomino parásitos sociales. Porque son innumerables. Si piensas verás que los tienes de vecinos o muy cercanos Cada uno con características diferentes porque es muy mutable y tiene más de cien variedades conocidas. Imagínate las que están por descubrir.

Es más te diré que la tentación de vampirizar al prójimo también ronda por nuestro cerebro. ¿No?

Un saludo afectuoso: PEPE

Información citada:

viernes, julio 21, 2006

LOS FUNDAMENTALISMOS DE CADA DIA

Mi querido amigo:

No hace demasiado que era noticia diaria las revueltas, las manifestaciones y las algarabías desestabilizadoras que provocaba el Imán Jomeini en Iran ¿recuerdas?

Su aspecto sereno, imperturbable, vestido con atuendo de mandatario musulman, de riguroso negro, y la barba blanca cubriéndole el alzacuello, le otorgaba un semblante venerable, elegante, que estructuraba una figura que, al menos para mí, resultaba francamente atractiva.

Sólo sus ojos me rompían el encanto. Eran duros, distantes, impenetrables, radicalmente
Fríos y autoritarios.

Sus prédicas se calificaron como fundamentalistas y él pasó a la historia moderna como
icono del fundamentalismo. Y toda la sociedad occidental sintió el rechazo al fundamentalismo islamista. Es más; aun hoy, inducidos por el terrorismo, creemos que son los musulmanes los únicos doctrinarios extremistas.

El fundamentalismo, según nuestro diccionario y en una de sus acepciones, es la “Exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida”. Siendo mínimamente lógicos con esta definición, el fundamentalismo contiene una alta dosis de intransigencia, de negación pura y dura, de aquellas doctrinas, de otras formas de pensar, o incluso de los conceptos que se aparten de lo que unos señores se empeñan en establecer como únicamente válidos para aplicar su doctrina. Y esto me vale para las religiones, la política, la familia, las conductas sociales y, llegando a las ultimas consecuencias, a cualquier comportamiento humano o social. O sea el fundamentalismo es una forma de actuar que niega de raíz el derecho más sagrado del hombre que es su libertad. ¡ Pues mire Ud. qué bien. !.Resulta que estamos rodeados de fundamentalistas. Nosotros mismos nos comportamos con frecuencia como fundamentalistas y sufrimos a diario el acoso de quienes se comportan como puros fundamentalistas. O sea que somos con frecuencia sujetos activos y pasivos del fundamentalismo.

Yo me eduqué en la más primeriza posguerra. Había una vez al año en la que, con ocasión de la colecta por las Misiones se lanzaba a la calle, a los niños, con unas huchas de cartón-piedra que simulaban cabecitas de indios (piel-rojas) y negritos del “Africa tropical” para pedir para las Misiones y se nos hacia rezar para la conversión al cristianismo de tantas almas que andaban metidos hasta los huesos en las creencias de sus ancestros.

Aun hoy se nos pide que contribuyamos a que los apartados, los errados, vuelvan al redil, y si hay desheredados en la América latina que pasen por el aro de la conversión.

Soy cristiano y por eso, en ejercicio de mi” libertad cristiana “ simpatizo más con la iglesia de los pobres, con la Teología de la Liberación, que con los Sres. Obispos de la Iglesia Oficial, que luchan por salvar la unidad de España, el agua del Ebro y por la defensa a ultranza de los privilegios en la educación ¿qué le vamos a hacer? Probablemente es que paso de los fundamentalismos religiosos vengan de donde vengan. Quizás coincido con muchos de los cristianos que forman la estadística apabullante de los católicos. Cifra multimillonaria a la que tanto temen, exclusivamente por el voto, algunos políticos.

Y del diálogo de las Iglesias no hablemos. Después del Concilio Vaticano 2º, hace ya casi 50 años, nadie ha cedido un paso. Es cierto que alguna vez se reúnen; pero es inútil pensar que cedan cuando sus doctrinas son esencialmente exclusivistas y excluyentes.. Si, por tanto, sus credos y sus doctrinas son dogmáticamente fundamentalistas, trabajar para dejar de serlo es preparar el fin de su poder y cuestionarse su propia existencia y eso es imposible.

