Es un tema recurrente en muchos medios. Sistemáticamente recuerdan que Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Michael Dell y otros tantos multimillonarios de sesudos proyectos tecnológicos no concluyeron sus estudios universitarios.
Confieso que me duele que la universidad sea vista como un entorno reñido con la capacidad de emprender, de innovar disruptivamente, en definitiva, de ser el motor de la economía creativa de nuestro tiempo.
Se podría argumentar que el ADN empresarial siempre ha estado bastante desvinculado de las aulas. ¿Por qué debemos preocuparnos ahora? ¿Es posible cambiar la capacidad de impulsar el emprendimiento en nuestras universidades?
¿Deberían ser los emprendedores del siglo XXI mayoritariamente universitarios?
Recientemente Approved Index (suministradora de datos para los rankings de la revista Forbes) destacaba que un tercio de las 100 personas más ricas del mundo no tiene título universitario. La buena noticia es que las dos terceras partes sí lo tienen. Por tanto en algunos países triunfar en los negocios, ser millonario y tener un título universitario tampoco es tan imposible.
En todo caso las universidades y los universitarios tenemos que preocuparnos seriamente de este tema tras 800 años de historia en la más pura ortodoxia docente e investigadora. ¿Por qué? Sencillamente y como todo el mundo sabe el conocimiento se ha convertido en un factor clave para la riqueza de cualquier nación. Es el motor de la competitividad y de la innovación empresarial de nuestros días.
Las grandes empresas globales emergentes de nuestro siglo son corporaciones tecnológicas como Apple, Google, Amazon, Microsoft, Facebook… que basan sus innovaciones -bastantes de ellas de carácter disruptivo-, en el conocimiento y esto se acentuará en el futuro, más allá de la economía digital, con la salud o la nanotecnología…. Parecería lógico de las universidades y los egresados universitarios tuvieran mucho que ver con esto (además de la contratación de ingenieros que son capaces de percibir sueldos de seis dígitos).
Sin embargo mayoritariamente esto no es así. Cabría preguntarse por qué ocurre. ¿Debemos resignarnos ante el tópico de que la formación universitaria atrofia el espíritu emprendedor? ¿Es de recibo que las universidad se abstengan o desempeñen un papel secundario o marginal en el impulso del emprendimiento?
Potenciar la cultura emprendedora en nuestras universidades
Salvo en los grandes santuarios de la tecnología y los negocios (MIT, Wharton, Escuelas de Negocios en España…), es raro que el profesorado mantenga una postura proactiva, receptiva o incluso sencillamente favorable a la hora de promover el emprendimiento y el espíritu creativo en nuestras aulas.
Hay que reconocer que hoy en los campus prima la idealización y empatía hacia lo público y la carrera funcionarial. En un país endeudado como España y con una tasa de paro del 51,4% (para los menores de 25 años) no parece que estas vías constituyan ninguna panacea. Sólo sembraremos frustración, impotencia y diáspora juvenil. Sin emprendedores y sin generación de empleo en el sector privado, la economía española está condenada por muchos años al desempleo masivo.
Los alumnos se pasan cuatro o más años en las universidades recibiendo una influencia y una cultura muy ajena al mundo de las empresas y el emprendimiento en general. Y esto es lo que hay cambiar con voluntad política, consenso universitario y sentido del compromiso social.
Incluso si fomentáramos el emprendimiento universitario y obtuviéramos
fracasos masivos, potenciaríamos -como resultado colateral- uno de los
mejores complementos formativos para nuestros alumnos. Tal como se viene contrastando, estas experiencias mejorarían
notablemente la formación de los alumnos y su empleabilidad. Merece la pena intentarlo.
1. Necesitamos a los profesores como aliados
Sencillamente necesitamos desarrollar una cultura emprendedora en torno al profesorado. No se puede aceptar o valorar correctamente lo que no se conoce. Los profesores tienen que salir de una burbuja, de su zona de confort académica recreada en el ámbito anglosajón hace más de 30 años por David Lodge y su «El mundo en un pañuelo, con su variopinta fauna de intelectuales, prestigiosos
académicos y conferenciantes internacionales diseminando «ciencia» por el planeta.
