martes, abril 13, 2010

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lunes, diciembre 08, 2008

LOS ASESORES

La vida del hombre actual es tan complicada y transcurre por un mar tan amenazado por deberes y obligaciones que la ayuda de expertos se nos presenta como imprescindible para cualquiera que esté en este mundo y quiera, de verdad, pasar al otro sin sobresaltos que precipiten el fin de la aventura.
Es indiscutible que el hombre, sea cual sea su sexo, condición y estatus, necesita a otros hombres para salir de las dificultades que le acechan desde su nacimiento. Al principio nuestros ancestros acudían al jefe de la tribu, después se recurría al amigo cercano y honorable y, en tiempos no lejanos, ante una crisis, era el médico o el cura, quien intervenía como mediador imprescindible en los tropiezos personales o familiares hasta el punto de que su valía y su renombre se medían por su disponibilidad y capacidad como mediador en las querellas ajenas.
Hoy los problemas son más complejos. . . Estamos inmersos en un enorme globo de intereses y la defensa de los propios supone un buen pertrecho de conocimientos imposible de manejar sin la ayuda de un ejército de especialistas que sepan mucho de poco, pero que conozcan la difícil tarea de largarte la cuerda adecuada para salvarte del naufragio. Lo cierto es que no te puedes mover sin que alguien te indique toda una estrategia de defensa o ataque; las tribulaciones y los miedos se han tecnificado tanto que ante un simple escrito con membrete de oficialidad te puedes quedar petrificado como la mujer de Lot, y no vuelves a respirar hasta que acudes a tu salvavidas con título de ASESOR.
Y como la necesidad hace virtud, y además es rentable, la profesión de asesor se ha multiplicado entre nosotros como las células se multiplican en los seres vivos. Recuerden la lista interminable que a bote pronto mana de mi memoria : jurídicos, contables, tributarios, laborales, inmobiliarios, tecnológicos, fiscales, hipotecarios, financieros, religiosos, industriales, bancarios, sexuales, matrimoniales, en multas, en divorcios…y así hasta el infinito.
Yo, que me considero un ciudadano de este mundo, siento que el “tengo derecho a callar sin la presencia de mi abogado”, importado de las películas americanas, me ha comido el coco, lo confieso , como también confieso mi complejo de que ante una simple inquietud mi propia opinión será probablemente la más estúpida y que sólo la de mi asesor será la acertada. En esta guerra de conveniencias a la que la sociedad me aboca me siento tropa y me tranquiliza que la estrategia la lleve otro aunque planee sobre mí la posibilidad de ser víctima.
Desde que apareció en escena la Empresa Familiar como elemento generador de derechos y obligaciones y, por lo tanto de conflictos( y como consecuencia de ganancias), han ocupado un papel importante en el casting de la trama los asesores especializados en la cosa. Los más prestigiosos bufetes han creado su departamento de expertos e incluso han nacido, a la sombra de los conflictos familiares, nuevas y prestigiosas firmas que reclaman su ración en el pastel de las golosas minutas que genera el deseo común de los bienintencionados empresarios empeñados en obtener a cualquier precio la paz en la empresa.
Es muy de agradecer que gracias a estos asesores se hayan obtenido resultados legales que benefician a este tipo de empresas, se haya conseguido avanzar en soluciones que intentan resolver los agrios problemas de la sucesión que de alguna manera facilita la continuidad de la empresa, e incluso se hay pretendido cuadrar el círculo de las futuras desavenencias con el cacareado Convenio Familiar. ¡Hasta se ha llegado a romper el cazurrismo de algunos en impedir que se sienten en el Consejo personas ajenas a la familia!
Pero mi admiración por esos resultados tangibles e innegables, que acreditan la necesidad de esas asesorías, no me priva de mi derecho a preguntar ¿se ha conseguido realmente la paz familiar?
En todos mis escritos he insistido en resaltar la dificultad que supone unir identidades que afectan al carácter, a los propios puntos de vista inherentes al ADN y a los inevitables “egos” personales que , en ocasiones, hacen imposible la empatía que debe primar en cualquier asociación entre humanos que pretenda objetivos comunes. Puedo afirmar que, cuando un empresario busca un asesor, espera , en su intimidad, que sus servicios ayuden a conseguir la deseada concordia familiar.
Se me dirá que los prestigiosos y muy ponderados asesores no incluyen en sus servicios la sanación de los espíritus que causan las guerras …Yo pregunto ¿no deberíamos comenzar por buscar un psicólogo o un psiquiatra especializado en sanar las patologías familiares?. El dictamen previo de un especialista de la mente facilitaría las soluciones de los otros problemas. Sería la estrategia adecuada. Pura lógica.
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jueves, septiembre 11, 2008

EL PRECIO DE LA FAMILIA

¡Menudo escándalo!, ¿ qué me dice Ud.? la familia no se compra ni tiene precio, es un muro de amor, es la base de la sociedad, es el fundamento de la moral, es lo único que vale la pena, la única amistad sin fisuras , sólo en la familia me siento acogido y comprendido, la familia es lo único que no falla nunca. Mis hermanos, mis padres , mis hijos, son mi vida, mi auténtico patrimonio, mi heredad de la sangre.…un remanso de amor.
Quitándole el aroma de cursilería, es verdad ; pero tiene fecha de caducidad. Pongámosle que se rancia cuando los vástagos llegan a la adolescencia y la personalidad aflora unida a “lo que me conviene”.
No pretendo aguar la fiesta de nadie. Confieso que la familia es eso y mucho más pero … seamos serios. Dejémonos de topicazos y pongámonos al arado para ver si de la tierra salen patatas o piedras. Son muy parecidas pero no iguales.
No es fácil conjugar generosidad aunque se pierda, sobredosis de cariño para lo que disgusta , respeto hacia arriba y hacia abajo , amar los defectos sin solución, renunciar a la autoridad que asfixia, admitir que la solidaridad me perjudica, que mis intereses se quedan debajo, que mis fracasos no me avergüenzan, que mis triunfos no humillan, que mi razón no es mayor, que el don de la palabra no se hizo para herir sino para curar, que el consejo es sólo opinión, que las putadas se olvidan y el odio se extirpa, que el carácter es un potro indomable…. Nada nuevo pero difícil, eso sí, casi imposible, también.
Me conformo con que me admitan que la diversidad es el ADN de la familia y por eso mismo la familia es muy, muy cara: cuesta jirones de alma.

jueves, marzo 13, 2008

PROTAGONISTAS DE LA EMPRESA FAMILIAR ; LOS FAMILIARES DE LOS SOCIOS

Tengo que confesar que cuando me propuse escribir sobre mis reflexiones acerca de los protagonistas de la empresa familiar, pensé que el tema me iba a fluir con facilidad ya que mi vida profesional ha ido consumiéndose por el paraje de la familia y que, por tanto, conozco todos sus vericuetos.
También me argumentaba a mí mismo que he tenido, y tengo, amigos que anduvieron por los mismos derroteros; que mis vivencias de charlas y coloquios con jóvenes y adultos, sumaban suficientes experiencias como para otorgarme la licencia de mi opinión e incluso permitirme jugar con el símil de una representación teatral o una película, donde el papel de cada personaje está pre-escrito como los hados de los dramas griegos predeterminan el destino de los actores..

