Con este prometedor título: «What makes a good university in the 21st century?», Frances Trought, Director de Desarrollo de talento estudiantil en la Escuela de Negocios Pearson del Pearson College London, describía recientemente en The Telegraph, en qué debían fijarse los jóvenes al elegir una universidad hoy en día.
Es un tema muy oportuno en estos días que muchos jóvenes inician sus estudios en la universidad. Y no deja de ser un tema recurrente en debates tópicos sobre los criterios tomados en consideración en los rankings de universidades.
Es evidente que el concepto de “buena universidad” ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Y lo más importante es que si un alumno está preocupado por su empleabilidad futura , ahora, ya no basta con elegir una universidad «reconocida». Hay nuevos factores a tener en cuenta que podrían inclinar la balanza en otra dirección.
Los criterios en el pasado para elegir una buena universidad
Según Trought, hasta hace poco, los estudiantes debían valorar cuatro criterios a la hora de buscar una buena universidad:
- la calidad del programa de estudio,
- la reputación de la universidad,
- la ubicación
- y los gastos de alojamiento.
Sin embargo, señala que el aumento de las tasas y el cambio de percepción con respecto a la universidad han transformado al alumnado en consumidores más críticos de la educación superior. La gente, comprensiblemente, quiere maximizar sus posibilidades de empleo y eso plantea nuevas preguntas sobre lo que debe buscar la hora de elegir una universidad.
Aunque los antiguos criterios siguen siendo relevantes, hoy en día, los estudiantes tienen mucho más que analizar. Ante todo, deben preguntarse: «¿Cómo me ayudará mi experiencia universitaria a competir en el mercado laboral de los titulados o a poner en marcha mi propio negocio?».
Qué debemos buscar al elegir una buena universidad (según Trought, con adendas):
1. Oportunidades para adquirir experiencia laboral
La experiencia laboral es cada vez más crucial para demostrar a los empleadores que un titulado tiene las actitudes y aptitudes necesarias para trabajar para ellos. Según la investigación del mercado de titulados “High Fliers Graduate Market” (en el Reino Unido) prácticamente la mitad de los 100 mejores empleadores afirman que, si bien un tercio de las vacantes para titulados las ocupan personas que hicieron las prácticas con ellos, los solicitantes de empleo sin experiencia laboral tienen pocas probabilidades de lograr un puesto.
De ahí que, ahora, las universidades pongan cada vez más énfasis en las oportunidades de experiencia laboral. Es importante que, en todas las ferias universitarias de empleo a las que asistamos, preguntemos a cada universidad qué oportunidades nos ofrecen de ponernos en contacto con potenciales empleadores y también ONGs que ofrezcan plazas de voluntariado.
2. Oportunidades para participar en programas internacionales
Cientos de miles de estudiantes se gradúan en cursos universitarios cada año, pero muy pocos de ellos han vivido, estudiado o trabajado en el extranjero. Estas experiencias son muy valoradas por los potenciales empleadores, dado que muestran que el candidato es emprendedor, percibe la economía global y no tiene miedo de que lo saquen de su zona de confort. Además, ayudan a los estudiantes a ser conscientes de las diferencias culturales en las prácticas de negocios y mejoran unas importantísimas habilidades lingüísticas.
3. Relaciones de la universidad con las empresas y organismos profesionales
Cada vez son más las universidades y organizaciones de educación superior que trabajan estrechamente con los empleadores en la elaboración de los grados. Según una encuesta reciente, el 75% de las empresas estarían dispuestas a desempeñar un papel más importante en esta orientación laboral dirigida a centros educativos; y cada vez más universidades están aceptando su ofrecimiento.
Cada vez más rápidamente las profesiones evolucionan y las universidades deben adaptar sus programas a los continuos cambios. En los últimos tiempos, la vertiginosa evolución de la ciencia y la tecnología, ha dado lugar a cambios disruptivos y profundos en el mercado laboral y, como consecuencia, muchas empresas se quejan de que no consiguen encontrar empleados que satisfagan sus necesidades actuales. Esta colaboración entre las empresas y las universidades es fundamental para que los alumnos salgan perfectamente preparados para lo que el mercado laboral demanda en cada momento.
Por ejemplo, uno de los trabajos más demandados hoy en día es el de Diseñador de la experiencia de usuario (UX designer), pero también es uno de los puestos que a las empresas les está costando más cubrir, debido a que no encuentran personas con las habilidades y el talento necesarios. Por este motivo, Google, por ejemplo, ha llegado a un acuerdo con el SCAD (Savannah College of Art and Design) para colaborar en la creación de un nuevo grado en Diseño de experiencia de usuario; una de las primeras titulaciones de cuatro años especializadas en este campo.
Otro ejemplo, aunque sin titulación universitaria oficial, son los “nanodegree” de Udacity, que ofrecen formación en campos de máxima actualidad, como el aprendizaje automático, el desarrollo de aplicaciones para móviles o el análisis de Big Data; y en cuyo desarrollo han colaborado empresas como Google, Facebook, Amazon o AT&T.
Hoy en día en Estados Unidos o en el Reino Unido, las buenas universidades trabajan con los principales empresarios del sector, que les aconsejan sobre el formato de los cursos y ofrecen prácticas a los estudiantes en sus empresas. De este modo, los estudiantes tienen más probabilidades estar listos para trabajar en el momento de la graduación y serán menos propensos a mostrar deficiencias en habilidades de suma importancia como la autogestión o el conocimiento de la empresa.