No está en mi ánimo improvisar sobre este tema, pero hay cinco áreas claras de actuación:
A) Hay que incentivar pasarelas más potentes entre la Universidad y la actividad empresarial. No sólo la actividad empresarial, sino más fácil: el ejercicio profesional. Oportunidades para que Doctores y profesores que durante una etapa de sus vidas conozcan las empresas por dentro. Fundamental que se familiaricen con temas como: la creación de valor en la empresa, la lucha por la competitividad, los enfoques de la innovación empresarial, la toma de decisiones, los mercados, el impacto de las innovaciones disruptivas… Este mundo no puede reducirse para los profesores aun un parámetro o variable en modelos irreales. Conocer mejor a la empresa potenciará entre el profesorado la capacidad de ser más selectivo y exigente con los conocimientos que transmitimos a nuestros alumnos. Sin ir más lejos en economía impartimos programas muy densos que si fueran sometidos a filtros de valor social quedarían muy escuetos. Y por supuesto, una mayor autoridad, capacidad y sensibilidad para orientar la formación de sus alumnos a la hora de emprender y de ejercer su profesión.
B) Movilidad o flujo bidireccional de personas y conocimientos. ¿Habría una escuela universitaria que enseñara mejor que Google la publicidad contextual? ¿O mejor CM que Facebook? ¿O que enseñara el riego bancario o la internacionalización mejor que uno de nuestros grandes bancos? Si es recomendable que el profesorado traspase las puertas de las empresas, también lo es que los profesionales con experiencia y valiosos conocimientos traspasen las puertas de las universidades con mayor fluidez y relevancia.
C) Facilidades e incentivos para la creación de Empresas de Base Tecnológica (EBTs y referentes de éxito en la Universidad. Necesitamos profesores que creen EBTs sin miedo al fracaso. Necesitamos muchos fracasos para poder tener éxitos de referencia. Ver más en: Revitalizar las Empresas de Base Tecnológica.
D). Incentivos al profesor. Aparte de incentivar la investigación y la publicación en prestigiosas revistas científicas hay que buscar otros incentivos relevantes ligados a la empleabilidad y al emprendimiento. Hoy esto no es así. La empleabilidad de sus egresados, la transferencia de tecnología o la generación de patentes y otros indicadores que revelen «indicios de rendimiento social» deben hacerse un hueco entre trienios, quinquenios y sexenios (antigüedad, actividad docente e investigadora) del profesorado.
E) Cambiar el modelo de formación: el aula invertida. Sí, la «Flipped Classroom» puede constituir un antes y un después en el tema que nos ocupa. Debemos propiciar una «revolución» en las aulas que se corresponda con las exigencias de la era digital. Lo explico en Innovación educativa MOOCs y el futuro de la educación superior. Un modelo de enseñanza donde la parte práctica, creativa, interactiva, de trabajo en equipo toma el mayor protagonismo en el aula.
F) Explotar los instrumentos ya disponibles como trabajos fin de carrera, tesinas, tesis… para favorecer el emprendimiento. Sugerencia que LR (en comentarios ampliada) que incorporo adicionalmente.
2. Necesitamos una sociedad proactiva para proyectar el potencial de sus universidades
Parecería que en todo lo que estamos hablando los Consejos Sociales de nuestras universidades debieran desempeñar un papel clave. Salvo casos aislados y actitudes individuales muy loables no ha sido el caso. Sabido es que la regulación actual se presta a la confusión. En algunos casos lejos de lo deseable, los Consejos Sociales se conforman cómo un órgano controlador incompetente, un contrapeso de poder político.
Habría mucho por hacer positivamente, especialmente por aquellos Consejos Sociales que sí tienen una voluntad real de ayudar a sus universidades. A modo de ejemplo y sin pretender exhaustividad:
- Fomentar un conocimiento efectivo y persistente de la universidad en el tejido empresarial, y entre los profesionales de la empresas. Subrayo lo de «efectivo», en un entorno en el que, por lo general la universidad es una gran desconocida, especialmente entre entre la pequeña y mediana empresa.
- Desarrollar un «entorno físico y virtual de oportunidades» para faciliten el contacto y la relación universidad empresa: localizaciones, espacios compartidos, parques científicos y tecnológicos…
- Potenciar el desarrollo del talento y de la actitud emprendedora, siendo dinamizador de la proyección del mismo en las empresas y en la sociedad.
- Proyectar imaginativamente en los medios de comunicación la oferta docente e investigadora y los casos de emprendimiento de profesores (EBTs) y las startups de los alumnos.
- Potenciar la exportación de conocimiento y su internacionalización a través de modelos presenciales y virtuales.