Obviedades
Hoy releo lo escrito y llego a la conclusión de que, como castigo a mi osadía no he aportado nada nuevo: los comportamientos de las personas se repiten, los sentimientos se ocultan cuando aparecen los intereses, las pasiones ciegan los juicios y …obviedades sin fin, pero realidades incuestionables grabadas en su razón desde que el hombre es hombre.
¿He perdido el tiempo?....probablemente sí.
Decido seguir porque cuando la razón se ofusca, cuando la sinrazón se impone no está de más añadir una gotas clarificadoras que como el colirio ayuden a aclarar, por pura repetición de la medicina, hasta dejar los ojos del entendimiento dispuestos para la visión clarificadora del paisaje.
Es otra obviedad que el socio con el transcurso del tiempo, va formando su propio y personal grupo familiar; ahora tiene pareja, y, generalmente, entra en la edad de la paternidad y de la educación de sus propios hijos; la preocupación por encauzarlos hacia el día de mañana va a ser su punto de referencia y, al sentirse responsable de los suyos, propiciará y sedimentará caracteres diferenciales que le van apartando de la familia- raíz. Aquella visión, unifamiliar y potente, que parecía indestructible, se debilita: ya no tienen prioridad los consejos de los padres o los hermanos, sustituidos ahora por susurros al oído, insinuaciones y consejos del “te lo digo por tu bien”. Ya hablé de esto en el capitulo anterior, al referirme a los Socios nocturnos.
Y tampoco descubro nada nuevo cuando veo con claridad, que nuestra personalidad se adapta al tiempo como medida y como perspectiva y… al final nuestros criterios se transforman, en mayor o menor medida, fruto de esa amalgama de influencias entre las que se encuentran las de las personas que conforman nuestra personal biografía y, especialmente, las de aquellas con quienes convivimos.
Es la ley de la vida: el clan principal se divide para formar tantos clanes como ramas familiares brotan del tronco-madre..
El lector, a poco que tenga experiencia, me dará la razón en que la pareja, los hijos, los suegros, los cuñados, los sobrinos.......todos influyen de manera sustancial en nuestros propios juicios hasta el punto de variar, en no pocas ocasiones, nuestras habituales pautas de conducta.

Los que desempeñamos el papel de socios en una empresa, nacida e integrada en la familia, no somos distintos al resto de los humanos y, por tanto, un comentario intencionado, una frase, una confidencia, un consejo interesado, una comparación que induce a la sospecha, y tantas suspicacias más, pueden provocar en el socio, poco a poco, al principio la duda y, después la desconfianza. La fiabilidad entre los miembros, base de la empresa familiar, comenzará a debilitarse y poco a poco llegarán las malevolencias y las maledicencias que desatarán los celos las envidias y los reproches, para desembocar en el torrente caudaloso de las pasiones, que acabarán sembrando la semilla de la desunión del socio ante sus compañeros de negocio.


CONCLUSIONES
Reconozco mi dificultad en detectar los grises. Me condiciona mucho mi tendencia a ver las actitudes de los hombres en blanco o negro. Contra esta incapacidad de grises he peleado conmigo mismo toda mi vida. A veces consigo vislumbrar el gris pero hablando de las empresas familiares, francamente, me cuesta descubrirlo. Creo en los valores familiares como base de las primeras etapas de la vida; pero también aseguro que el tiempo hace que las cédulas familiares, cuando maduran, se dividen por la ley natural de la supervivencia.
Mi gris, para esta ocasión, sería aventurar que sólo una fuerte personalidad y un sentido profundo de la lealtad y de la confianza ante los demás socios, podrán blindar al socio familiar ante las tentaciones de desunión de quienes, alienados por su propio provecho, siembran la cizaña sin pretenderlo. Distinguir con claridad lo que es cuestión de empresa de lo que concierne a “los suyos” no es tarea sencilla, pero a ella habrá que aplicarse con la tenacidad y frialdad que requiere la voluntad de mantener la cabeza fría si se quiere salvar la unidad familiar
Y no sólo él sino también los otros, difícil ¿no?

Y puesto el gris sobre el tapete, pienso con honradez, que me queda la tranquilidad de haber escrito lo que debo aunque me quede la intranquilidad de aconsejar lo imposible por la sencilla razón de que desalojar las semillas de la discordia de nuestra conciencia, limpiar el subconsciente, es imposible cuando, si nos metemos en negocios, la realidad es que la comunidad familiar ceda el terreno a la sociedad familiar. No es lo mismo, les diferencia una profunda palabra: la solidaridad.








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viernes, diciembre 14, 2007

PROTAGONISTAS DE LA EMPRESA FAMILIAR: LOS SOCIOS

Sé que hablar y teorizar sobre los socios, es meterme en un buen charco. Los hay tan distintos y la experiencia de cada cual es tan variada que, de antemano, no tengo más remedio que advertir sobre la relatividad de mis juicios y, por consiguiente, la espera asumida de que mi opinión no sea compartida por muchos de quienes me lean. Cada uno cuenta la aventura de su viaje según le ha ido. A pesar de la variedad de opiniones, hay que confiar en el buen juicio de quien juzga la película según la fidelidad y el ajuste al guión, y valora el trabajo de los interpretes por la fidelidad al papel asignado.
El socio es necesario e inevitable y no importa que su procedencia sea por recibir una herencia, por necesidad de una ayuda financiera, por compartir amistad y negocio, o por encontrar el alma gemela que cree como tú en un proyecto empresarial. Me da lo mismo, porque el socio se convierte en el compañero obligado de un largo viaje con quien, a la larga, se duerme en posadas que agradan a unos y desagradan a otros, se visitan monumentos que a unos embelesan y a otros les parecen sólo piedras, y. al final es difícil evitar las abundantes ocasiones en que la misma amistad peligra por disparidad de criterios. ¿Qué le vamos a hacer? Es la complejidad de la individualidad humana en el siempre difícil juego de la convivencia.
Lo cierto es que la compañía del socio es siempre sorprendente; su vida, como la nuestra, es cambiante y en esos cambios tienen un protagonismo innegable los intereses que a cada cual se le presentan en el transcurso del camino, y que complican lo que pareció amable compañía.
Todo lo dicho ¿ pone en duda la garantía de una lealtad continuada del socio ante el proyecto empresarial?.
Cada cual tendrá sobradas razones para arbitrar su respuesta.
Mi opinión es que cuanto más larga sea la vida de la empresa, más ocasiones de disentimientos aparecerán entre los protagonistas, nacidos de discrepancias interesadas que irán socavando poco a poco la unidad de lo que fue un día un ilusionarte proyecto.