Pero en cambio, mi desconocido amigo, me declaro fundamentalista, eso sí arrepentido, en cuanto a mis doctrinas familiares. Hace tiempo me hubiese gustado que mis hijos y mis nietos tuviesen la educación, y los principios morales que yo recibí. Aquello de la sangre por delante ande o no ande, o ” el padre siempre tiene razón”, o “como me salgas maricón te rompo un hueso”, o “el qué dirán “ o “si tu abuelo levantase la cabeza” era muy reconfortante.

¡¡ Que lo dogmático tranquiliza mucho, hombre, que te lo digo yo!!. Hacer las cosas
“por su bien aunque no lo comprendan" sosiega mi conciencia aunque me lleve por delante la libertad de elegir que es sólo suya. Y es que el recalcitrante fundamentalismo que hemos heredado se cuela hasta debajo de la mesa. ¡¡porras!!

Creo que la Política es un bien necesario, así como los políticos. No, no me equivoco. Repito: la Política es un bien necesario. Yo la definiría como el arte de hacer lo posible en cada circunstancia para el buen gobierno de los pueblos.. Y si eso es (aproximadamente) cierto, los políticos son necesarios para hacer posible la Política. Al menos yo lo entiendo así.
La Política no es, no puede ser, fundamentalista y la Constitución tampoco. Si todo pivota sobre el bien de los ciudadanos, las Leyes, las normas, la forma de gobernar son cambiantes porque los pueblos y las sociedades lo son.

Otra cosa muy distinta son las actitudes de algunos políticos. Ahí el temido fundamentalismo entra a saco. Hay cantidad de políticos que se creen portadores y vigilantes de la verdad. Sólo su partido es el garante de las libertades y ellos son los vigilantes del arca de sus esencias. Pero resulta que a ese tesoro maravilloso se le ve, a través de los políticos de esa raza, el plumero. Plumero que se traduce en afán de mando, el poder por el poder, imponiendo, si le dejasen, por la fuerza, aquello que sólo los ciudadanos pueden elegir haciendo uso de su libertad: lo que quieren o lo que les conviene.

El político-fundamentalista no acepta la alternancia ni la derrota, descalifica al oponente, lo maltrata, no le interesa el diálogo lo descalifica por sistema y, si pudiera, lo fulminaría para que no existiese. Traiciona los fundamentos de su mismísimo partido, que alguien fundó con la sana intención de competir en libertad; porque así, nadie le impide correrse a los extremos más doctrinarios para aglutinar, en pos de sí, a los ciudadanos que como él son fundamentalistas de pura sangre. Y es que aún existen, a pesar de los años, quienes, llamándose demócratas, echan de menos los modos y las formas que nos metieron en cintura a generaciones enteras.

Pero a mí, querido destinatario, me gusta justificar todo, incluso las posturas más inaceptables. Siempre hay alguien que se oculta detrás de la cortina y, en este caso, alguien que presiona porque es el más poderoso. Ni políticos, ni leyes ni gaitas. El que manda, el que condiciona y coacciona, el que fundamentaliza lo que toca aquí y en todo el orbe es el Poder Económico. A él se esclavizan y a él se rinden muchos ciudadanos y legiones de políticos, porque sólo él es capaz de otorgar, por el camino más corto, aunque sea el menos lícito, a lo que aspira el hombre desde hace millones de años: EL PODER sobre los demás.

Por eso esta mañana de Julio en que acabo esta carta me entristece y me pone de mala leche que se califique de antisionistas a cuantos se oponen a lo que todos, en el fondo del corazón, odiamos: la guerra injusta.