- Hacer viable y auditable de forma objetiva un más amplio abanico de relaciones, proyectos, joint ventures entre la universidad y el sector privado sobre la base de la innovación, la creatividad, el valor del conocimiento, el desarrollo tecnológico…
- Premiar y fomentar la creación de startups entre los alumnos. Mentoring, financiación, participación en redes y programas como Red Emprendia, Yuzz-CISE, etc.
- Apoyar la creación de redes profesionales y de emprendimiento con hibridación multidisciplinar entre la universidad y las empresas.
- Diseñar planes estratégicos en los sectores de futuro para posicionar a las universidades y su competitividad en el tejido empresarial, con la implicación de las empresas líderes o empresas especializadas del entorno.
- Potenciar la formación online continua a medidade la demanda, vancantes profesionales a través de instrumentos como los MOOCs…
- Fomentar la atracción de fondos internacionales y propiciar la movilidad que apoye el emprendimiento universitario.
No es necesario reivindicar a los Consejos Sociales que ingresen ingentes endowments (35.000 millones de $ en Harvard) en las arcas de las universidades, pero sí enfatizar su papel de catalizador del potencial de la universidad de nuestro tiempo en la sociedad. Diría que las universidades, sus Consejos Sociales y los gobiernos harían bien en obsesionarse con la empleabilidad y el emprendimiento universitario.
La situación dramática que vive una gran parte de nuestros egresados bien merece un esfuerzo colectivo en la universidad y en la sociedad en favor de una nueva cultura en torno al emprendimiento basado en el conocimiento. En esa dirección cualquier siembra dará una productiva cosecha.
Quizás sería interesante dar unos primeros pasos. Parafraseando a Martin Luther King. “Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa, sólo da tu primer paso”
Seguir leyendo:
- La Universidad del futuro
- 10 razones por las que las universidades deben salir de su zona de confort
Estimado Señor Pedreño, El tema que ha planteado aqui es de lo mas interesante todo lo que a dicho es cierto, las universidades tiene que involucrarse más en el espiritu emprendedor, pero una cosa es cierta que muchos profesores no han sido emprendedores, y por eso hace falta el entorno empresarial que apoye a las universidades y profesores buscando buenas sinergias al respecto, para poder crecer y hacer un pais mas competitivo.
Todo esto es lo ideal, pero ¿que pasa en España?
Le voy a contar mi experiencia desde que termine la universidad hasta el dia de hoy, finalice en el año 2000 la carrera de Economicas cuando en aquel entonces era nuestro rector en la universidad.
Yo tenia la ilusion de ser un emprendedor, pero el camino era bastante complicado,he tenido que trabajar para aprender como funciona el entorno empresarial, financiero, tributario etc. Tambien he viajado y trabajado en otros paises,y por ultimo desde hace casi 3 años decidi hacer mi propio negocio,vinculado a los servicios de empresas, y sinceramente con la crisis y la falta de implicación del cobierno Español , solo he podido sobrevivir para poder cubrir mis gastos diarios.
He visto a muchas empresas fracasar en mi entorno, generar deudas con la seguridad social, y con hacienda, haciendo imposible salir de la crisis, y me doy cuenta que en este pais, es mejor ser asalariado que autonomo, tienen mas derechos y menos responsabilidades, Hasta que esto no cambie, por mucho que cambien las universidades y los futuros titulados universitarios , si no cambian las politicas, esto generara la emigración de personas que busquen un entorno emprendedor mucho más favorable.
un saludo
Señala un tema importante que sobrepasa al emprendimiento universitario. Efectivamente, el emprendimiento (sin apellidos) sea como autónomo o como sociedad mercantil no es incentivado por nuestros Gobiernos. Comprendo su punto de vista y lo comparto. Al respecto, he llegado a publicar una visión pesimista sobre lo que significa Ser emprendedor en España. Ver Ser Emprendedor en España: ¿reconocimiento o rechazo social?.
Sin embargo, emprender es la solución. Confío en que los gobiernos y la sociedad se obsesionen con ello y lo apoyen e incentiven mucho más. Faltan muchos emprendedores para que puedan generarse los puestos de asalariados quela economía española necesita.
Gracias por su comentario. Saludos
No menciona las prácticas de alumnos en las empresas ¿Qué opina de ellas? Gracias
No conozco a fondo el tema, pero sí la opinión de algunas empresas sobre la oferta de prácticas de alumnos de las universidades. En primer lugar debo destacar que me parecen un gran paso, algo a mejorar, ampliar, potenciar y consolidar. Tal como están en estos momentos no permiten generar todos los beneficios potenciales.