Socios hereditarios
Es frecuente que, al momento de testar, un padre reparta las acciones de su empresa entre los hijos: las participaciones societarias son de fácil distribución, estima que lo más justo es la no-distinción entre iguales y, ¿por qué no?, que aquella idea, si se convirtió en éxito y originó una mayor o menor fortuna - resultado de sus sudores, esfuerzos y sacrificios- deben disfrutarla todos sus herederos a partes iguales.
Lo que me interesa resaltar es que a la empresa, en este imaginario supuesto, se la ha considerado como un bien más, dentro de la masa hereditaria y, como tal, se reparta entre los sucesores sin que cuenten las preferencias de quienes heredan, sus aptitudes, y, mucho menos, las empatías que entre los miembros de la familia puedan existir.
¿ Qué podemos esperar de nuestros protagonistas? Demos un vistazo al ”casting imaginario” de los socios- herederos prescindiendo de su sexo.
Seguramente los perfiles de los nuevos propietarios sean muy distintos. Entre ellos probablemente habrá algún profesional titulado con sus quehaceres dedicados a su propio trabajo u oficio; es muy posible que, también, haya quien tenga su propio negocio, ajeno a la empresa heredada, que preocupe y ocupe su tiempo; incluso pudiera existir quien orientó su futuro a actividades de corte intelectual – investigación, enseñanza- o quien dedicó su vida y sus aspiraciones a mantener la seguridad que le ofrece un puesto entre el variopinto funcionariado. A ninguno se puede negar la cualidad de socio por derecho propio.
Y lo más probable es que uno o algunos trabajaron desde siempre con su padre al pié del negocio y, de entre ellos, es muy probable que uno, fiel a los deseos del progenitor, o a otras circunstancias, sea el más capacitado para dirigir, conozca el negocio y nadie le discuta su liderazgo. Es mucho suponer, lo sé, pero elijo esta hipótesis ya que de socios ocasionales
o por herencia estamos tratando.
El caso es que los socios de esta guisa pueden ser tan dispares que de todo puede haber, ya que cada cual sigue los caminos que la vida y su libertad le brindan.

También existirá, probablemente, un Consejo de Administración en el que todos tengan su silla de “director” desde la cual se reconocen propietarios, guardando cada uno su protagonismo en la palabra, aunque en la realidad sean meros espectadores o, en lenguaje cinematográfico, meros figurantes interesados en la comedia.
Hasta aquí es muy verosímil que la película transcurra sin sobresaltos y sea el líder /protagonista quien dedique su existencia a procurar que la nave viaje en calma, todos reciban los puntuales beneficios y el tiempo transcurra en serena paz mientras se conservan y enaltecen los valores familiares. Proclaman una y otra vez que son estos valores, y no otros, el soporte y cimiento de una unidad indestructible que, estiman, justifica por sí sola la seguridad del negocio.
Pero es muy posible que la propia dinámica de la empresa plantee un día problemas financieros: una inversión derivada del crecimiento imparable, acuciantes agobios de tesorería, o un paso adelante en la diversificación y puesta al día. Llegado este momento, también es muy verosímil, que la mayoría de estos socios “ocasionales” escurra el bulto por la contundente razón de que esto “les complica la vida”; razonan que “sus bienes y sus profesiones son sólo suyos” y la sociedad heredada no tiene ningún derecho a sacarlos de la calma y el confort, para hacerlos navegar ahora en un océano tempestuoso.
Con toda intención he simplificado esta imaginaria película para que nos sea más sencillo determinar los perfiles de nuestros protagonistas. Los socios a quienes yo apellido “pasivos”, es decir sin una actividad implicada y de vivencia en la empresa, nos manifiestan los siguientes caracteres::
- Desinterés por un conocimiento profundo de la empresa. Están en otro rollo lo que no es óbice para que opinen con la ceremoniosa y aparente responsabilidad que sólo les otorga su puesto de proporción igualitaria en el Consejo de Admón..

- Conservadores en los principios y estructura de la empresa.

- Terror ante el riesgo inevitable que conlleva todo negocio y pánico ante la apertura de nuevos caminos que amplíen ese riesgo.

- Oposición a la inclusión en el Consejo, o en puestos de máxima responsabilidad, de personas especializadas o profesionales ajenos a la familia..

- Aprecian más la cultura de la PRESENCIA que la de la EFICENCIA

- Desconfianza, por su ignorancia, ante los cambios estratégicos o golpes de timón que las exigencias de los tiempos requieren.

- Tendencia a aliarse entre sí para formar una piña, el bunker que les dará el argumento del número frente a la precariedad de quienes siendo responsables máximos están, a la hora del recuento, en una clara minoría.

No necesito decir más ni hace falta ser un adivino para imaginar las consecuencias.

Socios colaboradores
Afortunadamente existen socios con cultura empresarial, heredada o adquirida, que desmienten cuanto he dicho. Desempeñan con toda dignidad el papel de socios colaboradores en el difícil arte de navegar y guardar la ropa. Sus opiniones y consejos son leales y predomina en ellos la sensatez y la grandeza de considerar a la empresa como un ser con vida propia e independiente al que no se debe acosar con criterios marcados por egoísmos personales y partidistas. Su oposición es franca, leal y razonada; y saben distinguir los peligros reales de los imaginarios en los que, como seres humanos, caen los líderes cuando en ocasiones se convierten en visionarios. Con el tiempo se significan como la herramienta imprescindible y confiada del líder. Son igualmente socios pero activos y conscientes de su papel. Se informan, piden datos y tratan de asimilar los problemas de la empresa para buscar soluciones sin perjudicar su marcha.
Son capaces de aparcar sus intereses personales para desempeñar, como si de profesionales se tratara, el papel del reparto que, como protagonistas obligados, les corresponde.
Son los menos y a ellos se debe esa escasa estadística de las supervivientes empresas familiares

Socios nocturnos
Me tomo la licencia, que confieso frívola, de calificar como tales a quienes, sin tener la cualidad legal de socios, influyen de manera tan trascendental que condicionan la conducta de quienes lo son por derecho propio. Bien sea por parentesco intimo o por pura amistad confidente, el caso es que existen y ensombrecen la libertad y voluntad del socio consiguiendo que no siempre actúe con la independencia y la objetividad que cabría esperar. Estos “tapados” pueden, con su actitud interesada, llegar a convertirse en desintegradores y desestabilizadores de la unidad familiar y consecuentemente del negocio. Siembran la cizaña de la desconfianza o, cuando menos, de la duda. Aprovechan la intimidad, que legítimamente comparten, para inducir su criterio generalmente desinformado y visceral, en su propio provecho y el de su propio clan. Suelen escudarse en el cariño o la amistad sincera, pero son, al final, los que consiguen que el bienintencionado socio interprete inexorablemente el papel del malo de la película.

martes, noviembre 20, 2007

PROTAGONISTAS DE LA EMPRESA FAMILIAR :EL FUNDADOR Y EL LIDER

El fundador es el iniciador, el origen, la primera pieza, el arranque, el eslabón primero de la empresa. Tal vez comenzó su aventura empresarial por una idea que desde hacía tiempo le rondaría el cerebro hasta convertirse en su obsesión; puede que viese una posibilidad de negocio, un resquicio en el mercado, un momento oportuno, ¿quién sabe?, debía conocer el mercado, probablemente adivinó la ocasión, midió sus posibilidades y, cavilando, le dio vueltas y más vueltas; intuyó, olió negocio, se lanzó y, emprendiendo el camino de su personal historia parió la empresa. En la empresa familiar, ni siquiera fue suyo el inicio; heredó de su padre el embrión y a él le tocó apechugar con un negocio en ciernes, ¿qué más da?.

