Increíble pero cierto. Gracias a unos investigadores de la universidad RMIT de Melbourne, en Australia, pronto ya no tendremos que lavar la ropa, porque se limpiará ella sola, eliminando las manchas y la suciedad en general, simplemente con exponerla a la luz.
Los investigadores han desarrollado un modo barato y eficaz de incorporar, directamente en los tejidos, unas nanoestructuras invisibles al ojo humano y capaces de degradar la materia orgánica cuando se exponen a la luz.
Su investigación allana considerablemente el camino hacia la fabricación de tejidos capaces de limpiarse por sí solos poniéndolos bajo la luz de una bombilla o tendiéndolos al sol.
El equipo de investigadores del Ian Potter NanoBioSensing Facility y el Laboratorio de Investigación en Nanobiotecnología de la universidad pública australiana RMIT (Royal Melbourne Institute of Technology) trabajó con nanoestructuras de plata y cobre, por su capacidad para absorber la luz visible.
Cuando las nanoestructuras se exponen a la luz, las nanopartículas de superficie reciben una carga de energía y se excitan, generando lo que se conoce como «electrones calientes». Estos, a su vez, liberan una descarga de energía que degrada la materia orgánica, permitiendo a las nanoestructuras eliminar las manchas y las suciedad presentes en el tejido.
Una vez más, al igual que sucede con la mayor parte de las investigaciones en nanotecnología, el principal reto para los investigadores ha sido el de ser capaces de trasladar el concepto del laboratorio a la fase de producción, diseñando un modo de crear estas nanoestructuras a escala industrial e incorporarlas permanentemente en los tejidos.
Para resolverlo, idearon un enfoque completamente novedoso que consiste en desarrollar las nanoestructuras directamente sobre los tejidos sumergiéndolos en una serie de disoluciones. Su método permite desarrollar nanoestructuras estables incorporadas en los tejidos en menos de 30 minutos.
Los investigadores utilizaron tejidos de algodón. En las pruebas realizadas posteriormente con estos tejidos con nanotecnología para comprobar su capacidad de autolimpieza, algunos de los tejidos tardaron menos de 6 minutos en limpiarse espontáneamente por sí solos, una vez expuestos a la luz.
Básicamente, los investigadores observaron que uno de los dos materiales es más rápido en el proceso de limpieza y apenas requiere entre 6 y 10 minutos para completar el proceso, frente a los 30 minutos del otro. Sin embargo, según Ramanathan, el que es más lento también es más estable, ofreciendo un buen equilibrio entre velocidad y estabilidad.
Según el Dr. Rajesh Ramanathan, unos de los autores del estudio, la ventaja de los tejidos es que ya tienen una estructura 3D que les permite absorber la luz fácilmente, acelerando el proceso de degradación de la materia.
El siguiente paso, señaló Ramanathan, será probar nuestros tejidos nanoreforzados con sudor y con otras manchas producidas por compuestos orgánicos más interesantes para los consumidores, como la salsa de tomate o el vino, para comprobar con qué rapidez pueden eliminarlas.
“Todavía nos queda mucho trabajo por hacer antes de que las lavadoras puedan desaparecer de los hogares, pero este avance sienta una base sólida para el futuro desarrollo de tejidos completamente autolimpiables”, señala Ramanathan.
Además de las funciones de autolimpieza, este nuevo método podría tener otras aplicaciones muy diversas, entre ellas, la del desarrollo de tejidos antibacterianos capaces de eliminar superbacterias.
Las superbacterias son un gran problema hoy en día, por la enorme dificultad con la que se están encontrando los profesionales para deshacerse de ellas. Los investigadores de la universidad RMIT ya han empezado a probar estos tejidos antibacterianos con algunas superbacterias con resultados increíblemente positivos.
Según Ramanathan el proceso desarrollado por su equipo podría tener una amplia variedad de aplicaciones en sectores como el desarrollo de productos agroquímicos, farmacéuticos y naturales; y podría escalarse fácilmente a niveles industriales.
Los resultados de la investigación se publicaron el 23 de marzo de 2016 en la revista Advanced Materials Interfaces.
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