Mi abogado es un robot

“DoNotPay” es el primer “abogado robot” conocido en el mundo por anular más de 160.000 multas de tráfico.

Este chatbot, de funcionamiento sencillo, es capaz de mantener conversaciones con los usuarios como si de un abogado normal se tratase, facilitando asesoría legal, enseñando a recurrir las multas de tráfico, y elaborando textos jurídicos. Ahora ha dado un paso más y ofrece un nuevo servicio: ayudar a los refugiados a encontrar asilo en Reino Unido y registrarse como inmigrantes en Estados Unidos y Canadá.

¿Estamos ante el inicio del que será una gran revolución tecnológica en la abogacía? ¿Serán los abogados sustituidos algún día por este tipo de “robots”? 

 “DoNotPay” empezó su andadura hace ya más de un año, y desde entonces se han admitido más de 160.000 reclamaciones creadas con este abogado robot, que al parecer es bastante certero, pues ha ganado el 70% de los casos. Teniendo en cuenta que estas reclamaciones se realizan en menos de dos minutos, cabe pensar en quién va a acudir a un abogado físico, teniendo acceso a este abogado robot, que también se encarga de reclamaciones ante retrasos de avión o tren en la Unión Europea.  Mi abogado es un robot

Este servicio sólo está disponible de momento en Reino Unido, pero en España también contamos con un proyecto parecido llamado “Abogator”. Producto de las mentes de abogados e ingenieros, a través de este programa se generan recursos adaptados a cada cliente en cuestión de minutos. Este servicio, gratuito para particulares (siempre que sea un uso moderado), ha realizado hasta ahora unos 15.000 recursos, no sólo de multas de tráfico. También ofrecen servicios de asesoramiento o elaboración de textos jurídicos a empresas, aunque en estos casos por un precio, y tienen pensado ampliar su oferta a recurrir sanciones derivadas de la Ley de Seguridad Ciudadana.

Es evidente que en España no nos estamos quedando atrás en esto de la inteligencia artificial en materia jurídica. La app “iUrisfy” permite tramitar un divorcio amistoso sin la necesidad de acudir a un despacho de abogados. Los usuarios simplemente rellenan un formulario con los datos necesarios, aunque eso sí, los futuros ex cónyuges tendrán que acudir ante el juez para firmar el acuerdo.

 

Está claro que la inteligencia artificial ha aterrizado en el mundo de la abogacía para quedarse. La figura del abogado virtual cada vez será más habitual, sobre todo ante temas muy concretos. En el caso de España no sería muy difícil crear demandas de cláusulas abusivas creando un programa con acceso a jurisprudencia y rellenando la información pertinente, pues las alegaciones son siempre las mismas.

Por otro lado, ante el despertar de esta tecnología, surge una duda: ¿quién es el responsable si el programa, por un casual, no realiza bien su trabajo Es evidente que si esto sigue hacia delante, se creará una regulación especial al respecto. Esperemos que esas ansias regulatorias del legislador sean colmadas sin necesitar poner trabas a unos proyectos que prometen ayudar a mucha gente. 

Personalmente,  no creo que estemos ante el inicio de fin de los despachos físicos tal y como los conocemos. En ciertas materias siempre será preceptiva la actuación de un abogado. Se trata más bien de un complemento, de una ayuda más para que el ciudadano pueda acceder a la justicia. La coexistencia abogado físico – abogado robot no será pacífica (sobre todo de inicio) pero será necesaria, porque beneficiará al cliente final. 

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