Que la sociedad esta enferma es una realidad. La pandemia de la corrupción y el menosprecio de los valores eticos y morales son la causa de esta perversa patología. Este mal afecta directamente a los países, las personas, las Instituciones, las economías y alcanza a cualquier segmento o actividad de la sociedad humana.
El hombre, ambicioso del poder, ha encontrado en la corrupción el virus que le acorta el camino hacia el éxtasis de sentirse superior a los demás. Por este motivo la corrupción intoxica a personas que creíamos honestas y a otras que debieron serlo porque a ellas confiamos nuestras administraciones públicas, nuestras normas de convivencia, nuestros ahorros, la educación de nuestros hijos o la salud de nuestros enfermos. La corrupción no consiste sólo en comprar o vender favores amparados en una situación de privilegio: corrupción es, también, engañar, falsear datos, deformar noticias, manipular mentes y razonamientos, aprovechar privilegios utilizando la mentira como escudo protector de los propios desmanes y atropellos.
Si somos sinceros debemos reconocer que es la mentira el síntoma que diagnostica este inmenso mal.
Os digo, con sinceridad, que durante mi larga vida no he asistido a una contaminación y concatenación de falsedades y desvergüenzas como la actual. Es una base carcomida sobre la que se está construyendo la sociedad más prospera y con mas avances científicos y técnicos de la Historia. La mentira poco a poco se está instalando en la politica , las instituciones, las empresas , los mercados, las finanzas, los medios, la publicidad , los deportes y en todo cuanto afecta a la convivencia entre las personas .
Y es que la mentira y la hipocresía son la gran estrategia de los incapaces. Se miente sin pudor utilizando la credibilidad del engañado en beneficio de la insaciable codicia del mentiroso. Asi se miente adjudicándole a otros las culpas de los propios errores, se miente cuando se promete lo que se sabe que no se va a cumplir, se miente y se sigue mintiendo cuando se ocultan acciones corruptas que benefician a unos pocos perjudicando gravemente a la mayoría.
Lo más grave es que los ciudadanos, ante el destape diario de tanta basura, estamos perdiendo sensibilidad, capacidad de asombro e incluso memoria.
Ocurre en todas las enfermedades, aquello que comenzó como alarma y desquicio, con el tiempo se hizo soportable y llevadero como si de algo natural y congénito se tratase
El efecto maligno de tanta mentira, que el final deriva en corrupcion, es tan diabólico que incapacita al corrupto para ver las victimas que produce y los efectos devastadores que desencadena.
En el mundo y especialmente en Occidente estamos viviendo una etapa de imparable empobrecimiento consecuencia de un cúmulo de falsedades que nos llevaron a un idílico paraíso de progreso . No soy quien para analizar ni el cuándo, cómo ó por qué se produjo esta crisis pero sí veo a mi alrededor gente empobrecida, triste, pesimista, amargada y crispada ante una perspectiva sin futuro. Evidentemente son las personaslas primeras víctimas.
Pero también veo a unos políticos de todas las tendencias y todos los signo – todos responsables de sacarnos adelante – desorientados, confusos y empeñados en culpar a los otros de sus desaciertos y errores.
No escuchan ni quieren oír los movimientos de reivindicaciones y protestas de los administrados y , en lugar de unir fuerzas para resolver los problemas que agobian a la mayoría, se desgastan en peleas estériles que sólo ayudan al desafecto del ciudadano y a la aversión hacia la Política. La política y los políticos se convierten así, en la segunda victima aun a pesar de que le ceguera del Poder les haga sentirse mas inmunes que los demás.
La credibilidad hacia la aplicacion de la ley por parte de los Tribunales de Justicia tambien
sale , a mi juicio, muy dañada en esta situacion donde la fiabilidad de las Instituciones es la base de nuestra democracia y convivencia.
Soy un convencido de que la Justicia es la columna vertebral de la democracia. No seré yo quien ponga en tela de juicio sus actuaciones en función de mis apreciaciones personales o mis gustos pero compruebo que día a día la ciudadanía desconfía más de sus jueces y tribunales de Justicia. Recuerdo la admiración y el respeto con que hace años se hablaba de la Justicia y los Tribunales. Hoy disponemos de todo tipo de información y gracias a las tecnologías actuales podemos conocer desde la idiosincrasia de los actores de un acto judicial hasta la presentación en vivo y en directo de las actuaciones tanto de los acusados como de los acusadores. En ocasiones podemos presenciar y escuchar en los sótanos oscuros de la delincuencia cómo se organizan las tramas de los delitos y las corrupciones. Esto hace que la administración de Justicia sea no sólo más opinable sino también más exigible y por consiguiente más criticable. Tal vez por esto se aprecie en la calle una desconfianza y una incredulidad crecientes ante una Administracion de Justicia y cada vez más objeto de sospecha. La pérdida de credibilidad confianza y seguridad es lo peor que puede suceder a un poder tan sagrado para el pueblo. Es por tanto el tercer gran perjudicado de la enfermedad que afecta a nuestra sociedad.
La gente, el pueblo, nosotros, sufre una hemorragia constante de credibilidad que amenaza con destruir poco a poco el cuerpo de nuestra democracia.
Y ante tanto desatino ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para despertar de esta anestesia que narcotiza a una sociedad instalada en tanta corrupción? En la civilización del Siglo XXI contamos con medios incruentos impensables para nuestros antepasados. El comentario constante, la frase adecuada y la constancia de nuestros mensajes pueden y a mi juicio deben ser la denuncia repetitiva y machacona de las corrupciones y las injusticias.
La palabra es una de las mas eficaces armas de que ha dispuesto el ser humano para cambiar la historia de los pueblos. La palabra comunicada con acierto es capaz de cambiar conciencias y actitudes que curen y erradiquen la enfermedad y el conformismo en que estamos sumidos.
Difundir la palabra está hoy al alcance de todos gracias a Internet.Utilizalo.
Comparto totalmente lo que dices aquí, además como bien dices es algo que desgraciadamente nos parece casi normal, porque nos hemos acostumbrado a que sea lo lógico, ver como políticos prometen algo para ser elegidos y una vez elegidos hacen todo lo contrario. Empresarios que hacen propaganda sobre la conciliación laboral y al día siguiente despiden 5.000 personas rompiendo así 5.000 familias, corrupción pública sin ningún tipo de pudor, y tantas y tantas injusticias que vemos todos los días.
Es difícil luchar contra ello, pero me alegro de que al menos todavía nos quede la libertad para poder expresar nuestra opinión, veremos hasta cuando.