Videojuegos e inteligencia artificial

Según un artículo publicado el 19 de abril de 2007 en la versión en línea de The Guardian, ahora que Microsoft, Nintendo y Sony han sacado al mercado sus nuevas consolas se pone de manifiesto algo ya comentado: a nivel gráfico, los juegos de última generación son increíbles, pero el modo de juego, es decir, la tecnología subyacente es la misma que hace 10 años.

Algunos desarrolladores están trabajando duro para cambiar esto. Según ellos, la inteligencia artificial (IA) constituye todo un potencial por descubrir que podría revolucionar los juegos de cualquier género.

Actualmente, cualquier acción que realiza un jugador dentro de un juego tiene que haberla previsto el desarrollador; el software fallaría si se le pidiera algo que no haya sido previsto y programado previamente. Por el contrario, un juego basado en una inteligencia artificial más sofisticada podría dar soluciones para las decisiones tomadas al vuelo por los jugadores.

Según el diseñador británico Peter Molyneux, que ha ganado recientemente un OBE, «hay que distinguir entre lo que los desarrolladores de juegos llaman IA y lo que es la IA académica». En realidad hay muy poco de inteligencia artificial en los juegos. Steve Grand, investigador de IA, aficionado a los androides y también ganador de un OBE, es probablemente la única persona en el mundo que ha creado un juego con éxito basado en verdadera IA.

Según él, hasta ahora, la IA en los juegos es prácticamente inexistente y la mayoría de ellos se reducen a una serie de sentencias ‘IF/THEN’. Los personajes informáticos no aprenden cosas por sí solos, sino que es el programador el que debe decirles qué hacer en cada situación y cuando algo hace solo lo que se le dice no se puede decir que sea inteligente. Por suerte, esto está cambiando y se empiezan a introducir redes neurales y sistemas de aprendizaje.

El juego de Grand, Creatures es una representación de la evolución. En él, los jugadores deben enseñar a sus Norns (criaturas) a comer, hablar y defenderse por sí solos; éstos aprenden y se desarrollan de forma dinámica y, posteriormente, pasan una serie de rasgos genéticos a su prole.

La necesidad de una buena IA se aprecia cada vez más en el sector, el problema es que nadie sabe todavía cómo hacer que funcione, señala Grands.

Fuente: The Guardian

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