Ser multimillonario sin título universitario ¿y por qué no darle la vuelta?

Es un tema recurrente en muchos medios. Sistemáticamente recuerdan que Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Michael Dell y otros tantos multimillonarios de sesudos proyectos tecnológicos no concluyeron sus estudios universitarios.

 

 

Confieso que me duele que la universidad sea vista como un entorno reñido con la capacidad de emprender, de innovar disruptivamente, en definitiva, de ser el motor de la economía creativa de nuestro tiempo.

Se podría argumentar que el ADN empresarial siempre ha estado bastante desvinculado de las aulas. ¿Por qué debemos preocuparnos ahora? ¿Es posible cambiar la capacidad de impulsar el emprendimiento en nuestras universidades?

¿Deberían ser los emprendedores del siglo XXI mayoritariamente universitarios?

Recientemente Approved Index (suministradora de datos para los rankings de la revista Forbes) destacaba que un tercio de las 100 personas más ricas del mundo no tiene título universitario. La buena noticia es que las dos terceras partes sí lo tienen. Por tanto en algunos países triunfar en los negocios, ser millonario y tener un título universitario tampoco es tan imposible.

En todo caso las universidades y los universitarios tenemos que preocuparnos seriamente de este tema tras 800 años de historia en la más pura ortodoxia docente e investigadora. ¿Por qué? Sencillamente y como todo el mundo sabe el conocimiento se ha convertido en un factor clave para la riqueza de cualquier nación. Es el  motor de la competitividad y de la innovación empresarial de nuestros días.

Las grandes empresas globales emergentes de nuestro siglo son corporaciones tecnológicas como Apple, Google, Amazon, Microsoft, Facebook… que basan sus innovaciones -bastantes de ellas de carácter disruptivo-, en el conocimiento y esto se acentuará en el futuro,  más allá de la economía digital, con la salud o la nanotecnología…. Parecería lógico de las universidades y los egresados universitarios tuvieran mucho que ver con esto (además de la contratación de ingenieros que son capaces de percibir sueldos de seis dígitos).

Sin embargo mayoritariamente esto no es así. Cabría preguntarse por qué ocurre. ¿Debemos resignarnos ante el tópico de que la formación universitaria atrofia el espíritu emprendedor? ¿Es de recibo que las universidad se abstengan o desempeñen un papel secundario o marginal en el impulso del emprendimiento?

 

 

Potenciar la cultura emprendedora en nuestras universidades

Salvo en los grandes santuarios de la tecnología y los negocios (MIT, Wharton, Escuelas de Negocios en España…), es raro que el profesorado mantenga una postura proactiva, receptiva o incluso sencillamente favorable a la hora de promover el emprendimiento y el espíritu creativo en nuestras aulas.

Hay que reconocer que hoy en los campus prima la idealización y empatía hacia lo público y la carrera funcionarial. En un país endeudado como España y con una tasa de paro del 51,4% (para los menores de 25 años) no parece que estas vías constituyan ninguna panacea.  Sólo sembraremos frustración, impotencia y diáspora juvenil. Sin emprendedores y sin generación de empleo en el sector privado, la economía española está condenada por muchos años al desempleo masivo.

Los alumnos se pasan cuatro o más años en las universidades recibiendo una influencia y una cultura muy ajena al mundo de las empresas y el emprendimiento en general. Y esto es lo que hay cambiar con voluntad política, consenso universitario y sentido del compromiso social.

Incluso si fomentáramos el emprendimiento universitario y obtuviéramos
fracasos masivos, potenciaríamos -como resultado colateral-  uno de los
mejores complementos formativos para nuestros alumnos. Tal como se viene contrastando, estas experiencias mejorarían
notablemente la formación de los alumnos y su empleabilidad.  Merece la pena intentarlo.

1. Necesitamos a los profesores como aliados

Sencillamente necesitamos desarrollar una cultura emprendedora en torno al profesorado. No se puede aceptar o valorar correctamente lo que no se conoce. Los profesores tienen que salir de una burbuja, de su zona de confort académica recreada en el ámbito anglosajón hace más de 30 años por David Lodge y su «El mundo en un pañuelo, con su variopinta fauna de intelectuales, prestigiosos
académicos y conferenciantes internacionales diseminando «ciencia» por el planeta.

No está en mi ánimo improvisar sobre este tema, pero hay cinco áreas claras de actuación:

A)  Hay que incentivar pasarelas más potentes entre la Universidad y la actividad empresarial. No sólo la actividad empresarial, sino más fácil: el ejercicio profesional. Oportunidades para que Doctores y profesores que durante una etapa de sus vidas conozcan las empresas por dentro. Fundamental que se familiaricen con temas como: la creación de valor en la empresa, la lucha por la competitividad, los enfoques de la innovación empresarial, la toma de decisiones, los mercados, el impacto de las innovaciones disruptivas… Este mundo no puede reducirse para los profesores aun un parámetro o variable en modelos irreales. Conocer mejor a la empresa potenciará entre el profesorado la capacidad de ser más selectivo y exigente con los conocimientos que transmitimos a nuestros alumnos. Sin ir más lejos en economía impartimos programas muy densos que si fueran sometidos a filtros de valor social quedarían muy escuetos. Y por supuesto, una mayor autoridad, capacidad y sensibilidad para orientar la formación de sus alumnos a la hora de emprender y de ejercer su profesión.

B) Movilidad o flujo bidireccional de personas y conocimientos. ¿Habría una escuela universitaria que enseñara mejor que Google la publicidad contextual? ¿O mejor CM que Facebook? ¿O que enseñara el riego bancario o la internacionalización mejor que uno de nuestros grandes bancos? Si es recomendable que el profesorado traspase las puertas de las empresas, también lo es que los profesionales con experiencia y valiosos conocimientos traspasen las puertas de las universidades con mayor fluidez y relevancia.

