Umoja en Swahili significa unidad. Y para las 47 mujeres que viven en la actualidad, con sus 200 hijos, significa educación, esperanza, libertad y seguridad.
Esta aldea situada al norte de Kenia se hizo famosa por no permitir la presencia de hombres para protegerlas de los abusos de los soldados británicos en la década de los 90. Más tarde acogió a mujeres que escapaban de la violencia doméstica, mutilación genital o abusos sexuales.
Su fundadora, Rebecca Lolosoli, desde niña supo que las mujeres en Samburo, donde nació, no tienen derechos, no pueden poseer tierras, ni estudiar, ni trabajar. Asistió a la escuela para niñas y no pudo completar sus estudios de enfermería. Al denunciar las violaciones que sufrían muchas mujeres por parte de soldados británicos fue apaleada brutalmente y su marido la abandonó En Samburo, como en muchos otros lugares del mundo, las mujeres víctimas de violencia, no tienen protección de la ley y son repudiadas por sus familias.
Por eso Rebeca en 1990 desafió el sistema tribal y creó con otras 15 mujeres Umoja donde empezaron a trabajar junta para transformar sus vidas. Después de comprar el territorio donde se había establecido fueron golpeadas por un grupo de hombres que les recordaban que ninguna mujer debería poseer tierras y que sus esposas les habían abandonado gracias a ellas. Sin embargo pese a todo, viven allí tranquilas y felices. Viven sin venganza, sin violencia y sin despreciar a los hombres. De hecho aunque no se permite que habiten hombres todas las mujeres tienen hijos, y de diferentes padres. Mantienen relaciones sin compromiso fuera de Umoja. “Sin hijos no seríamos nada” dicen.
Las mujeres pueden contratar hombres para el pastoreo y otras formas de trabajo manual como la recogida de leña, un trabajo tradicionalmente relegado a las mujeres. Las mujeres de Umoja también ayudan a educar a otras mujeres de las aldeas cercanas sobre sus derechos, la igualdad de género y la prevención de la violencia. Vienen de toda Kenia en busca de ayuda o solo de sus consejos.
Fotografía de Georgina Goodwin para The Observer
La matriarca, Rebecca Lolosoli ,ha sido reconocida internacionalmente por su fuerza y coraje en el liderazgo de las mujeres.Con los años, y con el apoyo de la cooperación internacional, crearon un centro cultural, una escuela para niños y niñas, y un camping para los turistas que visitan la vecina Reserva Nacional de Samburu. Con los beneficios obtenidos han conseguido repoblar y florecer la zona, venden artesanías y collares y cuentan con sus pequeños negocios.
“No quiero que mi hija se case tan joven como yo. Quise que fueran a la escuela para poder tener un buen trabajo. Aquí podemos conseguirlo” dice una de ellas, Nabolu, en este video. Todos los hijos de Nabolu fueron a la escuela, y uno de ellos es universitario. Ojala los varones de la aldea logren una educación en equidad que permitan que hombres y mujeres convivan en igualdad de derechos y oportunidades.
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