Madrid y Juan Navarro Baldeweg

Esperanza Aguirre, la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, «despedía» a uno de los arquitectos españoles más serios y con mayor prestigio internacional, Juan Navarro Baldeweg, quien en 2000 ganó un concurso internacional, convocado por el aquel entonces Presidente Ruiz-Gallardón, para poner en marcha un espacio único para las artes escénicas: el Teatro del Canal.

Apoyos a Juan Navarro Baldeweg

El mundo de la arquitectura ha quedado atónito por una decisión que en casi todos los ámbitos ha sido tildada de auténtico disparate. Arquitectos, artistas, Colegios de Arquitectos, intelectuales han rechazado tamaño desatino en apoyo de una de las figuras más brillantes de la arquitectura española actual.

Formado entre los mejores especialistas y universidades en Estados Unidos, ha proyectado para la Universidad de Princeton -una de las universidades de mejor arquitectura de los Estados Unidos- o para innumerables ciudades como Salzburgo, Amersfoort, Barcelona, Roma… que no han dudado en ostentar y presumir de las obras de Navarro Baldeweg. Incluso, otras ciudades más pequeñas como Murcia o Burgos han ganado notoriedad internacional con realizaciones de Juan Navarro. Su nombre está considerado como uno de los más preclaros de la cultura española de nuestro tiempo.

En la actualidad se recogen miles de firmas para un manifiesto en favor de Juan Navarro Baldeweg. Sirva esta modesta reflexión como un modesto homenaje a Juan Navarro Baldeweg.

Madrid necesita a Navarro Baldeweg

Sí, esa es la realidad. Madrid no puede prescindir de hombres como Juan Navarro Baldeweg. Sus obras referencia están en los textos de arquitectura de todo el mundo. Los estudiosos de la arquitectura veneran a Navarro Baldeweg, como arquitecto y como artista plástico. En esta última faceta sus obras como pintor y escultor ya están reconocidas y presentes en los museos y colecciones más representativas. Es una firma de referencia nacional e internacional en la arquitectura de nuestro tiempo, con propuestas innovadoras, creativas, y capaces de hacer avanzar a la arquitectura de nuestro tiempo.

Madrid es una ciudad que necesita a arquitectos como Juan Navarro Baldeweg. España en la 8ª economía del mundo en términos de producción. Pero Madrid está muy lejos de alcanzar esa notoriedad entre las ciudades del mundo. Madrid debe plantear y desarrollar proyectos ambiciosos, espacios con el sello de la excelencia de la arquitectura actual. Otras ciudades españolas de tamaño medio han progresado más que Madrid en los últimos años, a través de firmas y proyectos que las han proyectado en el escenario urbanístico mundial. Madrid no debe perder más terreno en un contexto donde Barcelona o Bilbao, con apuestas concretas, han progresado mucho más.

La nueva arquitectura no debe estar reñida con una capital que, en parte, vive de rentas históricas, mezcla de viejas y ramplonas propuestas recientes y que, además, se siente cómoda ostentando estar a la greña con una nueva generación de la arquitectura mundial. El ataque a Navarro Baldeweg tuvo un peligroso precedente con Alvaro Siza (con la reforma del Paseo del Prado), otro de los magos idolatrados en la arquitectura mundial.

Hay en Madrid una carencia de ambición en el modelo de ciudad, entregada al «infraestructurismo» fácil y con pocas señas de identidad como ciudad moderna, que además, chauvinismo aparte, no están compensadas con suficiente patrimonio e historia (frente a otras capitalidades históricas de Europa o incluso de la España cristiana y musulmana como Toledo, Granada, Valladolid, etc.).

Frente a las ciudades históricas del mundo -y los recursos de la capital de España son extraordinariamente valiosos al respecto- Madrid debe aspirar a ser el símbolo del progreso y notoriedad de esta nueva España que es capaz de estar entre las ocho mayores potencias económicas del mundo. Es la buena arquitectura de nuestro tiempo la que le puede dar una entidad internacional como ciudad que no posee en la actualidad.

Madrid es un capital mundial en el ámbito de las finanzas y los negocios para toda América Latina. El crecimiento moderno de muchas ciudades latinoamericanas sobrepasa ampliamente a Madrid. Pero donde Madrid no debe renunciar a un legítimo liderazgo es en su capacidad para ser referente cultural de ese nuevo ámbito iberoamericano de nuestro tiempo que mira al futuro dentro del exigente mundo de la globalización. Madrid debe ser un centro relevante a nivel mundial de propuestas para la sociedad de nuestros días, lejano al aire burocrático y de provincias que todavía se respira en él.

El problema no está en Navarro Baldeweg sino en la existencia de políticos capaces de interpretar las necesidades de una ciudad como Madrid.

La excusa de Madrid

Lo más ruin de la historia de Madrid con Navarro Baldeweg es la excusa dada. Resulta que uno de nuestros más rigurosos arquitectos «dilapida el dinero y aumenta los presupuestos». Esto sucede en un país como España, donde la obra pública es sinónimo de reformados, revisiones de precios, ampliaciones de proyecto que acaban vulnerando cualquier licitación pública, duplicando o triplicando presupuestos. Y nadie dice nada, nadie denuncia nada, nadie reclama nada. Todo en la mayor complicidad.

Por eso cuando los arquitectos de España defienden a Navarro Baldeweg, de alguna forma están defendiendo la dignidad que es imprescindible en una profesión de prestigio, de la que el propio Navarro es uno de sus mejores exponentes.

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