En ocasiones, estas nanopartículas son solo una versión más pequeña del material ya utilizado en el producto, por ejemplo, el óxido de zinc en las lociones solares; otras veces, estas partículas constituyen una nueva adición al producto, como por ejemplo, los fullerenos añadidos a los lubricantes para mejorar su rendimiento. Esta tendencia a incrementar el uso de las nanopartículas en productos comerciales plantea la cuestión de qué pasará en la etapa final de vida de estos productos, cuando llegue el momento de deshacerse de ellos o reciclarlos. ¿Es peligroso liberar estas nanopartículas en el ambiente? Y en ese caso, ¿existe el riesgo de que estas nanopartículas causen algún daño? Esta es un área de investigación relacionada con la nanotecnología que todavía permanece inexplorada.
En un estudio novedoso para determinar los efectos de las nanopartículas en organismos acuáticos, científicos del Great Lakes Water Institute de la Universidad de Wisconsin, en Milwaukee, han demostrado que no todas las nanopartículas son iguales, al menos en lo que se requiere a sus efectos sobre los organismos acuáticos. También han descubierto que las actitudes existentes con respecto a la seguridad del dióxido de titanio pueden ser peligrosas.
Fuente: Nanowerk News