El fundador no tiene por qué tener las cualidades que le acrediten como jefe; ni siquiera como director indiscutible de la empresa, pero, en este caso, una de sus facultades será la de reconocer que el mando debe recaer en la persona idónea Fundar es un acto de libertad, de visión, incluso de oportunidad; llegar a alcanzar el liderazgo es el resultado de la selección y la promoción de quien destaca en la empresa como guía y a quien los demás siguen, sometiéndose voluntariamente a su mandato. La razón de ser del fundador es la idea; la del líder es su capacidad de conducir o guiar.
El líder capitanea la aventura; posee cualidades de estratega y de mando, y tutela y marca el camino de la empresa durante su, necesariamente accidentada y borrascosa, trayectoria.

A modo de pinceladas, y, sin pretender profundizar en materias que pertenecen al mundo de los especialistas, enumero algunas de las especificidades que, como pistas, nos van a ayudar a identificar y dibujar el perfil del máximo responsable de la empresa sea o no el iniciador de la misma:

Ambición
Salta a la vista que la característica más destacable del líder es la de ser una persona ambiciosa. Su afán por alcanzar metas, siempre más altas, le hacen ser persistente e incansable en su tarea. Es un luchador nato y, por tanto, las dificultades lejos de amedrentarlo, le estimulan. No escatima su tiempo y es capaz de sacrificios de todo tipo con tal de alcanzar su objetivo. Su ambición de superación, de hacer más rentable el negocio, de abatir barreras, de crecer, es su gran reto.
Aunque estime que la suerte puede ser su gran aliada, no confía en ella sino en su trabajo.

Pragmatismo
Es pragmático y le incomodan los planteamientos especulativos que no le lleven a un provecho inmediato. Esta inmediatez dará lugar, en ocasiones, a decisiones apresuradas que luego lamentará, pero que le irán curtiendo y, al pisar la realidad del día a día, le irán descubriendo que la espera, la reflexión y el cálculo- la estrategia-, son cualidades imprescindibles para una acertada gestión.

Experiencia + formación
A propósito de estas afirmaciones tengo que recalcar que la figura del líder se va esculpiendo a sí misma durante, y a través, de toda su vida. La experiencia en los éxitos y los fracasos le hacen aprender a saber ganar y perder, y, sólo en la asunción de éstas contradicciones harán posible su crecimiento como empresario. Son las vivencias personales de sus propios errores y aciertos, las que van aumentando su bagaje de conocimientos básicos. Me atrevería a afirmar que son sus propias experiencias, reflexionadas y ordenadas, las que, con el tiempo, irán formando su sabiduría de empresario y harán cada vez más acertada la finura a su “olfato”.

Pero estas experiencias no serían bien aprovechadas sin una incesante, obligada y continua formación intelectual. El continuo reciclaje de los conocimientos aprendidos fuera de la empresa- cursos especializados – reuniones, jornadas, charlas etc.- y, sobre todo, cuanto favorezca su contacto e intermitente intercambio de vivencias con otros empresarios, han de completar necesariamente los conocimientos que irán fraguando su profesionalidad a la hora de pilotar la nave del negocio.
Volviendo la vista atrás alguien me podrá argumentar que existen fundadores que han ejercido el liderazgo sin ningún interés por su formación, y sin contar con alguna de las características que yo indico. Conozco a más de uno, y, puedo asegurar, que la suerte, sus excepcionales dotes o la coyuntura del mercado han colaborado en su éxito; pero también subrayo que en ellos reconozco la cualidad de haber sabido compartir responsabilidades y beneficios con personas
muy capacitadas que han sido piezas clave a la hora de conseguir sus objetivos empresariales.
Todos ellos son fundadores y ninguno de ellos ha tenido que obtener el “plácet” familiar para hacer partícipes del negocio a personas ajenas a la sangre. La empresa familiar va por otros derroteros de los que hablaremos cuando analicemos la figura del sucesor en la próxima reflexión.

Talento
El talento es la capacidad de obtener resultados con el ejercicio de la inteligencia. Ésta es la base y el cimiento de su acertada dirección. Es un don recibido de la naturaleza que habilita para el ejercicio de las funciones que, necesariamente, ha de desempeñar como máximo responsable de un proyecto empresarial. Es el talento, unido a su visión integral del proyecto y a sus habilidades para ejecutar la gestión, lo que justifica su predominio sobre los demás miembros del equipo y le otorga la confianza de los diversos compañeros (socios) que integran la empresa.

Innovador
La sociedad actual está en constante revisión El intercambio entre los países y las razas, la enorme difusión de los medios de información y la facilidad con que se nos presenta el acceso a los conocimientos de cualquier rango por medio de Internet, están propiciando que las costumbres cambien, las necesidades se amplíen y la misma ciencia se oriente preferentemente a una investigación aplicada capaz de dar respuesta inmediata a las variadas demandas de esa sociedad cambiante. Nunca hubo tanta oportunidad de negocio si se es capaz de responder a las necesidades de la sociedad. Es indiscutible, por tanto, la necesidad constante de innovar tanto los productos como los sistemas de fabricación y de distribución de esos productos.
La globalización de los mercados y el aprovechamiento de las más variadas fuentes de información que le ofrecen las nuevas tecnologías, deben ser su principal aliado para detectar y dar respuesta a esas oportunidades que le brinda la sociedad del conocimiento y el consumo.

Habilidades
Se distinguen de las cualidades en que, lejos de ser otorgadas con la personalidad del individuo, son la consecuencia derivada del adecuado uso de la inteligencia y el talento. No me voy a referir a aquellas habilidades administrativas que le conducirán al buen gobierno de la sociedad. Estas deben adquirirse por medio de la formación educativa impartida por quienes tengan autoridad y condiciones formativas.
Me refiero a las habilidades, unas innatas y otras adquiridas, que le serán indispensables para desarrollar su proyecto. No pretendo, por otra parte, enumerarlas todas sino indicar algunas de las más importantes.
La primera de ellas es la de conocer y conectar con el mundo que le ha tocado vivir, y al que al final, su producto debe encaminarse. La batalla por ganarle puntos a la competencia ya no es, como en otros tiempos, cuestión de puntualidades ni de costos, ni tan siquiera de oportunidades, sino de valores añadidos como resultado de la aportación de conocimientos acompañados por la imaginación y la inteligencia. He leído en alguna parte que en la sociedad actual “ no nos queda otro remedio que aceptar el reto de la economía del conocimiento y de la revolución de la información”.

