Administrar fármacos a los ojos no es tarea fácil. El ojo está acostumbrado a mantener alejados los elementos externos, por lo que la mayoría de los fármacos son lavados por las lágrimas, desaparecen por el sistema de drenaje del ojo o, simplemente, se derraman hacia el exterior del mismo. Según se estima, apenas un 1% de cualquier fármaco administrado en el ojo acaba, finalmente, en su interior.
Un posible modo de lograrlo es utilizar lentes de contacto blandas empapadas en una disolución de fármaco que se va filtrando al ojo. No obstante, es difícil introducir en las lentes una dosis lo suficientemente grande como para que sea clínicamente significativa, ya que estas también tienden a expulsar los fármacos demasiado rápido.
Ahora, Mark Byrne, ingeniero químico de la Universidad de Auburn, en Alabama, ha desarrollado un material de lentes de contacto capaz de almacenar concentraciones mucho mayores de fármacos y liberarlas mucho más lentamente.
El truco está en diseñar la estructura molecular del material de las lentes material para imitar los sitios receptores del tejido a los que va dirigido el fármaco en el interior del cuerpo. El objetivo es que estos receptores de imitación proporcionen un equilibrio, sin retener el fármaco con demasiada fuerza y liberándolo lentamente en el ojo.
Byrne ha creado una empresa, OcuMedic, para comercializar la idea y ya está desarrollando lentes de contacto antifúngicas para tratar infecciones oculares en caballos.
Fuente: New Scientist