Larry Page, el nuevo CEO de Google, deberá reparar la imagen de la empresa
Hacer frente a los crecientes problemas de percepción pública con los que se está encontrando Google debería ser, según los analistas del sector, uno de los primeros puntos de la lista de cosas pendientes por hacer, ahora que el cofundador de la empresa, Larry Page, pasará a ser el nuevo CEO.
Una serie de investigaciones antimonopolio, errores de privacidad y aviso de organismos regulatorios han empañado la imagen de la marca y podrían socavar su habilidad para competir con el tiempo. Sin embargo, algunos se preguntan si los talentos o el temperamento de Page son los adecuados para llevar a cabo la tarea de invertir esa tendencia.
Dado que ha sido el gran cerebro que ha estado detrás de las innovaciones clave del motor de búsqueda con más éxito del mundo, nadie duda de su buen hacer como ingeniero y visionario.
Pero Page tiene una profunda aversión a tratar con los medios de comunicación y carece de la gracia y el refinamiento que suelen tener los consejeros delegados incluidos en la lista Fortune 500. Según sus críticos, Page puede ser torpe, distante y desdeñoso con aquellos que no ven el mundo de la manera única que él lo ve.
Ahí está el reto para Google en este momento crítico en la historia de la compañía. Cada vez más, los reguladores, competidores, jueces y defensores de los consumidores están mostrando que no ven el mundo a través de gafas tintadas de Google.
Estos no son pequeños retos para una de la principales marcas de consumo. Cada nueva investigación amenaza con socavar aún más la imagen de Google como empresa que pretende ante todo llevar los beneficios de la tecnología a todo el mundo, un activo crítico para una compañía que depende de la confianza de sus clientes.
La imagen de Google está cayendo, señaló Rob Frankel, autor de «The Revenge of Brand X» (La venganza de la marca X). «Si se combina esa caída con un hombre como Larry Page, que puede no ser la persona más cualificada o motivada en cuestión de trato, podría haber problemas».
Fuente: San Francisco Chronicle