La segunda, y no menos imprescindible, es la de saber utilizar los recursos humanos. Saber elegir a los colaboradores, considerarlos como tales, ilusionarlos con su proyecto, escuchar sus opiniones y contar con sus debilidades, sabiendo a la par incentivarlos, es la clave para hacer del trabajo una compartida aventura ilusionante y productiva. Creerse el mejor, pensar que se es imprescindible, mandar por reafirmar una personalidad, que tal vez no se tenga, y situarse en el podium del inaccesible, es una incurable torpeza; y creerse líder nato, insustituible, y que la empresa es suya y sólo suya, una sublime estupidez; como también lo es adoptar la postura del vanidoso dictador al que hay que soportar, por obligación, su mal carácter y sus reprimendas injustificadas.

La más difícil habilidad, y por ello la menos frecuente, es la de la convivencia con los socios.
Veremos en el correspondiente post cuales son sus variopintas personalidades y, por tanto, cuán complicado es cumplir las distintas expectativas que cada uno espera del negocio y, por consiguiente, de su responsable.
Hacer comprender a los socios que la empresa es un ser vivo e independiente y que como tal, necesita crecer y, para crecer, asumir que las inversiones son necesarias y puntuales, no es tarea apetecible, y no lo es más, hablar de riesgo o de diversificación. Si, como es normal, se confunde el proyecto de largo recorrido con la vaca que debe dar leche hasta el agotamiento, la habilidad de que hablo es obra de titanes más cercana a la ilusión que a la realidad. Con todo ello hay que contar, y por lo mismo, es obligado esforzarse en adquirir la rara habilidad de que estamos hablando. Los socios son parte de la empresa, piezas fundamentales en su nacimiento y en su continuidad; buscar la forma de implicarlos sólo es posible si se les informa con tenacidad. procurando hacerles vivir al máximo, incluso entusiasmarlos, para que asuman el difícil camino que debe recorrer la misma. En mi larga experiencia debo admitir que es tarea casi imposible y poco gratificante. Prescindir de esta cualidad resultará lamentable cuando la guerra por la sucesión sea una triste realidad

Sufrimiento solitario
Cuando nace una empresa el fundador es irremediablemente atrapado, y para toda su vida, por su criatura. Y este efecto encadenante es también válido para el líder no-fundador.
La empresa ejerce una dependencia sobre su responsable sólo comparable a la que uno voluntariamente asume con la paternidad carnal de la que no podrá desprenderse nunca. La diferencia es que, hablando de empresa, es posible que esa dependencia derive en pura esclavitud.
La vida de la empresa se desliza por el finísimo filo del riesgo, y nuestro protagonista vivirá la inquietud, la desazón, la tribulación hasta la angustia, que su responsabilidad le provoca. Nuestro personaje vive, convive y sufre los problemas de la empresa en una soledad aterradora como nunca pudo imaginar. Y esto puede resultar tan dramático que su felicidad personal, su familia, sus afectos y sus diversiones se irán nublando y pasando a un segundo plano, cada vez más peligroso. Como en los personajes de la comedia griega su existencia se verá marcada por la fatalidad de una ansiedad permanente y solitaria. Nos guste o no, la empresa ejerce sobre quien la dirige y, mucho más sobre quien la engendra, una tiranía tan cruda de la que sólo podrá liberarse en el momento de su adecuada renuncia.
Sólo en el encuentro con uno mismo, en una sincera recapacitación sobre los valores que nos otorga la vida, será posible la recuperación de uno de los más grandes dones que otorga la naturaleza humana: la libertad.
Los que no son más que espectadores de la vida del empresario son incapaces de adivinar que, puestos sobre una balanza, los sufrimientos y la soledad del mando pesan mucho más que los éxitos y las compensaciones conseguidos. Es la gran miseria, la parte oculta, de nuestro principal protagonista.




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lunes, octubre 29, 2007

PROTAGONISTAS DE LA EMPRESA FAMILIAR : INTRODUCCION

En esta serie de reflexiones, que hoy inicio, sobre los personajes que intervienen, con mayor o menor fortuna o con más o menos éxito, en la historia de cualquier empresa familiar pretendo desde un punto de vista estrictamente personal, resaltar cada uno de los papeles que desempeñan , como en la Comedia del Arte, los personajes que intervienen en este tipo singular de empresas.
Después de pasar toda una vida profesional dedicado tanto a una empresa en embrión heredada junto a mis hermanos, como a otra, expresamente creada por mí, me creo dotado del suficiente criterio como para poder resaltar los perfiles de cada protagonista.
Otra cosa será , y probablemente suceda, que alguien no esté de acuerdo con mis puntos de vista. Bienvenida sea cualquier opinión discrepante tanto si sirve para aclarar matices, como si se muestra abiertamente contraria. Afortunadamente las empresas pueden ser tan distintas como son las personas que la integran, pero no me cabe ninguna duda de que las actitudes se repiten, los comportamientos suelen ser semejantes y los conflictos tan parecidos, que el final de la película se repite el irremediable “the end”.

Las empresas familiares tienen un recorrido corto, si se las compara con cualquier otro tipo de sociedades mercantiles. Me llaman la atención las estadísticas que marcan con generaciones la supervivencia de las mismas, porque ¿qué ocurre con ese milagroso 12/15% que soporta una tercera generación?... Sin duda que, ó se transforman en sociedades sin el añadido de “familiar” , gestionadas exclusivamente con criterios profesionales, o serán aspirantes, antes o después, a la lista de los “desaparecidos en combate". Llamo la atencion sobre la frecuencia con que se confunde la marca que hace honor a una familia, con la supervivencia de la empresa que algún día fue estrictamente familiar y hoy ha dejado de serlo sin dejar de aprovechar los signos familiares de identidad.

El camino, más largo o mas corto, que marca el recorrido de estas empresas acredita su supervivencia por sus éxitos, sus aciertos y el cumplimiento de los objetivos que han hecho posible su rentabilidad. De no haber sido así la empresa no existiría.
Y si admitimos esta obviedad tendremos que concluir que son las personas que intervienen en el devenir de la empresa las que la abocan a su desaparición o a su transformación en el momento oportuno. La decisión trascendental de la sustitución del líder suele ser la ocasión de que emerjan con toda su crudeza las verdaderas caras de cada uno de los actores, sean principales o secundarios, monstrando abiertamente los verdaderos intereses y miserias que, como en la tragedia griega lleva consigo fatalmente la naturaleza humana.
Analizaré las identidades de los actores y dejaré que cada lector saque las consecuencias que le expliquen por qué el guión acaba con un final feliz o decepcionante.
Aquí no hay director de la película. Todos seremos espectadores. Dependerá del comportamiento de los protagonistas, tanto principales como secundarios, que el guión, marcado por la empresa, acabe por el camino abierto a la continuidad ó el que certifique el fin del trayecto.