C) Facilidades e incentivos para la creación de Empresas de Base Tecnológica (EBTs y referentes de éxito en la Universidad. Necesitamos profesores que creen  EBTs sin miedo al fracaso. Necesitamos muchos fracasos para poder tener éxitos de referencia. Ver más en: Revitalizar las Empresas de Base Tecnológica.

D). Incentivos al profesor. Aparte de incentivar la investigación y la publicación en prestigiosas revistas científicas hay que buscar otros incentivos relevantes ligados a la empleabilidad y al emprendimiento. Hoy esto no es así. La empleabilidad de sus egresados, la transferencia de tecnología o la generación de patentes y otros indicadores que revelen «indicios de rendimiento social» deben hacerse un hueco entre trienios, quinquenios y sexenios (antigüedad, actividad docente e investigadora) del profesorado.

E) Cambiar el modelo de formación: el aula invertida.  Sí, la «Flipped Classroom» puede constituir un antes y un después en el tema que nos ocupa. Debemos propiciar una «revolución» en las aulas que se corresponda con las exigencias de la era digital. Lo explico en Innovación educativa MOOCs y el futuro de la educación superior. Un modelo de enseñanza donde la parte práctica, creativa, interactiva, de trabajo en equipo toma el mayor protagonismo en el aula.

F) Explotar los instrumentos ya disponibles como trabajos fin de carrera, tesinas, tesis… para favorecer el emprendimiento. Sugerencia que LR (en comentarios ampliada) que incorporo adicionalmente.

2. Necesitamos una sociedad proactiva para proyectar el potencial de sus universidades

Parecería que en todo lo que estamos hablando los Consejos Sociales de nuestras universidades debieran desempeñar un papel clave. Salvo casos aislados y actitudes individuales muy loables no ha sido el caso. Sabido es que la regulación actual se presta a la confusión. En algunos casos lejos de lo deseable, los Consejos Sociales se conforman cómo un órgano controlador incompetente, un contrapeso de poder político.

Habría mucho por hacer positivamente, especialmente por aquellos Consejos Sociales que sí tienen una voluntad real de ayudar a sus universidades. A modo de ejemplo y sin pretender exhaustividad:

  • Fomentar un conocimiento efectivo y persistente de la universidad en el tejido empresarial, y entre los profesionales de la empresas. Subrayo lo de «efectivo», en un entorno en el que, por lo general la universidad es una gran desconocida, especialmente entre entre la pequeña y mediana empresa.
  • Desarrollar un «entorno físico y virtual de oportunidades» para faciliten el contacto y la relación universidad empresa: localizaciones, espacios compartidos, parques científicos y tecnológicos…
  • Potenciar el desarrollo del talento y de la actitud emprendedora, siendo dinamizador de la proyección del mismo en las empresas y en la sociedad.
  • Proyectar imaginativamente en los medios de comunicación la oferta docente e investigadora y los casos de emprendimiento de profesores (EBTs) y las startups de los alumnos.
  • Potenciar la exportación de conocimiento y su internacionalización a través de modelos presenciales y virtuales.
  • Hacer viable y auditable de forma objetiva un más amplio abanico de relaciones, proyectos, joint ventures entre la universidad y el sector privado sobre la base de la innovación, la creatividad, el valor del conocimiento, el desarrollo tecnológico…
  • Premiar y fomentar la creación de startups entre los alumnos. Mentoring, financiación, participación en redes y programas como Red Emprendia, Yuzz-CISE, etc.
  • Apoyar la creación de redes profesionales y de emprendimiento con hibridación multidisciplinar entre la universidad y las empresas.
  • Diseñar planes estratégicos en los sectores de futuro para posicionar a las universidades y su competitividad en el tejido empresarial, con la implicación de las empresas líderes o empresas especializadas del entorno.
  • Potenciar la formación online continua a medidade la demanda, vancantes profesionales a través de instrumentos como los MOOCs…
  •  Fomentar la atracción de fondos internacionales y propiciar la movilidad que apoye el emprendimiento universitario.

No es necesario reivindicar a los Consejos Sociales que ingresen ingentes endowments (35.000 millones de $ en Harvard) en las arcas de las universidades, pero sí enfatizar su papel de catalizador del potencial de la universidad de nuestro tiempo en la sociedad. Diría que las universidades, sus Consejos Sociales y los gobiernos harían bien en obsesionarse con la empleabilidad y el emprendimiento universitario.

La situación dramática que vive una gran parte de nuestros egresados bien merece un esfuerzo colectivo en la universidad y en la sociedad en favor de una nueva cultura en torno al emprendimiento basado en el conocimiento. En esa dirección cualquier siembra dará una productiva cosecha.

Quizás sería interesante dar unos primeros pasos. Parafraseando a Martin Luther King. “Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa, sólo da tu primer paso

Seguir leyendo:


16 Respuestas

  1. OMAR RAHMANI 9 años ago
    • andres 9 años ago
  2. Rafa Cuenca 9 años ago
    • andres 9 años ago
  3. A.M. 9 años ago
    • andres 9 años ago
  4. M.P. 9 años ago
    • andres 9 años ago
  5. Ramón Pérez Játiva 9 años ago
    • andres 9 años ago
  6. Enrique S. M. 9 años ago
    • María S.V. 9 años ago
    • andres 9 años ago
  7. Luis Ramos 9 años ago
    • andres 9 años ago
  8. Carlos 7 años ago

Añadir Comentario