También conocida como “fabricación aditiva”, la impresión 3D es un ejemplo de la clase de liderazgo tecnológico que se considera fundamental para impulsar la recuperación del sector manufacturero en Europa; y competir, así, con los países con menores costes de producción.
En una fábrica situada en la pequeña ciudad industrial sueca de Finspång, unas impresoras 3D de
alta tecnología derriten con láseres unas finas capas de metal en polvo para formar piezas complejas
para turbinas de gas.
Siemens, el grupo alemán de ingeniería y electrónica, está utilizando la tecnología empleada en el
interior de estas voluminosas máquinas para acelerar las reparaciones y reducir los costes dentro de
su división de mantenimiento y servicio de generación de energía. En algunos casos, el tiempo de
reparación de los quemadores de turbinas dañados se ha reducido de 44 a 4 semanas.
Siemens es una de las primeras compañías que ha utilizado la impresión 3D para producir piezas
industriales de alta resistencia para las turbinas de gas, pero muchos otros fabricantes europeos de
renombre están estudiando cómo puede mejorar su rendimiento esta tecnología emergente.
BAE Systems, la compañía de defensa británica, afirma que sus cazas RAF Tornado ya han
volado con las primeras piezas de metal impresas en 3D;
Rolls-Royce, la compañía aeroespacial
del Reino Unido, planea utilizar la impresión 3D para producir componentes para sus motores a
reacción.