Cierto que hay universidades o centros que las tienen mucho mejor planteadas que otros, pero en conjunto, debería revisarse el sistema y aprender de las experiencias recientes. Al respecto convendría:
1. Centralizar las relaciones con las empresas (ventanilla única). Aunque los centros individualmente gestionen sus prácticas, debe haber un interlocutor único y simplicado para gestionar de forma eficiente la oferta de prácticas.
2. Permitir que las empresas participen en procesos de selección e identificación de talento.
3. Ampliar el abanico de ofertas, involucrando profesores jóvenes tutores e incentivos por resultados medibles (para empresas y para alumnos).
4. Propiciar el diseño de programas conjuntos de formación práctica conjunta entre la universidad y determinadas empresas que por sus características sean punteras en innovación y en competitividad.
5. Suprimir las burocracias innecesarias en las universidades.
6. Fomentar las evaluaciones y experiencias para mejorar la actividad docente de los centros.
Dejo estas seis consideraciones a modo de ejmeplo, esperando haber contestado su pregunta.
Hay mucho que comentar al respecto del artículo. Tengo amigos empresarios, de familias de empresarios y más o menos de mi edad. Ahora se están cuestionando si llevar a sus hijos a la universidad o no. Su sentimiento es que si van a la universidad tiene un alto riesgo de perder todo o parte lo que han vivido en casa.
Para ellos la universidad sólo forma empleados, pero nunca empresarios.Como ves el tema da para mucho. Mis amigos empresarios, abandonaron sus estudios en segundo de carrera, convencidos de que estaban perdiendo el tiempo. Ellos se hicieron empresarios y contratan a sus compañeros de estudios… como empleados de sus empresas.Están convencidos de que si hubieran seguido estudiando en su día ahora no serían empresarios y serían unos magníficos empleados de otros.
No estoy de acuerdo con esa incompatibilidad que ellos plantean, pero creo que sí merece alguna reflexión.Y estoy casi seguro de que llevarán a sus hijos a la universidad, otra cosa es a qué universidad, clar
Cada vez estoy más convencido de que no basta con incorporar las prácticas a la formación universitaria, sino que hay que aprender lo práctico y luego su fundamento, pero luego de verdad. (Totalmente al revés que ahora) Esto también merece una reflexión.
A.M.
Quizás no le faltan razones a los amigos. En mi etapa de Rector muchos empresarios me solían decir que la Universidad desalentaba las vocaciones de empresarios. Algunos padres empresarios me llegaron a reprochar que antes de entrar a la Universidad sus hijos querían continuar con el oficio de sus progenitores, pero tras cursar cuatro o cinco años en la universidad, querían ser de todo menos empresarios.
Aun así hemos mejorado mucho. En mis cinco años de estudio en la UV a principios de los setenta, en Facultad de Económicas, todos los profesores nos insistían en lo mismo: había que hacer la revolución y acabar con el sistema capitalista. ¡¡Se estudiaba marxismo hasta en derecho mercantil!! Hoy aceptamos el sistema, pero como buenos funcionarios instamos consciente o inconscientemente a nuestros alumnos para que sean servidores públicos. No caemos en la cuenta de que una vez aceptado el sistema, si las Haciendas públicas no incrementan sus ingresos de un sector privado competitivo, es imposible financiar nada público.
En síntesis la actitud y toma de conciencia del profesorado debe cambiar y mejorar radicalmente. A mejor salud y vitalidad del emprendimiento y las empresas privadas, más capacidad recaudatoria para servicios públicos.
Necesitamos a los profesores como aliados, un cambio de su mentalidad, de su conocimiento de las empresas, etc. Por supuesto pueden (y deben) ser críticos con el sistema, pero desde un conocimiento real y profundo del mismo, al menos, en la vertiente de las empresas y del emprendimiento.
En cuanto al tema práctico- teórico, una idea muy interesante es el concepto de Flipped Classroom (Aula Invertida) . Personalmente me siento muy cercano a esta metodología. Puede verse en este post: Innovación educativa, MOOCs y el futuro de la educación superior.
Personalmente eché de menos en mi formación universitaria que no se fomentara más el espíritu emprendedor y que no se trabajasen más las ACTITUDES. Yo venía de un entorno (pueblo y familia) muy emprendedor. Me llamó la atención ver que mis compañeros de clase querían opositar, trabajar en un banco o aseguradora o, los más osados, ejercer como abogado pero, eso sí, por cuenta ajena.