sábado, julio 28, 2007

LA EMPRESA FAMILIAR DESDE DENTRO

Ya advertí al principio de mis reflexiones sobre la E. Familiar que la marea sobre el tema iba en aumento. Hoy debo reconocer, un año después, que la marea se convirtió en “tsunami”. A las publicaciones innumerables sobre el buen gobierno de las Sociedades Familiares, se han unido los insistentes cursos, cursillos, coloquios, seminarios y cátedras; los cuales, a su vez, han provocado el efecto mediático que llevan ya de por sí las inauguraciones y clausuras con presencia de políticos , rectores de universidades o personajes relevantes.
En resumen: hablar sobre la Empresa Familiar, teorizar sobre ella, ocupar páginas importantes en los periódicos, involucrar a los Gobiernos Autonomicos, hacen preguntarse a uno si no vamos camino del exceso; si no mareamos cada vez más a los sufridos supervivientes de la Empresa Familiar y si los resultados prácticos están en consonancia con el sonido, cada vez mas ruidoso, que, a mi juicio, puede llegar a ensordecer a los destinatarios del mensaje.
Mas claro: si las Empresas familiares llevan en su misma naturaleza crisis internas
que hacen peligrar su continuidad, tratemos de ayudar a sus protagonistas y para ello, a mi juicio, sobran músicas.

Es sabido que el verdadero empresario, sin título de acompañamiento ni referencia alguna a la variante del tipo de empresa que gestione, se distingue del visionario con cerebro a pájaros, por tener bien anclados los pies en la tierra. Su pragmatismo, su sentido de lo posible, su saber negociar; su elección del camino adecuado, y sobre todo, su sapiencia a la hora de elegir los compañeros de aventura son las cualidades que le configuran como hombre diferente a los no -empresarios.
Si algo añade al ser empresario el apellido “familiar” es que debe, además, saber pilotar su negocio por los procelosos mares de la familia ; y ese quehacer y esa sabiduría debe ser siempre tan diferente y tan cambiante como distintos son los miembros del clan. ¡ ojalá se pudiese aprender desde un pupitre este difícil arte !
Me parece loable, e incluso muy de estimar, que los estudiosos, los analistas, la pléyade de empresas asesoras especializadas y hasta las cátedras más insignes se ocupen de los mil vericuetos por donde se tropiezan quienes se esfuerzan por sacar a flote la continuidad de las empresas que nacieron por la voluntad del fundador o por el ayuntamiento de varios familiares fieles a una idea embrionaria. También es muy de agradecer que se hayan conseguido cotas tan difíles como la exención de impuestos o la fórmula ” light “ del aireado “Convenio Familiar”, con su parejo Consejo; y tambien que haya hecho posible generar innumerables sistemas, formulas y teorías sobre la buena gestión de estas compliadas empresas. Todo eso está muy bien y, puesto que los implicados en los problemas agradecen remunerando con gusto cualquier ayuda esclarecedora que se les preste, sean bienvenidos. Pero ¿resuelven los problemas de desentendimiento entre los miembros de la familia?...

LA FAMILIA, LA EMPRESA Y LA REALIDAD
Comencemos diferenciando a nuestro empresario “familiar” de aquel genérico del que hablamos mas arriba. El empresario, con intervención de parientes en su empresa, no puede elegir al compañero de aventura. Lo es por derecho de apellido, por herencia o por presencia comprometida en el nacimiento del negocio. Y, los que tenemos experiencias propias, conocemos bien lo que supone de anclaje esta circunstancia.
Mal se puede conducir cualquier empresa sin una gestión adecuada de los recursos humanos; y éstos no pueden estar obligados por lazos de sangre. La sangre no es garantía de eficacia en el delicado oficio de repartir responsabilidades por mucho que se amen las personas, se besen o lloren juntos.
Me llama la atención que en el loable afán por ofrecer recetas y soluciones , se simplifique agrupando los planteamientos de los conflictos familiares como si de un temario homogéneo se tratase. Por otro lado, también comprendo que la labor de los pedagogos y los estudiosos pasa por una necesidad de sistematización a la hora de crear sus propias doctrinas. necesariamente especulativas. Estas teorías que provienen de la realidad observada desde fuera y pasada por el tamiz de la síntesis definitoria no son, ó al menos no deben pretender ser, más que una ayuda que sirva de referencia a quien se encuentra sumido en el problema.
Quien esto escribe ha asistido, en diferentes ocasiones, a toda serie de actos y cursos relacionados con la problemática familiar e invariablemente he sentido para mis adentros ( y en ocasiones lo he manifestado sin reservas) que la teoría está muy lejos de la realidad que origina los problemas íntimos de la familia; que la realidad de la familia, en trance de desavenencias, es bien distinta y tan diferente y variopinta como diversos y múltiples son los sentimientos, los caracteres y los intereses de los humanos que la integran.
Me siento obligado a remitirme a mis escritos sobre la Cultura Familiar y la Cultura Empresarial vertidos en este mismo Blog. En ellos pretendí, y no sé si con acierto, dejar bien claro que el choque de ambas culturas conlleva consecuencias que a la larga, ó a la corta, erosionarán e incluso llegarán a poner en riesgo la supervivencia de la empresa.
Las personas que componen la sociedad familiar son seres humanos, y, como tales, tienen identidades muy diferentes y albergan sentimientos, necesidades, puntos de vista, y ópticas sobre la misma vida, muy distintas . Si a eso añadimos las pasiones propias del ser humano el panorama familiar a la hora de definir intereses estará mas que nublado.

LAS PASIONES EN LA EMPRESA FAMILIAR
No soy ningún lingüista pero, como aficionado lector, me gusta consultar el Diccionario donde encuentro las precisiones necesarias para no confundir a quien me leyese.
La Real Real Academia Española define la pasión en su 5ª acepción como “perturbación ó afecto desordenado del ánimo”; y si acudo, para más información, al prestigioso Diccionario de Maria Moliner me encuentro que también en su 5ª acepción define a la pasión como “sentimiento, estado de ánimo o inclinación muy violentos, que perturban el ánimo; como el amor vehemente, el odio, la ira, los celos o un vicio.” Y que el apasionamiento conlleva” falta de ecuanimidad, arbitrariedad o parcialidad".
De todo ello hay en el ser humano y, ¡cómo no!, en los miembros de cualquier familia.
Las pasiones en la familia se erizan, se recrudecen, incluso se agravan, a la hora de la sucesión como primer brote del desentendimiento familiar y, antes ó después, las filias y las fobias aparecen y acampan a sus anchas cuando se trata de encomendar la sagrada gestión de la empresa.
No se puede obviar que en la Empresa Familiar existen intereses privados, afectos y desafectos, que albergan la pasión con sus graves resultados de “odio, ira, celos, y la arbitrariedad “ tal y como indica nuestro Diccionario; no se puede ignorar que están presentes o, cuando menos, larvados y dispuestos a aflorar en cualquier instante, mal que nos pese. Y con estas amenazas no se puede garantizar la libertad de gestión que se podría esperar aun en el excepcional caso del acuerdo del clan a la hora de elegir al que se alce con la responsabilidad en la dirección de la empresa.