4. Instalaciones como incubadoras o aceleradoras de empresas y vinculaciones con la comunidad de startups
Muchos graduados tienen como objetivo trabajar para una gran empresa. Sin embargo, una amplia mayoría de ellos empiezan trabajando en pequeñas y medianas empresas. De ahí que algunas universidades cuentan con valiosos programas para conectar a los titulados con las PYME locales.
Por ejemplo, en el Reino Unido, la Universidad de Leeds recibió el galardón de Universidad Emprendedora del año en 2015, en reconocimiento a su respaldo a la iniciativa empresarial de los estudiantes y su compromiso con las PYMES. Y otras universidades, como Nottingham, Loughborough y Lincoln, son conocidas por sus relaciones con startups. Quizás otros países deberíamos poner más énfasis y reconocimiento de las universidades que practican este tipo de políticas.
Trought señala también la importancia de que las universidades ofrezca actividades extracurriculares. Además de ser divertido y ayudar a los estudiantes a conectar con la gente, participar en debates, deportes, teatro y otras actividades extracurriculares también cuenta a la hora de buscar empleo en países como el Reino Unido. En este sentido es importante elegir una universidad que tenga un campus activo con numerosas actividades en las que participar.
A las 4 nuevas características que aporta Trought yo añadiría otras tres adicionales.
5. La existencia de titulaciones hibridadas, relacionadas con los sectores de futuro y la economía digital.
Las universidades han ampliado hasta la saciedad los catálogos de titulaciones de todo tipo. Sin embargo ahondan en la especialización más que en la hibridación. Proporcionan especializaciones en mucho casos irrelevantes para el mercado. La hibridación en cambio revaloriza muchos de los curricula tradicionales (derecho, economía, ciencias, salud, humanidades…). Es el caso de la hibridación de estudios con la computación, nanotecnología, etc.
6. Capacidad de la Universidad para hacer prospectiva y anticiparse a los empleos de futuro.
Esto está muy muy relacionado con lo anterior y con la empleabilidad que citaba Trought. Pero aparte de proporcionar titulaciones estrechamente vinculadas con los sectores de futuro, una buena universidad debe estar integrada en los ecosistemas de innovación del futuro, percibir sus necesidades con anticipación y vincular más no sólo sus estudios básicos, sino su investigación (formación del profesorado), las practicas de los alumnos, el posgrado, la formación online (ej los MOOCs), la formación continua. Una Universidad moderna, actual, debe posicionarse continuamente para el cambio futuro. Esto sencillamente quiere decir «estar cada vez más preparada para anticiparse a las necesidades de cambios que emanan muy rápidamente en la economía, posibilitando la generación de oferta cualificada para los empleos vacantes ligados a los sectores con más potencial futuro» («La Universidad del futuro»).
7. Impulsan un nuevo concepto de universidad presencial y digital.
Una buena universidad no puede ser ajena al conocimiento abierto. Sus profesores por muy buenos que sean no pueden ignorar la disponibilidad de recursos abiertos que emanan de cientos de universidades y centros de prestigio. Y estrechamente relacionado las implicaciones de la nueva cultura digital en torno al aprendizaje. Las buenas universidades en todo el mundo introducen a los grandes expertos mundiales, Premios Nobel, etc en sus aulas o en la casa de sus alumnos a través de los citados contenidos abiertos.
Las buenas universidades también están innovando a marchas forzadas. Están reinventando sus clases presenciales (a través de propuestas como las del Aula invertida, «hacer aprendiendo», entre otras) y la universidad digital (MOOCs, microcréditos itinerarios…).
8. Fomentan una cultura emprendedora del conocimiento y desarrollan la proactividad de los alumnos y profesorado
A mi modo de ver no basta con que una universidad tenga una incubadora de empresas o sea «friendly» con las startups. En la sociedad y economía del conocimiento, en la era digital, los empresarios del siglo XXI deben ser emprendedores del conocimiento y asimilar y liderar cuestiones como la revolución digital, la nanotecnológica o en general las tecnologías capaces de provocar disrupciones muy relevantes.
Incluso las empresas contratantes de personal necesitan «intra-emprendedores». De ahí que algunas universidades con reputación y visión estén reforzando al máximo la cultura del emprendimiento entre el profesorado y el alumnado. La funcionarización del profesorado en las universidades públicas no debería estar reñida con capacidad y la cultura del emprendimiento basado en el conocimiento. El profesorado y alumnado de una buena universidad deben integrarse en la realidad social y empresarial de nuestro tiempo.
9. Fomentan los principios y valores, las libertades, la creatividad y el desarrollo del talento individual
Ante los cambios tan acelerados de nuestro tiempo, la universidad deben reafirmar su roles institucionales y formativos que le han propiciado durante siglos ser motor del progreso y de la educación para la vida y el progreso… Los avances de la ciencia y de la tecnología, al economía del conocimiento, la era digital… no deben provocar en nuestra formación curricular una minusvalía de los fundamentos, principios y valores éticos y la defensa de las libertades. Quizás si nos reafirmamos en esto, los demás cambios puedan introducirse más fácilmente.
Artículo referenciado: What makes a good university in the 21st century?
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