Y es que una vez más el mayor fundamentalista es el dinero. Y el dinero necesita en esta ocasión territorio. Que te conste que a mí también me gusta el dinero, pero limpio.

Buena jornada, amigo.
PEPE

Posdata: No te olvides que hasta los más acérrimos fundamentalistas se auto proclaman demócratas. No dejes que te tomen el pelo, hombre.

miércoles, julio 19, 2006

Cartas desde mi memoria

Me llamo Pepe: sí, sí, un nombre vulgar pero, por mis muchos años, soy ya un veterano viajero de la vida. No soy escritor, ni filósofo, ni periodista, ni nada que ver con el mundo de las letras.

Vengo del mundo de los negocios donde la navegación es arriesgada y la travesía dura.

Un mundo donde la tempestad es una continua amenaza y la zozobra es la compañera del día a día y donde tomar un atajo y transgredir las leyes del buen navegante son cantos de sirena que tientan desde el amanecer hasta la nueva alborada.. Navegar en ese mundo necesita una alta dosis de paciencia, de fe, y de esperanza en que al final se puede llegar a buen puerto.

Afortunadamente yo ya he arribado a mi destino. Mi travesía terminó y de ella, en la que he consumido la parte más importante de mi existencia, sólo me queda el recuerdo y la sabiduría que otorga la experiencia de haber subsistido. Al pisar tierra he sentido la melancolía que se experimenta en lo más íntimo, al ver alejarse el barco sin mí y el temor, casi terror, a tomar la decisión de seguir caminando por nuevos y desconocidos rumbos pie a tierra.

Tengo la fortuna de ser optimista. Nada más falso que aquello de que el optimista es un pesimista mal informado. Para mí el optimista es el que siempre ve un resquicio de luz para salir de la oscuridad. Es el que tiene y ejerce la esperanza que, junto a la libertad, forman los pilares básicos del ser humano.

No se nace optimista; el optimismo se ejerce y se cultiva y yo he trabajado mi optimismo como mi tesoro más preciado. Por eso las oportunidades que da la vejez me ilusionan. Y creyendo con José Luis Sanpedro que “escribir es vivir” voy a iniciar la aventura de escribir para sobrevivir.

La nueva aventura de escribir mis reflexiones sobre el difícil arte de vivir, nació cuando me di cuenta de que mis nietos empezaban a dejar de ser muñecos vivos para convertirse en personajillos que saben lo que quieren y pelean por conseguirlo. Dejar rastros que les orienten en el camino, ayudarles a reflexionar en situaciones favorables o difíciles son razones más que oportunas para estas cartas.

Después he pensado que llamar a estos escritos “cartas a mis nietos” podía acotar demasiado el campo y cercenar involuntariamente la posibilidad de que cualquiera, sus mismos padres, sus amigos, los míos, incluso los desconocidos, puedan acceder a la mochila de mi veteranía me ha decidido a utilizar el título que preside esta página. Mi intención no es adoctrinar y mucho menos dar por buena mi opinión. Me conformaría con que los destinatarios incógnitos de estas cartas descubrieran que el hombre y la mujer repiten las mismas pasiones, los mismos problemas, las mismas actitudes e idénticos vicios y virtudes que nuestros antepasados y que siendo inherentes a la condición humana ya Aristóteles y Platón o la misma Biblia de los hebreos, por no ir más atrás, abordaban las cuestiones del vivir. Y vivir, vuelvo a la metáfora, es navegar y navegar no tiene sentido si no se espera llegar a puerto.

En mi programa está no seguir ningún programa. El día a día es tan rico, y, los personajes con quienes convivimos son tan heterogéneos que cualquier acontecimiento, por cotidiano que sea, nos dará pie al comentario y, si no, mi débil memoria revivirá los razonamientos, sobre aquellas ideas que ,con todas mis incontables limitaciones, me moldearon como soy y me ayudaron a mantener, repito, ese optimismo sin fisuras que aun conservo. A Dios gracias.

Buenas noches y hasta luego.

Pepe

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