Inteligencia politica

Ya nos ocupamos hace unas semanas del Plan Ibarretxe. Ayer el Gobierno, la oposición el Parlamento, los medios de comunicación, todo el país andaba convulsionado por el tema vasco. Hoy la prensa se ocupa con tanta extensión que es imposible aportar nada nuevo.

Inteligencia política, el ajedrez y Zapatero

El talento y la inteligencia política van más allá de las bazas del poder. La política se asemeja bastante al juego del ajedrez. Uno hace un movimiento, pero teniendo en la cabeza tanto tus propios movimientos siguientes como los que presumiblemente va a hacer el contrario.

Estamos a una partida con tres jugadores: Ibarretxe, Rajoy y Zapatero. Por lo que se percibe, los dos primeros tienen muy claras las jugadas y lo que van a conseguir. Pero… ¿Es este también el caso de Rodríguez Zapatero?

Ibarretxe gana convocando las elecciones

Con su «descabellado» Plan, Ibarretxe tiene una coartada perfecta para ir dando pasos y cosechando beneficios de todo tipo de cara a su electorado en el País Vasco. Es fácil vender un mismo Plan, en la situación límite que vive una gran parte de la sociedad vasca, como puente para las ambiciones nacionalistas y el fin anhelado de la violencia que dura ya décadas. En realidad ha ganado un protagonismo inusual llevando el ámbito de la tensión vasca al parlamento español y, tras su rechazo, al propio electorado vasco, adelantando las elecciones al 17 de abril.

Rajoy consolida una imagen rentable ante la sociedad española.

En el lado opuesto, Rajoy tiene la seguridad de seguir cosechando un apoyo mayoritario de la sociedad española con las líneas de un discurso que rechaza radicalmente la propia legalidad de las actuaciones vascas. Conoce bien la estrategia de Ibarretxe y el peso estructural del sector nacionalista en Euskadi. Por ello sabe que la mejor estrategia es frenar con contundencia cualquier expectativa y dejar claros los límites del ámbito Constitucional.

Zapatero…

Tras el brillante discurso de Zapatero y la indudable fuerza de un mensaje conciliador no tenemos ni idea de cual es el final de su jugada. Y esto es lo preocupante. ¿Es posible conciliar las pretensiones de los vascos, sin dañar el sentimiento en resto del electorado español? ¿Va renunciar ETA a la violencia en un ámbito de acuerdo que no lleve consigo la independencia? ¿Dónde está el punto de encuentro? ¿Las pretensiones catalanas constituyen un modelo exportable al país Vasco? ¿Son asumibles por el resto de los españoles?

Sería deprimente que, tras la sacudida del Plan Ibarretxe, esto acabara en tablas. Han sido y son demasiados años de violencia y desesperación. Crear expectativas para volver a empezar desde la nada no favorece a nadie.


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