Los alrededores de la granja

En el entorno rural que rodeaba a nuestra granja había cosas interesantes que debíamos descubrir.

La excursión al río

Los días de lluvia observábamos que bajaban apreciables cantidades de agua por las laderas del valle y desde las pequeñas colinas hacia la parte más baja. Allí el arbolado parecía más denso. Este paisaje nos hizo creer que en la parte más baja del valle de St. Catherine discurría un pequeño río.

Fuimos dando un agradable paseo con esperanza de encontranos con él. Para nuestro inicial desencanto descubrimos que el río no existia. Pero fue hermoso alcanzar la parte más baja del valle y estar debajo de árboles impresionates que sin duda habían elegido unas privilegiadas tierras bajas muy fértiles para crecer. Tejos, robles centenarios y otros árboles grandes, un buen sitio para evocar la leyenda de Robin Hood y la magia de los bosques ingleses.

Otra excursión a una granja vecina

Al parecer la globalización y la internacionalización también llega al campo. Siguiendo una estrecha carretera cercana a la granja, con un bellísimo paisaje circundante, fuimos a parar a un cercado de una granja vecina.

Para nuestra sorpresa lo que pensamos a lo lejos que eran ovejas, se convirtió en la cercanía en unos hermosos ejemplares de llamas. Sí, llamas, esos simpáticos animales que uno espera verlos en el Machu Picchu o en los Andes pero no en la vieja Inglaterra.

Hicimos fotos a las llamas para dar veracidad a nuestro testimonio y estuvimos observando a estos hermosos y singulares animales. Parecían perfectamente adaptados al medio inglés, aunque no nos esperamos para saber si tomaban el té por las tardes.

Nuestros vecinos de St. Catherine Court

A lo lejos de nuestra granja veíamos una espectacular masión, especialmente cuando estábamos en la parte más alta de la finca. Preguntamos a Brett y John y nos dijeron que se trataba de St. Catherine Court, propiedad de los actores ingleses Jane Seymour y James Keach que habían reconstruido y convertido esta casa señorial en un hotel de lujo donde la jet inglesa se reunía para dar fiestas y cosas por el estilo.

Por una parte nos dió alegria saber que la jet inglesa viera en el campo una posibilidad de reencuentro con la naturaleza y cosas similares. Pero al parecer fuimos optimistas en exceso. St. Catherine Court era una extensión más de costumbres urbanas, no evocadora para sus moradores de las cosas sencillas que nosotros apreciábamos. Alguna noche vimos desde nuestra casa hasta fuegos artificiales y pensamos que eran incapaces de aguardar mirando al cielo y en silencio para ver la aparición de estrellas fugaces.

Urbanitas con descapotables y coches de altísimas cilindradas reuniéndose en un lugar «exótico» en el campo. Al final nos fuimos cabreando un poco puesto que les hicimos culpables de que los zorros, ciervos, tejones, conejos y erizos no se dejaran ver más amenudo. Quizás nuestra discreta intransigencia fue excesiva…

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