Hace unos meses el MIT planteó introducir en su misión como Universidad, junto a la docencia y la investigación, el factor innovación. Este tipo de decisiones permitirán identificar con mayor claridad el rol de las universidades en nuestra era, la sociedad del conocimiento.
Es urgente que al menos las universidades españolas no se conviertan en un factor disuasorio del emprendimiento. Es decir, los alumnos que tengan las ACTITUDES para ser emprendedores no encuentren en la universidad un clima para inhibir o atrofiar su vocación de impulsar proyectos o startups.
Sinceramente no creo que las universidades ayuden nunca a los emprendedores. La mayor parte de ellos son anti-emprendedores, funcionarios, algunos anti-sistema, si tuvieran que gestionar una empresa la hundirían.
Tampoco hay que ser injusto. Por un lado las universidades, como organismos autónomos, son las instituciones, si se quiere, las empresas públicas mejor gestionadas. Y se hace bajo sistemas de autogobierno, muy mejorables, pero que han dado eficientes respuestas a las demandas sociales de la educación superior en los últimos 40 años.
Por otra, y tomando como referencia los ecosistemas de innovación como el Silicon Valley, sería bastante difícil que éxito de las grandes empresas tecnológicas actualmente de referencia hubiera llegado a plasmarse sin universidades como Stanford o UC Berkeley. Aunque hay muchos multimillonarios tecnológicos sin título universitario, es difícil que Google, tal como la conocemos hoy, de la mano Larry Page y S. Brin, hubiera visto la luz hace ya más de 15 años sin la Universidad de Stanford.
Eso sí, hay que provocar que nuestros claustros de profesores se asemejen cada vez más a los de Stanford, que no dudan, por ejemplo, en crear fondos con recursos propios para la financiación de startups de sus alumnos.
Aunque no conviene mitificar el Silicon Valley, si creo que debe ser aceptado como un ejemplo de buena práctica en la interacción universidad-emprendedores-empresas. Ver Mi reflexión: Silicon Valley: 26 años después
En mi caso estudié ADE (no diré la Universidad) hace 15 años, me tomé en serio mis estudios y obtuve excelentes calificaciones. En toda la licenciatura apenas tuve un par de profesores que supieran que era una empresa, y no más de cinco que se tomaran en serio mi empleabilidad (tal como usted la llama).. Cuando empecé a trabajar en el sector inmobiliario, me dí cuenta de que prácticamente el 90% de los que había aprendido no servía para nada (y soy generoso). Al llegar la crisis monté mi propia empresa. Ahí fue cunado me di cuenta que no sólo no servia para nada lo que había estudiado sino que algunos profesores me habían enseñado lo que se debe hacer para no triunfar. Siento ser tan duro, pero las universidades necesitan cambios radicales. Hacen funcionarios a burócratas que explican materias que no sirven para nada. Muchos departamentos son grupos de poder endogámicos y donde el despotismo es la marca de la casa. Fui profesor colaborador en un Departamento durante dos años y lo dejé porque me daba vergüenza ajena las "directrices" y recomendaciones que emanaban de los "responsables. He hecho un MBA en una Escuela de Negocios, Las cosas no son igual. Las cosas pueden hacerse bien. La Universidad pública debe hacer una auditoria de su profesorado seria y externa y despedir a funcionarios que han entrado a través de fallos del sitema que una universidad no se puede permitir. Lo digo con todo respeto hacia su persona, puesto que me consta su inquietud sincera y su esfuerzo por las universidades. Le vengo leyendo todo lo que publica y créame hace falta mucha gente como usted dentro y fuera de la universidad.
Enrique, me siento muy identificada con tu comentario. Soy economista y según dicen "sobrecualificada" con decenas de cursos, un master, etc. No he tenido la suerte de ir a una Escuela de Negocios, el profesorado de la universidad no suele tener experiencia ni conocimiento de la realidad de la empresa. Su conocimiento es de laboratorio y no aporta valor a la empresa. Modelos que no sirven para nada. He padecido el paro de larga duración y finalmente he montado una empresa que estoy sacando adelante con mucho esfuerzo. Estoy convencida que si mis profesores lo hubieran hecho en algún momento se hubieran enterado de los que es este mundo. Y sabrían realmente de lo que tienen que contarle a sus alumnos. Hay profesores que desaniman, se crecen ante un grupo de gente joven, sin experiencia y dicen lo que no se atreverían a decir públicamente. Los médicos salen de la universidad y no pueden ejercer de médicos hasta que no trabajan en los hospitales. Los economistas y los gestores de empresas salen de las Facultades y no sabemos nada. Ni crear empresas, ni aportar valor areal a la empresas. Algo falla ¿no? Es mi opinión.