No es posible hablar de una supervivencia de la empresa familiar si no existe la empatía entre los miembros, y esto es tarea casi imposible; existe o no existe, sin que sea posible conseguirla por meros actos voluntariosos.
Y si esto es así; si las pasiones reflotan ¿ es solución a la guerra larvada y dañina algo que pueden resolver los asesores, gurús académicos, o cursos, cursillos y demás saraos?.
Alguien me dijo, con acierto, que lo que necesita la Empresa Familiar es una terapia psicológica o psiquiátrica antes que unos remedios aprendidos. No me atrevería a quitarle la razón a mi olvidado comunicante.

LAS FAMILIARES EJEMPLARES
En el escaparate de las múltiples ofertas se añaden hoy las conferencias y los coloquios impartidos por los responsables o protagonistas de empresas de ilustres apellidos que superaron la transición de varias generaciones: se exhiben como grandes ejemplos, y a muchos acogota pensar en su torpeza de no sacar empresas, de menos alcance ,del enrocamiento en que se encuentran sumidas. A estos, que sufren la incomprension, yo recomendaría que analizasen con serenidad la trayectoria de los grandes hitos ( vivos) de la Empresa familiar ; probablemente encontrarán que, con escasísimas excepciones, sólo queda el apellido ilustre que hizo la marca. La gestión, ahora, está en manos de profesionales y los miembros de la familia han pasado a puestos relevantes del Consejo de Administración que vigila, marca las directrices, e intervienen en las grandes decisiones siempre respetando la profesionalidad de sus mandos.. En resumen: supieron erradicar las pasiones y, ahora, libres de ellas, juzgan resultados como test imprescindible para evaluar a los profesionales y gozar de la libertad y la frialdad precisas para no parase en reticencias a la hora de cambiar a quien no dirige con acierto.
Y yo me pregunto ¿qué queda de la empresa que fundó el abuelo? y a mí mismo me respondo que probablemente reste el espíritu, que no es poca gala ya que en él está la verdadera esencia de la empresa.

EL CONVENIO FAMILIAR
Vaya por delante que, con mis hijos, tengo firmado el Convenio de mi familia.
Asesorados por un importante especialista, llegamos a conclusiones que reflejan mi voluntad de fundador y el asentimiento de mis herederos para evitar problemas de futuro que pongan en peligro la paz familiar con la que todos pretendemos arropar la continuidad de nuestra pequeña empresa.
En mi intimidad, y a solas, pongo en duda que su eficacia sirva para mis nietos y sus hijos.
Estoy convencido que un Convenio familiar salva las normas que el fundador y sus hijos se han dado en circunstancias y en un tiempo concreto; mi Convenio expresa las buenas intenciones pero no garantiza la obligatoriedad de las mismas para quienes algún día lo cambien con el nada despreciable argumento de que “ los tiempos cambiaron y aquello fueron cosas del abuelo”.

domingo, mayo 13, 2007

J U B I L A D O ( I I )

LLENAR EL TIEMPO

Tengo dos tipos de amigos-amigas. Aquellos que, como yo, descubrieron con su
jubilación un mundo nuevo y aquellos para los que el pasado siempre fue mejor. Los primeros viven de cara al futuro, sin plantearse cuan largo va a ser su recorrido. Los segundos estiman simplemente que no tienen futuro.Son pasivos ante su futuro.
A los primeros me los encuentro en el gimnasio, en las librerías, en la calle, en los supermercados y en las pizzerías; siempre atareados. Nos citamos, compartimos tertulias y libros, y planeamos viajes juntos. Simplemente vivimos y nuestras caras transmiten optimismo porque no damos trecho a la tristeza.
A los segundos apenas los veo y, cuando esta rareza ocurre, me cuentan que apenas salen, que se encuentran aburridos, que practican el sillón-ball y que “ mis nietos me van envejeciendo día a día”. Nuestra mayor oportunidad de charrete es el Tanatorio porque este nuevo y trágico hotel se ha convertido, más que en cita obligada de condolencias, en lugar de tertulia y chismorreo.
Evidentemente estoy simplificando en caricatura a mis amigos pero, es sabido, que tras esos dibujos informales se esconden rasgos importantes de la realidad.


La primera pregunta, no exenta de agobio y preocupación, que se le presenta al jubilado, justo al dia siguiente del salto mortal de la renuncia, es el de “ Y.. ¿ Que voy a hacer ahora?”.
No voy a caer en la tentación de aconsejar porque llenaría más de zozobra a quien necesita más que nunca serenidad y calma.

LA ACTITUD ES LA CLAVE
Llenar el tiempo, cuando es más que nunca nuestro, es cuestión de actitud ante la vida.
Y actitud es acción, voluntad de querer, posicionamiento decidido de puertas abiertas para que entre el aire de la vida que traiga la modernidad.
Según la ciencia los niños no se plantean cómo andar. Es la misma vida, el crecimiento del cerebro, la necesidad de salvar las distancias, el deseo de alcanzar lo que está lejos, seguir a la madre o jugar con el gato crean en el bebé un impulso interior que, desde al cerebro, activa el movimiento. Movimiento al principio lento y torpe y, con el tiempo...“corre que te pillo”. .
Llenar el tiempo del jubilado es tarea que le corresponde sólo a él. Depende sólo de él y sus circunstancias. Se trata de crear la necesidad de salvar la vida. Por ello sería absurdo que un desconocido tratase de hacer un programa .
Yo pienso que, inexcusablemente, ha llegado el momento de decidirse a sacar del baúl las viejas aficiones, las cosas que siempre nos gustaron, recuperar las amistades olvidadas; aquello que uno siempre deseó hacer o vivir y que, la rutina y la disciplina del trabajo, le impidieron realizar.
Por otra parte la curiosidad de conocer, de saber más, de descubrir nuevas aficiones, de encontrar nuevos mundos, que tal vez nunca atrajeron nuestra curiosidad, ha de aprenderse como el niño aprende a caminar aplicando el instinto con esfuerzo y con voluntad.

