Ya ha llegado el futuro que predecíamos hace tiempo y es que Internet está entrando en una nueva fase. Son nuevos tiempos para las conexiones en la red y es que ahora ya no son sólo los seres humanos los que están conectados continuamente gracias a Internet, cifra que ya asciende a dos mil millones de personas en la red, sino que también ha llegado la era en la que los dispositivos se conectan con otros dispositivos: “Hablan entre ellos”, digitalmente hablando está claro.
Algunos de estos ejemplos los encontramos, por ejemplo, en el termostato Hive de British Gas, un termostato inteligente con el que podemos controlar la calefacción y el agua caliente desde nuestros dispositivos móviles. Otro ejemplo son los seguidores de actividad como Fitbit que con una pulsera conectada a un dispositivo móvil cuenta los pasos que das al día, las calorías que quemas, los kilómetros recorridos, etc. Pero todo esto es sólo el comienzo de una nueva ola de innovación de Internet donde tendremos aplicaciones que indicarán a los conductores cómo aparcar, ciudades digitales que se regularán a sí mismas a partir de datos digitales y un largo etcétera. Todo ello está impulsando la creación de nuevas empresas y de nuevos modelos de negocio para las pequeñas y medianas empresas.
Pero, ¿cómo pueden estas empresas sacar el máximo provecho de la evolución de Internet y aprovechar los datos proporcionados?
Las empresas ven el Internet de las cosas de dos maneras totalmente diferentes, pues, por una parte, están las que piensan en cómo utilizarlo para acabar con todos los quebraderos de cabeza que tienen y, por otra parte, las que se plantean cómo pueden utilizarlo para conseguir algo innovador en su sector. Así pues, algunas utilizan la tecnología para mejorar la eficacia y otras ven el Internet de las Cosas como algo que va a transformar por completo los mercados. Como por ejemplo, la mejora de la sanidad y de la calidad de vida de las personas gracias a la tecnología de los dispositivos móviles, ya que hay ciertas aplicaciones que ayudan a las personas vulnerables a vivir independientemente informando a los familiares si algo no funciona como debería de hacerlo.
Otra cuestión a tener en cuenta es que muchas veces los inversores no entienden el valor que ha creado este desarrollo. No son capaces de ver todas las diferentes facetas que conlleva el Internet de las cosas, identificar las oportunidades y apoyar a las compañías para que crezcan. Algunas empresas que trabajan con dispositivos tales como drones han atraído a muchos inversores. Por contra, otras que ofrecen servicios complejos y procesos que utilizan el análisis de datos tienen problemas a la hora de encontrar inversores. Es por esto por lo que se debería educar a la comunidad inversora respecto al Internet de las cosas. Como ya se ha hecho en EE UU, donde los inversores disponen de toda la información y un mayor acercamiento al Internet de las cosas. También hay que tener en cuenta que en EE UU los inversores se comprometen con las empresas a largo plazo, no como sucede en otros lugares en los que los inversores invierten cuando hay grandes beneficios y se comprometen únicamente a corto o medio plazo y dejan de invertir en cuanto la empresa no va tan bien como pensaban.
Asimismo, con el Internet de las cosas obtenemos una gran cantidad de información, pero las compañías tienen aún que entender cómo pueden sacarle todo el partido posible. Las empresas suelen pasar por 3 fases:
1. Se niegan a tener cualquier tipo de información útil.
2. Los consultores digitales les muestran que sus procesos están generando grandes cantidades de ésta.
3. Se vuelven protectoras y se resisten a compartir la información con otras organizaciones. Muchas empresas piensan que la información tiene que ser sólo para ellas porque han pagado por el dispositivo que la produce. Otra opción es que el dispositivo sea gratuito y el proveedor se quede con la información.
Sin embargo, las empresas tienen que superar esta sobreprotección de la información si quieren disfrutar de esta nueva era del Internet. El no compartir la información puede ser un gran problema en el mundo conectado y en el futuro las empresas compartirán información.
¿Pero cómo podemos incorporar el Internet de las cosas (IoT) a las tecnologías que ya existen?
Mientras que los coches nuevos y otros productos ya vienen con chips informáticos, los productos que tienen más tiempo no los llevan, sin embargo se les puede retroadaptar. Es como una fusión entre lo nuevo y los antiguo. Como sucede por ejemplo en los hogares, donde hay cosas nuevas y antiguas en el mismo entorno. Los ascensores y los aparatos de aire acondicionado serían ejemplos que podríamos calificar de “antiguos” en la nueva era del Internet y tendríamos que retroadaptarles sensores para recopilar información y que los diferentes dispositivos trabajaran conjuntamente.
Siempre se habla del Internet de las cosas como algo utópico y magnífico, pero también existe el miedo de que la tecnología pueda cambiar el mundo de una manera negativa: acabando con trabajos, dañando la privacidad y forzando a las compañías a adoptar la tecnología o, de lo contrario, terminar perdiendo.
También existe el problema de la “ludificación” del mundo. Muchas aplicaciones ya han creado juegos competitivos para desatar el interés de la gente. Como aquellas que permiten a la gente competir mientras suben en bici una montaña y subir los resultados a las redes sociales a través de la aplicación. Pero, ¿qué sucedería si todos los aspectos de la vida los “ludificaramos” del mismo modo?
El Internet de las cosas podría también agravar las desigualdades existentes en nuestra sociedad, aunque también podría tener el efecto contrario. Existe el peligro de que el Internet de las cosas pudiera sacar del mercado a pequeñas empresas al mecanizar sus operaciones.
Otra aspecto a saber es que los innovadores deberán asegurarse de ofrecer soluciones customizadas para sacar el máximo partido de la siguiente fase del Internet. Porque se puede facilitar un servicio básico, pero la gente necesita customizarlo a lo que ve y siente.
A pesar de los problemas o desafíos que el Internet de las cosas presenta y que hemos ido explicando a lo largo del post, hay que apoyar a los emprendedores y ayudar a las pequeñas y medianas empresas con el fin de que se beneficien de la evolución del Internet.