Gracias por los comentarios. Me duele que vuestra percepción sea así. No digo que sea errónea, pero sería injusto generalizar.
Hay Universidades, Centros, Departamentos, profesores que sí lo hacen bien. Más bien diría que hay que partir de esto último y tratar de transformar el conjunto del sistema universitario. Como bien citáis, hay magníficas Escuelas de Negocios en España que destacan mundialmente. Y universidades del todo el mundo que lo hacen muy bien. Sin llegar a EE.UU. en Europa, en el Reino Unido, universidades como Bath emplean en menos de seis meses al 95% de sus egresados en materias como Psicología ganado una media de 24.000 Libras/año. Claro que en el curricula de Psicología hace años que ha incorporado mucha hibridación y formación digital… En definitiva, insisto en que, aunque comprenda la crítica y la frustración, tenemos que poner foco en "darle la vuelta".
Seria muy positivo que los trabajos mas importantes que realizan los alumnos de grado y doctor, por otro lado obligatorios para obtener el correspondiente titulo, como pueden ser el de fin de carrera, la tesina o la tesis, se produjeran en colaboración con las empresas. El propio titulo del trabajo, la imprescindible orientación e incluso una co-dirección de estos trabajos, enfocados desde la actividad productiva más que desde la académica, daría una gran potencia a la relación universidad empresa. Es habitual en otros países donde el profesor tiene mayor vinculación con la empresa e incluso trabaja a tiempos parciales para una y otra.
Sin embargo, éste tipo de iniciativas deben surgir en un contexto donde tambien se ponga en valor la investigacion basica como factor esencial para el desarrollo social como una de las misiones de la universidad publica. Es obvio que hay áreas que será difícil vincular al sistema productivo y al desarrollo empresarial. En este campo hay que huir de herir susceptibilidades y deslizarnos a debates recurrentes (publico-privado) que siempre terminan desviando la atencion respecto de lo que es esencial o que inhiben políticas sociales necesarias y urgentes.
Muchas gracias Luis. La he incorporado como un punto F del subepígrafe referido al profesorado.
Lo que les perturba a las universidades es enseñar las cosas cotidianas o mencionarlas siquiera como objeto de estudio. Porque la realidad empresarial, digámoslo de una vez, es tabú. Voy a un ejemplo: en Argentina, país dónde vivo, es prácticamente imposible satisfacer el alto costo laboral y tributario que demanda contratar personal y tener los impuestos y papeles en regla. Si tienes todo en regla, tu competitividad y tus chances de supervivencia son bajisimas. Por ello, el 40% de los trabajadores argentinos está en negro (no reciben aportes). La figura más habitual es la de falso autónomo. Pero como la legislación laboral argentina es pro operario, por mucho que trabajes en regla o lo hagas fuera de ellas, lo mismo te expones a que un sólo juicio laboral acabe con tu PYME. En las Universidades, claro, todo esto no lo enseñan. Diria, incluso, hasta que tienen prohibido tratarlo. En este sentido, recuerdo haberle sugerido a una compañera defender la tesis de que si estabas 100% en regla, era imposible mantener una empresa. Y que su directora de tesis, le dijiese que, aunque lo probase, no podrían calificarla positivamente porque iba en contra de las normas de la Universidad avalar hipótesis que de algún modo supongan incentivar o promover la ilegalidad.
En cuanto a lo que puede esperarse de una carrera universitaria, pues, no es más (ni menos) que la profesión que escojas exija matricula habilitante y que tu título sirva como símbolo de tu capacidad para comprometerte y cumplir con proyectos a mediano y largo plazo. Lo demás te lo va a enseñar la práctica. Y el espíritu emprendedor, bueno, eso puede desarrollarse o no. Esta moda de que cada uno tenga que tener su propia empresa no creo que tenga ni pies ni cabeza. No todo el mundo debe o puede emprender. El cuadrante brinda posibilidades conforme a la naturaleza de cada uno. Algunos nacen para empleados,, otros para autoempleados, otros para dueños y otros para inversores. O, conforme satisfacen un rol, pueden avanzar hacia otro, complementarlo o preferir quedarse donde están. Vamos que si no hay empleados no hay empresas.