UN PROYECTO DE VIDA
La jubilación es un proyecto de vida y como tal supone un planteamiento de cara a un objetivo que cumplir y unos medios para alcanzar el objetivo de VIVIR CON PLENITUD, asumiendo con sinceridad que ese proyecto es sólo mío y como tal debo enfocarlo.
Estaré en el camino para alcanzar las cotas más altas para poder disfrutar del día a día sabiéndome útil y activo. Pensar, reflexionar, en una palabra enriquecer nuestra mente, tiene un papel tan decisivo que yo me atrevería a decir que sin una actitud activa y positiva no puede haber una senectud como premio a una vida de trabajo.
Llegar a la etapa final de nuestra vida con las nostalgias de tiempos pasados es llegar al frente de la lucha por la supervivencia, derrotados y vencidos.
La actitud positiva y eficaz es la de mirar la vida con ilusión de seguir. Y esto no se conseguirá sin una mirada nueva y distinta, exenta de pesos del pasado.
A mis aburridos amigos les pesa en demasía la nostalgia. No les vendría mal aprender de Epicúro que “La manera de librarse del temor a la muerte es vivir”

Recalqué en otros escritos de esta serie que la jubilación suponía un duro y difícil esfuerzo para llegar a cerrar la puerta del pasado y abrir otra, mucho más luminosa, que contempla el futuro.
Me reafirmo en lo dicho después de haber leído muchos libros de autores especializados
que tratan con profundidad el tema del jubilado desde una perspectiva más científica.
Se suele afirmar que la vejez de cada uno es proporcional a la vida que se ha llevado previamente, en la etapa de madurez. Es cierto; pero también lo es que la voluntad, el esfuerzo y el deseo de disfrutar de un mundo, que todavía nos pertenece, puede y debe corregir lo que no se hizo a tiempo: puede y debe cambiar la mente y con ella la actitud.

jueves, febrero 22, 2007

J U B I L A D O

EL DIA DEL CALICHE

José había llegado de Abanilla. Los emigrantes de entonces venían de Murcia, Granada, Extremadura o de Jaén, y...siempre procedían de tierras con agujeros de hambre. Su escuela: el bancal y sus maestros: el arado, la azada y el legón. Firmaba las nóminas con el pulgar porque jamás supo de letras ni de números. Le llamábamos El Negro porque poco a poco el sol le había impreso la cara y las manos de moreno oscuro. Introvertido y a menudo huraño, ni siquiera charlaba a la hora del almuerzo que sólo animaba con un trozo de pan y una sardina de bota; siempre apartado del grupo. Tenía una ulcera de estómago que le agriaba el humor hasta ocultar la más leve sonrisa.
José vino a despedirse porque se jubilaba - “¿y qué harás ahora, José?- y con la primera sonrisa en treinta años : “jugar al caliche, jefe”. Alguna vez le había visto jugar los Domingos, con sus paisanos, junto a la Rambla, y deduje, una vez más, que era la evasiva de quien se niega a abrirse.
Muchos meses después me crucé con él todo endomingado y, por primera vez, con un semblante feliz. ”¿Qué tal el caliche, José?- Muy bien, jefe, me saco unas pesetillas jugando y con eso y la paga nos apañamos la Maria y yo sin los hijos que ya viven por su cuenta”.
No lo he vuelto a ver; probablemente murió, y es posible que siga con su caliche jugando en el otro mundo, porque para mí, José, en éste, había encontrado su parte de felicidad. Esta historia es verídica: se llamaba Jose Rocamora y nunca volvió a su tierra. Conservo unas fotografías de José... jugando al caliche, evidentemente.

EL CALICHE
Al caliche se juega mucho en la huerta murciana. El juego consiste en acercar unas piezas de plomo del tamaño de una galleta, desde una larga distancia, al canuto de caña (el caliche) que soporta unas monedas que suman la apuesta. El jugador al lanzar acerca lo más posible su pieza al caliche . Cuando el caliche es derribado las monedas caen y en su derrumbe las piezas más cercanas al dinero se hacen con la apuesta. Doy fe de su diversión porque en mi tiempo de colegial lo jugué con frecuencia.

Estuve dudando cómo titular este capítulo: me tentaba llamarlo “ El día después”, también pensé en titularlo como la película “El dia de la Bestia” e incluso casi decidí ”La felicidad ignorada”, pero luego recordé a mi fiel José (treinta años a mi lado) y pensé que el caliche era la clave de cuanto quería transmitir.

LOS FANTASMAS
Es seguro que al recién jubilado le agobian pensamientos negativos que le amargan la existencia. Sentir en lo mas hondo que se acabó la vida activa conduce a una sensación de inutilidad, de incomunicación , de arrumbamiento, y de sentirse hubicado en la estantería más alta de la biblioteca donde las páginas quedan al borde del olvido. Y ahí no acaba el agobio: pensamientos como-"¿qué voy a hacer mañana?, he pasado del estrés al aburrimiento, soy un viejo, me siento aislado, estoy acabado ", vendrán acompañados inevitablemente de pesimismo ante el futuro y desengaño ante la vida, olvidando, incomprensiblemente que vivir es transcurrir hacia delante, nunca hacia atrás.
Y es que a los jubilados, que tocan con la punta de sus dedos la realidad de la vejez, nos cuesta y nos duele admitir que una etapa de nuestra existencia se ha consumido irremediablemente como también se consumieron la niñez, la pubertad y la juventud...Nos rebelamos contra lo inevitable.

Son los fantasmas de la edad madura; aparecen puntuales, mortifican y, si tiras de la sábana, los descubres, ves que carecen de entidad, y que son sólo eso... fantasmas. Las historias, los cuentos que escuchamos cuando niños y las películas sobre fantasmas, existen, se apoyan en realidades, pero no están más que en la mente de quien las imagina y las crea. Cuando uno despierta después de un mal sueño, con el corazón aún estallando, recupera la realidad, la bestia ha desaparecido y la serenidad vuelve a su cauce.

UNA HISTORIA DE SEMILLAS
Maica, una amiga reencontrada, me ha enviado un vídeo que narra una bellísima y tierna historia. Resumo:
Un señor monta en un autobús y observa, que su compañera de asiento, una anciana entrañable, va tirando por la ventanilla, durante todo el trayecto, algo que extrae de una bolsita. Esta escena se repitió día a día, hasta que nuestro intrigado amigo acabó preguntándole” ¿qué tira por la ventana? –“ son semillas” – “¿semillas de qué?”- son semillas de flores, la carretera está llena de asfalto, todo es feo y seco y algún día me gustaría ver el camino lleno de color” – pero ¿ como van a brotar si todo está yermo? además los pájaros las comerán y los coches las aplastarán “
- “ yo hago lo que puedo hacer, ya vendrán días de lluvia”,- respondió la anciana. El viajero pensó que aquella anciana estaba loca.
Unos meses después, nuestro hombre al ir al trabajo descubrió, desde el autobús, que las laderas del asfalto estaban llenas de flores innundando el trayecto. Preguntó al conductor por la anciana de las semillas - ”murió hace un mes”- le respondió..y nuestro viajero pensó”¿de qué ha servido su trabajo si no ha podido ver su obra? . En ese instante a su espalda oyó los gritos de un niño :”¡ mira papá, qué bonito, la carretera está llena de flores!”.
Dicen que nuestro hombre, desde ese día, cada vez que toma el autobús va tirando por la ventanilla, desde su bolsita, semillas de flores..

No, la vida no se acaba con la jubilación. Cambiar de actividad, transformar el modo de vida, mirar hacia delante, llenar de contenido nuestro tiempo es el secreto de una vejez fecunda y satisfactoria. La vida continúa y hay que seguir la biografía.
Mi amigo José, el del caliche, había encontrado su quehacer y nuestra anciana había hecho “lo que podía hacer” para dejar a los demás su parte de felicidad.
Tanto el uno como el otro habían tirado a la basura la sábana y los fantasmas.

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